Tercera Parte: Proceso de formación del Estado Nacional Mapuche:

 El Koyang – la Organización Política del Wallmapu  

Por Reynaldo Mariqueo – 6 de abril 2022 

Introducción

No sabemos con exactitud cómo y porqué surgió el Koyang (parlamento mapuche). Tampoco sabemos cuándo y quiénes lo convocaron inicialmente, o si fue antes o después de la invasión Inca ocurrida alrededor de 1460. Sin embargo, después de la llegada al Wallmapu en 1536 de los colonialistas españoles al mando de Diego de Almagro, hay indicios sobre la existencia de un órgano de carácter político, cultural y ritual.

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Pintura del Toki Leftraru y su simbolo nacional, utilizado por los weychafe (combatientes) – circa de 1550.

Esta noción se basa -entre otras múltiples razones- por la rápida reacción militar coordinada de las comunidades afectadas por la invasión, lo cual indica que contaban con algún tipo de organización política que les permitiera invocar a las diversas comunidades adyacentes y también las alejadas integrar un frente común para enfrentar activamente al winka (w’=nuevos inka) invasor. Es importante aclarar que el pueblo mapuche fue un estado nacional con un territorio definido por un tratado de frontera en 1641 y era independiente, libre y soberano, hasta la ocupación militar –de facto- de su territorio por Argentina y Chile entre 1879 y 1885.

El historiador, profesor José Manuel Zavala, refiriéndose al parlamento mapuche señala que: “Su origen estaría en las asambleas políticos-rituales que celebraban antes de la llegada de los españoles, a las cuales se adaptan estos últimos como una forma de negociación.” (1) Por su parte el profesor de derecho, Tomas Bonilla Bradanovic, afirma: “parece cierto que la necesidad de contener la invasión incaica los llevó a realizar la unión política de los “levos” formando alianzas defensivas, que, frente a la invasión española, hizo nacer una solidaridad bélica que en oportunidades llegó a comprometer toda Araucanía y a las tribus del Choapa al Maule.” (2) Estos y otros comentarios sobre la existencia de una organización política mapuche, previa de la llegada de españoles, tienen sentido, pero desde el punto de vista mapuche, la interpretación que dichos historiadores le atribuyen al Koyang no son necesariamente la más acertada. Para los españoles sin embargo, los mapuche o araucanos (como ellos le llamaron) fueron inicialmente vistos como: “grupos sin rey, sin fe ni ley, entidades sin historia, ubicadas en los márgenes de la civilización.” (3)

Alianza de naciones. 

Para hacer frente al poderoso imperio español, que prácticamente había conquistado a todo un continente, los/las Lonko (jefes locales) de las comunidades mapuche directamente afectadas por la invasión concluyeron que ellas solas no podrían detener su avance y que era necesario involucrar al resto de las comunidades, pueblos y naciones que indirectamente también eran afectadas por la guerra y, a medida que el conflicto se agudizaba, su seguridad se veía cada vez más amenazada. La necesidad de crear una alianza de defensa mutua en pro de sus intereses comunes que les permitiera continuar disfrutando su libertad, independencia y soberanía territorial requería lograr un apoyo militar y logístico amplio. Esta era una aspiración lógica por quienes percibían que como pueblos y naciones originarias enfrentaban un enemigo que los amenazaba con subyugar indistintamente a quienes fuesen.

No cabe duda de que la jefatura mapuche percibió los grandes desafíos que la creación de la alianza representaba, principalmente por las condiciones geográficas, étnicas y culturales que los separaba. Sin embargo, el convencimiento de la población sobre lo justo de su causa debe haber sido crucial en su adhesión a la alianza, sumado a la persistente arremetida militar española del que eran objeto. Ello los debió convencer que la amenaza no iba a desaparecer por sí sola y que no tenían pocas opciones que unirse, armarse y luchar.

A aquellos pueblos que aún no participaban en la guerra les debió de haber causado perplejidad, las absurdas e irrisorias demandas de los intrusos sobre las demandas de obediencia y lealtad a un rey que no conocían y que ahora se convertiría en su nuevo lonko (autoridad) en calidad de vasallos; además reclamaban posesión de su territorio y sus riquezas; el pago de tributos y si no lo hacían serían obligados a trabajar en diversas faenas en calidad de esclavos, incluyendo como reclutas en el ejército invasor, bajo un sistema que debían obedecer y que denominaban la mita. Los mapuche debieron haber concluido que definitivamente eran winka (nuevos inka) exceptos que estos eran extraños ya que reclamaban derechos y exigían obediencia anticipada, antes de ganar la guerra, actitud que les debió de haber perturbado enormemente. (Un poco extraña la hueá diría hoy un mapuche/chileno).

Para los mapuche las convicciones de sus lucha eran clara y se lo transmitieron sin reservas a las autoridades españolas. En 1593 durante un winkakoyang (parlamento con los españoles) encabezada por el gobernador de la Capitanearía General de Chile, Martín García Oñez de Loyola y, por la parte mapuche el Toki Antupillan, máximo jefe militar de la nación. El discurso del Toki fue transmitido por el lenguaraz (traductor oficial español). Parte del discurso dice: “Yo hablo en nombre de mi pueblo.” […] “Peleamos nosotros por la libertad i por la patria. Nacimos libres i defendemos el suelo en que hemos nacido.” […]  Aquel poder i aquellas armas nada nos pueden traer más funesto que la muerte, pero, nosotros que apreciamos más la libertad que la vida, jamás supimos temer los horrores de aquello. Vuestras amenazas, Señor, me hacen sospechar que graduáis a la muerte por el mayor mal de los mortales. Pues de aquí podéis inferir el horror que tenemos a la servidumbre, graduado por nosotros de mayor mal que la misma muerte. Esta es la que nos puso las armas en la mano y jamás las dejaremos…”  Este famoso discurso citado en diversas fuentes, por su profundo contenido, nos muestra el perfil no solo de la dignidad y la diplomacia de un jefe de estado, sino por lo transcendental de los principios y valores por el que su lucha se sustentaba.

El discurso del Toki está en línea con lo establecido en Az-mapu (normas, principios y costumbre) con el que se rigen los wallmapuwen (ciudadanos del país). El Az-mapu representa un conjunto de normas que reconoce derechos y deberes del ciudadano, constituía pautas generales de comportamiento por el cual se debían regir con sus habitantes tanto a nivel individual, con la comunidad, el medio ambiente y la nación. El cumplimiento de sus deberes era valorado y su transgresión castigada acorde al nivel de seriedad. Por ejemplo, entre los deberes del weychafe (combatiente) dice:“La tierra y la libertad con tu vida defenderás” – Premio: Las machi por ti rogaran. Los ancianos te aconsejaran y bendecirán. El Litrang tu nombre morir no dejará. Los niños tu nombre recordaran.” Castigo: Del país expulsado serás.” (4) El tribunal consideraba el caso y pasaba sentencia acorde el nivel de gravedad, el condenado podía ser expulsado del Lof, Rewe, Ayllarewe o Fütalmapu, pero si se trataba de traición a la nación, la sentencia podía ser aún mayor. Estas normas de los pueblos, naciones o estados indígenas son reconocidas o forman parte del derecho internacional consuetudinario.

Consolidación de la alianza.

No cabe duda que existieron diversos factores que influyeron en la consolidación de la alianza y una de ella fue el rol que jugaron los lonko en la promoción de políticas pragmáticas, equitativas y de convivencia. Otro de los factores importante fue la prolongación de la guerra que los obligó a mantenerse en un estado de alerta o de guerra permanente, manteniendo vigente esa necesidad de aunar fuerzas para defenderse contra un enemigo que les quería arrebatar su territorio, su independencia y libertad.  Asimismo, hay que considerar los efectos de los horrores de la guerra, que incluía la esclavitud y las masacres, que España utilizaba como métodos para lograr el sometimiento y la dominación, se cree que todo ello influenció en el afianzamiento de la alianza que trascendió en el tiempo.

Las crueldades contra la población civil y el trato vejatorio a los prisioneros de guerra, incluidos sus jefes militares, tales como el empalamiento infligido al Toki Kalfulikan, la amputación de las manos del Toki Galvarino, encausados a aterrorizar a la población mapuche, son solo dos ejemplos ampliamente documentados en la historiografía mapuche, generando como resultado sentimientos generalizado de repulsa, odio, desprecio y venganza contra el winka opresor. A lo anterior se sumaba el secuestro de jóvenes, el robo de sus posesiones, la quema de sus casas y sembrados y la ocupación de parte de su territorio. Frente a ese penoso y desolador panorama los mapuche comprendieron que la unidad de acción ya no era una mera aspiración, sino una necesidad urgente y fundamental del cual dependía su mogen (existencia) como nación.

En la práctica, la alianza tuvo las características propias de una confederación de naciones, porque participaron en ella pueblos y naciones situadas en territorios tan extremo y que hoy conocemos como Araucanía, la Pampa, la Patagonia y el Fütawillimapu, territorio que se extendía al extremo austral del continente (ver mapa). A la totalidad del territorio los mapuche le llaman Wallmapu, estando dividido por cuatro identidades territoriales o meli wixan mapu, otros le llaman meli fütalmapu, por su parte los españoles le llamaban cuatro butalmapus/ estados/ países/ cantones. La integración al koyang de representantes de todas las identidades territoriales representó, sin duda, un enormemente fortalecimiento de la alianza. La noción de que si una de ella era agredida representaba un ataque a todas de ellas, caló profundamente en la mentalidad mapuche, la cual se ha mantenido hasta nuestros días. Esto explica esa solidaridad militante del mapuche contemporáneo con sus hermanos detenidos o asesinados por agentes del estado o latifundistas por defender sus derechos o recuperar sus tierras.

Definición del Koyang.

Inicialmente el Koyang era un órgano político interterritorial y plurinacional, unido por normas y principios colectivos de dimensión sociopolítico y también militar. El Koyang unía y representaba a pueblos y naciones geográficamente distantes y culturalmente distintas, con identidades e idiomas propios y muchos de ellos no afectados directamente por la invasión colonialista. Si bien el Koyang se desarrolló en un territorio geográfico determinado para unir a los pueblos contra el enemigo común, con el correr del tiempo también debió asumir otras funciones, en particular en temas relacionados con la seguridad, el desplazamiento interno y forzado de la población causado por los efectos de la guerra, así como interceder ante las autoridades del fütalmapu respectivo para facilitar el asentamiento de las comunidades o lof desplazados.  Según la tradición oral mapuche existía una fluida circulación y libre asentamiento de sus habitantes en todos los fütalmapu, en particular con aquellos situados entre los océanos pacífico y atlántico (Gulumapu y Puelmapu), atribuida a las gestiones iniciales del koyang, pero que con el tiempo se transformó en una práctica habitual.

La adopción de principios comunes, como el respeto a la autonomía y el manejo de sus propios asuntos, contribuyó sin duda a crear ese clima de confianza en el koyang por las diversas autoridades locales. Asimismo, la afinidad de valores compartidos como son las costumbres, tradiciones, formas de vida y visión del mundo, sin duda fueron cruciales en su afianzamiento. Curiosamente las diferencias culturales que existían no representaban un problema, ni debilitaba su cohesión, porque la jefatura mapuche promovía el concepto kiñewün kake rume mew (unidos en diversidad). El respeto a la diversidad cultural los unía y lo hacía más fuerte porque no daba lugar a la intolerancia y discriminación.  El koyang además de ser un órgano político que promovía el fortalecimiento de la coalición basado en principios como la reciprocidad, el bien común y el apoyo mutuo, también velaba por el respeto externo de los principios, como la libertad, independencia y la soberanía territorial.

¿Quiénes lo integraban?

El Koyang estaba integrado por representantes de las cuatro identidades territoriales anteriormente mencionadas y sus miembros integrantes surgían desde las bases, es decir desde los lof o levo (comunidades) que estaban representadas por el/la Lonko (jefe político) local. De los miles de lof entonces existentes se elegían un número determinado, mediante un proceso de elección que partía de los Rewe (conjunto de lof o comunidades); los Ayllarewe (nueve rewe), que tenían asambleas departamentales o provinciales, y por último de los wixan-mapu o fütalmapu que los representaba y que tenían sus propias asambleas territoriales o regionales. No existen detalles sobre cuantos miembros cada asamblea territorial eran elegidos para integrar el koyang.

A mediado del siglo XVI los españoles detectaron la existencia del Koyang, pero no entendieron su estructura y funcionamiento, lo confundían con los Trawun (reuniones locales) o los fütatrawun (reuniones territoriales). Tampoco entendieron ni su composición ni los pueblos que la integraban, les causaba extrañeza que éstos circularan y se asentaran libremente entre un lado a otro de la cordillera de Los Andes, por lo que asumieron que los mapuche eran sedentarios y nómades al mismo tiempo. Su sorpresa debió de haber sido aún mayor al observar que el toki (su máxima autoridad) fuese elegida por los mortales en un parlamento integrado por ellos, era demasiado revolucionario para la época, si tomamos en cuenta que en ese período (XVI al XVIII) se creía que el rey de España tenía origen divino y era considerado el representante de Dios en la tierra con poderes ilimitado y no cuestionado por los mortales.

Si observamos desde el punto de vista de la democracia representativa no hay por donde perderse entre un sistema monárquico absolutista, donde el rey o el príncipe –a través de la cedula real– impartían órdenes que no podían ser cuestionadas y, una asamblea integrada por representantes de un pueblo. Desde el siglo XVI al XIX el Koyang experimentó un continuo desarrollo; desde un mero foro político-religioso de orden local (previo a la llegada de los españoles) a una entidad que representaba al conjunto de las identidades territoriales que llamaban Wallmapu.

Su función.

El Koyang cumplía funciones similares a las de un gobierno porque legislaba y aprobaba resoluciones por y para todo el Wallmapu, como por ejemplo la elección o ratificación del Toki (jefe supremo), a quien investía con atribuciones para que éste organizara el wallmapu ngulam (consejo de lonko de todas las identidades territoriales), referidos por los españoles como gobierno cívico-militar. Otra de las prerrogativas que se puede detectar del Koyang eran sus decisiones y/o sanciones sobre los acuerdos convenidos tanto a nivel interno como externo, porque al estar integrado por representantes de las cuatro identidades territoriales se subentiende que participaban en los así llamados parlamentos (winkakoyang) convocado por los representantes de la Corona de España en la Capitanía chilena. Se cree que el Koyang discutía temas asociados con el desarrollo y los efectos de la guerra, el desplazamiento interno y su asentamiento en diversas identidades territoriales, la amenaza a la integridad territorial, aprobar y fiscalizar el cumplimiento de los acuerdos interterritoriales y tratados internacionales, además de velar por el cumplimiento de las normas establecidas en el Az-mapu, Az-mogen, Itrofillmogen (leyes consuetudinarias).

Eventualmente, las funciones del Koyang también fueron reconocidas por los españoles. En 1605 el rey de España Felipe III nombró como gobernador de la Capitanía General de Chile al General Alonso García Ramón y le ordenó poner fin al “servicio personal” (esclavitud) de los indígenas que creía era el motivo de su “alzamiento,” (resistencia). Como militar experimentado en la guerra, el Gobernador quiso informarse con quien se estaba enfrentando militarmente y admitió que los mapuche tenían una organización política, que lo describió en un documento publicado durante su segunda administración (1605-10) en el que afirma que éste tenía la función de: “[…] evitar algun daño universal u otros de bien de toda la provincia se haze junta universal ques toda la ayllaregua, y esta junta llaman en su lengua coya[gtun] que es como en Francia el parlamento.” (5) Como vemos, el Gobernador, quien había participado en numerosas batallas contra los franceses, además de en Flandes y Sichen entre otros lugares, reconoce que el Koyang es un instrumento político “universal” de todos los Ayllarewe o provincias de la nación mapuche y que su función es equivalente al parlamento francés.

Por su parte el Prof. Dr. Carlos Contreras Painemal, en su tesis doctoral sobre “Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española, la República de Chile y la República de Argentina, cita diversas fuentes y testimonios de autoridades de los países concernientes, algunos de los cuales participaron en los parlamentos con los mapuche: “Diego de Rosales quien desplegó un intenso trabajo entre los mapuches observara que existía un tipo de reunión al cual los mapuches denominaban ‘Coyao.  Más adelante agregaba que, ‘…donde se juntan a tratar las cosas de importancia, que son como los lugares de el cabildo.’ (6) Estas afirmaciones coinciden con la visión del gobernador Alonso García Ramón cuando señala que el Koyang es un instrumento donde se discuten cuestiones “universales” de toda la provincia.

En la misma tesis doctoral Carlos también cita a Lucio Mansilla quien formaba parte de la comitiva de su gobierno que participaba en el tratado de paz celebrado en el fütalmapu La Pampa (Puelmapu) Mansilla, en carta a su amigo Santiago Arcos, comenta: “No sé si tienes idea de lo que es un parlamento en tierra de cristianos; y digo en tierra de cristianos, porque en tierra de indios el ritual es diferente. Un parlamento es una conferencia diplomática.” (7)  Como mencionábamos en previos artículos los mapuche tenían un servicio diplomático que llamaban wicanche,  que se encargaba de las relaciones exteriores, negociación de tratados y resolución de conflictos, de tal forma que era probable que además de participar en los parlamentos generales también lo hacían en los parlamentos regionales para asesorar a los lonko y asegurarse que los acuerdos contraídos se armonicen con los tratados convenidos en los parlamentos generales.

La identidad étnica.

Dentro de la cultura mapuche hay conceptos que nos recuerdan que somos distinto a otros pueblos (kakeche) y que nosotros tenemos una ascendencia étnica común, kiñe küpan (tenemos un solo origen o descendencia) concepto que también insinúa hermandad; mapuche ta iñche (soy mapuche) y taiñ mapuchegen (somos mapuche) que representa la adscripción identitaria personal y comunitaria con su nación. También existe el concepto wallmapuwen (gente/ciudadano del país) que expresa la adscripción individual con el estado nacional Mapuche.  Todos estos conceptos nos muestran que los mapuche tenían un claro sentido de pertenencia a una nación unitaria pero no hegemónica, porque mantenían el felen (equilibrio) entre su identidad territorial y sus sentimientos de respeto y fidelidad con el estado nacional Mapuche.

Es importante aclarar que cuando hablamos de estado nacional unitario mapuche estamos reconociendo que sus ciudadanos eran gobernados por el Koyang o parlamento, que era la única entidad nacional que tenía la potestad de –entre otros– nombrar al Toki que en términos europeo cumplía funciones de un jefe de estado, es decir, el Toki gobernaba la nación y pasaba a ser su representante, además de ser el símbolo de unidad de todas las identidades territoriales de Wallmapu. En la cultura occidental en general definen a la nación como una comunidad humana de un mismo origen étnico, que cohabitan un espacio geográfico y que están unidos por vínculos comunes, tales como su cultura, idioma, costumbres y tradiciones, espiritualidad o religión, un pasado histórico común y conciencia de pertenecer a un mismo pueblo.

Surgimiento de la identidad nacional.

A través del lenguaje político utilizado por el liderazgo de los pueblos indígenas, en el que se enfatizaba el llamado por la unidad, la inclusión, la tolerancia, el apoyo mutuo y la solidaridad, se desprende el surgimiento de una identidad nacional que sin duda dio origen a la conciencia nacional y sucesivamente a los cimientos de la nación Mapuche. Esto lo podemos percibir de las expresiones o conceptos utilizado por los jefes mapuche en sus discursos, lo cual refleja ese pensamiento unificador que lo caracterizaba y que ha perdurado en el tiempo, donde la afinidad de valores y principios comunes eran resaltados frente a las divergencias que los pudiesen dividir.  “Mapumeu ta llegiyiñ, mapu ta choyüeiñmeu fei meu Mapuchengeiñ (nacimos de la tierra, de la tierra brotamos por eso somos Mapuche). En otras palabras: la tierra es nuestra madre; el vocablo kizungünewün (libre determinación) es un concepto que también alude al manejo de sus propios asuntos; la defensa de la zapitun mapu (soberanía territorial) y kizugünewtun (independencia). Todos estos conceptos y vocablos que fueron popularizados en el discurso de los líderes mapuche estaban enfocados a unificar la nación.

El Koyang fue un instrumento político que pareciera inicialmente haber sido diseñado como una alianza estratégica militar de los pueblos del Cono Sur contra el enemigo común. Sin embargo, con el correr de los siglos se fue transformando en un instrumento de unión y fortalecimiento de la identidad nacional. No obstante, debido a su composición multicultural, privilegiaba el interés general sobre el interés particular de los pueblos que la integraban, específicamente en materia de seguridad, de relaciones internacionales y de la defensa de la soberanía territorial.  La adopción del vocablo mapuche (mapu=tierra, che=gente) denota una expresión de unión de los pueblos de las identidades territoriales y esto podría explicar lo significativo de su uso: mapuche-pewenche;  mapuche-pikunche; mapuche-wenteche; mapuche-puelche, mapuche rankulche, mapuche-williche, etc. Este auto identificación con la nación hoy es tan obvio que se subentiende que al decir williche, puelche o pewenche están también afirmando que son mapuche.

La identidad nacional también se expresaba en las fiestas nacionales comunes como el Wiñoy Xipantu (año nuevo). Durante el transcurso de la guerra y después de la ocupación de su territorio por las repúblicas de Argentina y Chile se sumaron actividades cívicas y fechas conmemorativas que hoy, en menor cantidad, se siguen festejando, tales como la conmemoración el 6 de enero de cada año como el Día de la Soberanía tras el tratado de Killen de 1641; el 29 de abril como el Día de Los Héroes y Mártires Mapuche, en conmemoración del aniversario de la muerte del Toki Leftraru y por los cientos de miles de mapuche caídos en batalla en defensa de la libertad de la nación y, finalmente tenemos el 17 de noviembre como el Día de la Unidad del Wallmapuche (unión de todos los mapuche) en conmemoración de la promulgación de la constitución nacional en 1860 que unió jurídicamente los lazos históricos de las identidades territoriales bajo una constitucional nacional y un soberano. Estas fechas conmemorativas y fiestas nacionales fueron oficialmente instituidas mediante un decreto de ley del Principe Felipe I de Araucania y Patagonia el 6 de enero de 2001. (8)

La constitución de 1860 convirtió a los mapuche en ciudadanos sujeto de derechos y le garantizaba la libertad individual y la igualdad ante la ley. Dentro de sus deberes ciudadanos, el mapuche debía “contribuir a las cargas del Estado, en proporciones a su fortuna.” (9) Esta última norma que en la sociedad mapuche era parte de la tradición que en tiempos de infortunio o catástrofe aquél que tenía más debía contribuir más, jamás habría prosperado en las repúblicas de Argentina o Chile. Por el contrario, por muy patriotas que fuesen, los que tienen más contribuyen menos al estado, mientras otros muchos guardan sus riquezas en los paraísos fiscales para evadir pagar impuestos.

Wallmapu ngulam (consejo de lonko) era una institución que algunos cronistas españoles lo llamaban gobierno cívico militar porque estaba integrado por el Toki y por lonko representantes de los cuatro fütalmapu y porque en términos europeos actuaban como un consejo de estado. Esta aserción se basa en el hecho que para llegar a acuerdos consensuados en los parlamentos generales con los españoles tenían necesariamente que participar representantes de los cuatro fütalmapu; de lo contrario no había acuerdo, además los mapuche valoraban profundamente el respeto al felen o equilibrio de poder, concepto que se empleaba para no alterar el equilibrio de los ecosistemas: “Katrülmi kiñe aliwen petu ñi anümnun ta epu mapun aliwen” (No cortaras un árbol sin antes haber plantado dos de la misma especie) ordenaba el Itrofillmogen. Hay que enfatizar que el toki, a pesar de ser el jefe máximo no restringía el papel que desempeñaban los/las lonko como autoridades comunitarias, locales y regionales.

El sistema de gobierno mapuche fue, con algunas modificaciones, oficialmente adoptado el 17 de noviembre de 1860 en una constitución nacional. Los cambios del sistema de gobierno mapuche parecieran haber sido que ahora el Toki sería conocido en el mundo occidental como el Rey y éste designaría a su sucesor mediante un método de transición hereditario, acorde al sistema monárquico de gobierno adoptado.  El sistema hereditario fue posteriormente reemplazado por un sistema electivo, es decir el Consejo de Regencia  (equivalente a un consejo de lonko) son los llamados a elegir por vida al nuevo monarca.  La constitución monárquica también modificó el Koyang, cuyos miembros serían elegidos por las entidades territoriales mediante sufragio universal, este último cambio no pudo ser implementado por la subsecuente ocupación militar del Wallmapu y el exilio a Francia del Rey Aurelio Antonio I.

Símbolos nacionales.

Si bien los símbolos nacionales como la bandera, el himno nacional o el escudo que las naciones occidentales utilizan para reafirmar o construir su identidad nacional, para los mapuches no parecieran haber jugado un rol preponderante. Sin embargo, durante el proceso de ocupación del territorio mapuche por Argentina y Chile entre 1850 a 1885, la identidad nacional mapuche fue enarbolada con mayor fervor en la población para incentivar y captar voluntarios para sumarlos a la defensa de la nación. Con la fundación en 1860 del gobierno monárquico, la adopción de símbolos nacionales propios era importante para demostrar su singularidad ante la comunidad de naciones, en particular durante las gestiones hechas por el Rey Antonio I para obtener el reconocimiento internacional de la independencia de la nación Mapuche. También era importante demostrar que era un estado unificado con un gobierno establecido. Esto explica que el Rey Antonio I hubiera creado una bandera, un escudo, un himno nacional y monedas, además de sello postal, órdenes y título nobiliarios propio de los sistemas de gobierno monárquico. En efecto, en 1869 el Rey Antonio I creo la Orden Noble y Real Estrella del Sur, inmortalizando así dicha estrella que era estampada en el centro de la bandera azul que el Toki Leftraru y los weychafe la enarbolaban en las batallas contra el invasor.

El mapuzugun la lengua franca.

Otro elemento importante que ayudó a fortalecer la identidad nacional fue el uso generalizado del mapuzugun (mapu=tierra zugun=idioma) que con el correr del tiempo se fue imponiendo como la lengua franca para responder la dinámica actividad política, social e intercultural entre los diversos pueblos y naciones integrantes de los meli wixan-mapu. Hay que resaltar que este fenómeno de aculturación se produjo de manera natural, asistido fortuitamente por la necesidad de interactuar unidos para asegurar su supervivencia de pueblo libre de la dominación extranjera.  Es decir, la adopción del mapuzugun como lengua franca no fue planificada, promovida o impuesta, sino fue el producto de un largo proceso de intercambio comunicacional y de interacción intercultural entre los pueblos concernientes, proceso que hizo que el mapuzugun eventualmente se fusionara por la incorporación o influencias idiomáticas y culturales compartidas entre dichos pueblos.

Las largas sesiones del Koyang, los trawun (reuniones) locales o territoriales; el wicanche (servicio diplomático); el nguillatun (ceremonias religiosas); feyentun (espiritualidad); el palin (deporte nacional); el trafking ferias de intercambios de productos, el mingako faenas comunitarias de apoyo reciproco, el ayekan (fiestas comunitarias), metratun (competición lucha de cuerpo a cuerpo) etc. eran eventos políticos, diplomáticos, económicos, religiosos, deportivos y culturales que se celebraban a nivel local, territorial y también interterritorial que necesitaban un lenguaje común. “Hacia mediados del siglo XVIII, todavía los pampas hablaban su lengua propia; pero el Araucano ya era, según el testimonio del P. Falkner, la lengua ‘más pulida y la que con más generalidad se entendía en estas regiones’. Y no tardó mucho en completarse el proceso. Pues a partir de fines del siglo XVIII, ya todo es araucano en Pampa.” (10)  Es importante destacar que el mapuzugun se transformó en un idioma dominante, no porque haya sido impuesto, sino que fue el resultado de un proceso largo de difusión y uso por la jefatura mapuche y por las actividades sociales anteriormente señaladas en una sociedad intercultural e interdependiente.

Pero donde el uso del mapuzugun fue aún más importante fue en el ejército, que estaba integrado por voluntarios de las diversas identidades territoriales, en particular en aquellas que estaban en la primera línea de fuego, como era la Araucanía y la Pampa, donde la comunicación en un idioma común en la que todos entendieran las instrucciones, el intercambio de conocimientos y experiencias era fundamental. Sin embargo, entre los requisitos del  Apo  werken (portavoz/diplomático) era dominar los idiomas y respetar los patrones culturales de las identidades territoriales, lo hacían para prevenir malos entendidos durante los discursos o transmisión de mensaje oficiales y al mismo tiempo salvaguardar la interculturalidad y evitar la desaparición de sus lenguas, ayudando a mantener el respeto de los valores culturales de las naciones y evitar así posibles obstáculos a la convivencia pacífica y armónica entre las diversos pueblos del Wallmapu.

También la labor misionera incluyó el mapuzugun como lengua franca. “Cisneros, sucesor del primer y gran obispo en la Araucanía, dispuso en 1591 que, de allí en adelante, todos los curas de su diócesis enseñaran y explicaran el catecismo a los indígenas en su propio idioma” (11) Después del tratado de Killen de 1641 en el que la jefatura mapuche accedió permitir oficialmente el trabajo pastoral y de evangelización en su territorio, incluía el establecimiento de escuelas, permitiendo así que jóvenes mapuche de diversos fütalmapu que pudiesen ser educados en mapuzugun, pero además aprender el castellano: “Los franciscanos llegaron a tener más de 20 casas misionales y en casi todas hubo escuela de primeras letras.” (12) Por su parte los numerosos parlamentos celebrados con los españoles, argentinos y chilenos el mapuzugun era la lengua dominante, obligando a los colonialista a tener que proveer traductores oficiales que llamaban lenguaraz para poder comunicase con las autoridades mapuche. Es importante aclarar que dichos establecimientos religiosos eran instalados en lugares bajo el patrocinio y la protección del lonko local y aquellos mapuche que participaban en la iglesia o casas misionales lo hacían de manera voluntaria.

Sin embargo, a pesar de existir el tratado biliteral de 1641 que estableció una frontera entre las partes, España se obstinaba en someter al pueblo mapuche de cualquier forma, a pesar de su probada incapacidad para someterlo por la fuerza de sus armas. Dentro de esta perspectiva el sacerdote de Chillan D. José González de la Rivera y Mondaca, después de adentrarse en el territorio mapuche y sondear las opiniones de los lonko, propuso en junio de 1692 al Gobernador General de Chile D. Tomas Marín de Poveda ensayar un nuevo y novedoso método de sometimiento, único en el continente, y que consistía en la fundación de colegios especiales y aumentar el número de escuelas de primeras letras para los hijos de los lonko (jefes mapuche): “Sus ideas y planes eran lograr la conquista de los indios, no por las armas y los ejércitos, sino por la cultura y cristianización.” (13)

La propuesta del sacerdote D. José González de la Rivera y Mondaca fue acogida por el Gobernador de Chile y transmitida al Rey Carlos II y a las autoridades mapuches, siguiendo la norma establecida en el protocolo de consulta interna, los lonko acogieron la propuesta y acto seguido el Gobernador propuso la celebración de un parlamento que tuvo lugar el 15 de diciembre de 1694 en Choque-Choque (cerca de Temuco), en conformidad con la costumbre y ceremonia mapuche para la ratificación del acuerdo bilateral. La resolución del Rey Carlos II mediante Cedula Real del 11 de mayo de 1697 ordenó crear los “Reales Colegios de Noble Araucanos” y se resolvía fundar el primer colegio en la localidad de San Bartolomé de Chillan. Parte de la Cedula Real señala la fundación de “un colegio-seminario para la educación de los indios hijos de los caciques circunvecinos del Estado de Arauco.” (14) Nótese que el Rey Carlos II en su Cedula Real se refiere al Estado de Arauco y consecuentemente a una entidad sujeto de derecho internacional. Este acuerdo cultural sirvió para que jóvenes (hijos de lonko) obtuviesen conocimiento de la cultura cristiana occidental, pero también para la divulgación del mapuzugun y obviamente el aprendizaje del castellano. 

Estado unitario Mapuche.

Los mapuche, en el transcurso del tiempo, construyeron un estado de orden unitario por la simple razón que el Koyang era un órgano político de carácter nacional que centralizaba parcialmente el poder en materias relacionadas con políticas y acuerdos que afectaba a toda la nación. Para evitar posibles daños en la coalición, el koyang emitía resoluciones, previamente consensuada por los representantes de todas las identidades territoriales de acuerdo a la tradición, es decir, para mantener el equilibrio de poder en sus relaciones interterritoriales, la participación y/o consentimiento de todas las partes involucradas era fundamental. Las resoluciones y normas emitidas para su implementación por entidades nacionales y regionales requerían el respeto y obediencia de todas ellas. Estas resoluciones incluían la elección del toki, a quien se le otorgaba amplios poderes en la administración y conducción de la guerra, así como los tratados internacionales convenidos con la Corona de España.

En relación a los tratados y acuerdos constructivos, el Koyang participaba en su elaboración, discusión y ratificación, así como monitoreaba su cumplimiento, una vez que estos eran ratificados por el rey de España.   Diversas fuentes afirman que en los tratados iniciales cientos de lonko y miles de delegados participaban en los parlamentos o ceremonias oficiales para convenir el tratado; se supone que entre los delegados, además del toki y su gobierno, también lo integraban representantes del koyang y los miembros integrantes del  wicanche (equipo diplomático). También hay que reconocer que se celebraban tratados bilaterales entre una de las subdivisiones política o fütalmapu con España, que nos demuestra que éstos ejercían su autonomía y libre determinación.

Estado nacional Mapuche.

Existe un consenso general de los expertos sobre lo que en nuestros días constituye un estado, pero ello no es tan claro si nos remontamos a su origen en la antigua Grecia (polis) o Roma (civitas) o a 1641 cuando la nación Mapuche y España subscribieron el tratado de Killen. A pesar que los estudiosos en la materia alegan que no existe un período específico del surgimiento de los estados ni definición precisa, muchos coinciden que las directrices surgidas de los tratados de Paz de Westfalia en 1648 habrían sentado las bases de los estados modernos, fue justamente en ese período cuando creemos que la nación Mapuche obtuvo su estatus de estado por reunir los mismos criterios y normas adoptados en dichos tratados y que se conoce como el “sistema u orden westfaliano.”  

Como decíamos, la cultura occidental atribuye los acuerdos de Westfalia como el nacimiento de los estados modernos, porque adopta principios relacionados con la gobernanza internacional, las relaciones internacionales, la soberanía exclusiva de los estados sobre su territorio, entre otros principios que expertos en la materia afirman ser las bases también de un nuevo orden internacional. En el caso mapuche su estatus de estado surge tras la descolonización de su territorio y la firma de un tratado que estableció la frontera limítrofe entre los territorios bajo su jurisdicción y aquellos bajo la Corona de España que, según bien establecidos cánones internacionales, se habría convertido en un estado nacional por contraer derechos y obligaciones en el marco del derecho internacional.

Otros afirman, sin embargo, que los estados modernos surgieron en el siglo dieciocho de las revoluciones francesa y estadounidense: Las revoluciones francesa y estadounidense de fines del siglo XVIII dieron origen al ideal del estado-nación moderno: un estado independiente con una constitución escrita, gobernada en nombre de una nación de ciudadanos iguales.” (15) Los mismos académicos autores del documento referido manifiestan que: Durante esos días, todos los demás estados todavía se regían sobre la base de otros principios de legitimidad.” Los principios de legitimidad referidos serian presumiblemente aquellos surgidos tras los tratados de Westfalia anteriormente mencionados.

Anteriormente describíamos lo que en general el mundo occidental entiende y define que es nación, pueblo o grupo étnico, a pesar de existir varias definiciones, en general sus descripciones se ajustan perfectamente con lo que el pueblo mapuche era y aún es hoy. En lo que respecta sobre si el pueblo mapuche fue un estado, en mi opinión sucede algo similar a la definición de nación, porque en el transcurso del tiempo la nación mapuche fue adaptando sus instituciones de gobierno y adquiriendo derechos. El Koyang, el Toki y el wallmapu ngulam eran órganos políticos que cumplían funciones de gobierno, que si bien eran diferentes al de los países de Europa, eran órganos de carácter nacional representativo y que, al fin y al cabo, gobernaba. Esto así también lo entendió España, no fue por nada, que acordó decenas de tratados bilaterales con la nación Mapuche, durante siglos de relaciones bilaterales.

El filósofo, diplomático y jurista suizo, Emer de Vattel, autor de “The law of nations; or, Principles of the law of nature, applied to the conduct and affairs of nations and sovereigns.” (Publicado en 1758) es considerado en la cultura occidental una autoridad de la época, en temas relacionados con el derecho de gente y las normas que rige las relaciones internacionales de los estados soberanos. Dice: Toda nación que se gobierna a sí misma, bajo cualquier forma, sin dependencia de ninguna potencia extranjera, es un estado soberano. Sus derechos son naturalmente los mismos que los de cualquier otro estado. Tales son las personas morales que viven juntas en una sociedad natural, sujetas a la ley de las naciones. Para dar a una nación el derecho de hacer una figura inmediata en esta gran sociedad, es suficiente que sea realmente soberana e independiente, es decir, que se rija por su propia autoridad y leyes.” (16) Como podemos ver para Vattel el tipo de gobierno que una nación se daba libremente era importante pero aún más importante era su independencia para que se considere un estado soberano.

Por lo tanto, si aceptamos que las instituciones mapuche gobernaban el Wallmapu estamos también reconociendo que la nación mapuche constituía un estado, porque los estados a diferencia de la nación, pueblo o grupo étnico, deben necesariamente tener una organización política o gobierno, además de un territorio delimitado por un tratado (Killen, 1641).  Desde los tratados de Westfalia de 1648 el mundo occidental clasifica a los estados modernos con ciertos privilegios que se fueron adaptando o evolucionando con la revolución francesa y la declaración de independencia de los Estados Unidos de América. La Convención de Montevideo de 1933 recogió el concepto de estado surgido de los tratados de Westfalia en adelante y lo definió de la siguiente manera: “El estado como persona de Derecho Internacional debe reunir los siguientes requisitos: a) Población permanente; b) Territorio determinado; c) Gobierno; d), Capacidad de entrar en relaciones con los demás Estados.” (17) Preceptos todos entonces compatibles con la realidad del estado mapuche, previo a la ocupación de su territorio en la década de 1880.

Si consideramos los numerosos tratados convenidos por el estado Mapuche con España, Argentina y Chile, además de los acuerdos constructivos con el Reino Unido y Holanda, se subentiende que dichas potencias le reconocían al estado mapuche la soberanía que ejercía en su territorio y que por lo tanto manejaba sus asuntos internos y externos. Del mismo modo que ciertos tratados, tales como el tratado de limite que establece la frontera entre las partes, como lo fue el tratado de Killen de 1641, es vinculante con la normativa internacional de derecho público pacta sunt servanda que en términos jurídicos convirtió al estado mapuche en una entidad sujeto de derecho internacional, que en la práctica significa que se convierte en titular de derechos y obligaciones internacionales.

Aparentemente el Koyang no fue inicialmente entendido por los españoles, porque no se ajustaba a los esquemas de gobierno y prototipos de civilización que ellos tenían y promovían como la más civilizada y perfecta. La noción de que cuatro identidades territoriales pudiesen interactuar entre si y formar alianzas estratégicas en defensa de sus intereses, respetando sus diferencias culturales y lingüísticas, escapaba de su imaginación. Curiosamente después de que fracasara su estrategia de querer fragmentar a la nación mapuche, España concluyó que el Koyang, el toki y su gobierno eran los órganos representativos de la nación mapuche y que constituían en la práctica entes políticos suficientemente centralizado y por lo tanto con capacidad de negociar y convenir acuerdos en representación de todas las identidades territoriales. Presumiblemente concluyeron que esa realidad le daba garantías de paz y de que los tratados convenidos serían respetados.

Desmantelamiento del Koyang.

En 1878 la estrategia del General Roca fue violar la frontera y transferirla desde el rio Colorado al rio Negro, ocupar el territorio y desmantelar el sistema de gobierno de la nación Mapuche, su discurso es revelador:  “Destruyamos, pues, moralmente esa raza, aniquilemos sus resortes y organización política, desaparezca su orden de tribus y si es necesario divídase la familia. Esta raza quebrada y dispersa, acabara por abrazar la causa de la civilización.” (18) Como la historia lo señala masacraron a la población, la despojaron de sus tierras y recursos, fragmentaron la familia, destruyeron el koyang y trataron –sin éxito- de destruir los lof, arremetida genocida que llamaron “Campañas del Desierto”. El éxito militar del General Roca, lo llevo a ser dos veces presidente de la republica argentina entre 1880-86 y entre 1898-1904.

Durante el proceso de colonización y destrucción del estado mapuche, Argentina y Chile acordaron implementar acciones política y militares coordinada y así los especificaron en el artículo 32 del Tratado de paz, amistad, comercio y navegación de 1855, dicho artículo dice: “Ambas partes contratantes teniendo en sus fronteras hordas de bárbaros que las hostilizan robando sus propiedades y sacrificando las vidas de sus ciudadanos, han convenido en que mientras acuerdan entre sí algún medio eficaz de remediar este gran mal definitivamente, si emprendiesen alguna expedición militar, se den previo aviso para tomar las precauciones convenientes a su seguridad.” (19)  Es importante aclarar que no eran los mapuche quienes hostilizaban a los criollos, sino ellos que con el apoyados de la fuerza militar se instalaban, sin permiso o invitación, en sus territorios.

En Chile el proyecto de ocupación del territorio mapuche, que llamaron “Pacificación de la Araucania”, incluía los mismos argumentos que los del General Roca y sus esbirros.  Cornelio Saavedra, quien fuera el jefe político-militar, era el promotor material e intelectual de la ocupación, afirmaba: “Sabido i probado es que éstos carecen de ese sentimiento de patria que, prescindiendo de conveniencias palpables, defienden su territorio por el solo honor de defenderlo i perecer con su autonomía: este es un sentimiento que nace con la civilizacion i solo ella puede infundirlo. Los salvajes están mui distantes de abrigar tal sentimiento.” (20) Para el Coronel Saavedra que los mapuches hubieran luchado contra el imperio Inka y español en defensa de la integridad territorial, no constituía una lucha por el Wallmapu, porque el concepto de patria no era de origen mapuche.

Este era el pensamiento de la elite etnocentrista, supremacista y racista que se expresaba en una furiosa campaña publicitaria para adoctrinar a una opinión pública desinformada. De esta forma se habría paso para ocupar por la fuerza de sus armas el territorio del independiente estado Wallmapu. Para justificar su arremetida militar utilizaron una estrategia publicitaria que denominaron como una guerra entre civilización y barbarie, pero la existencia del Koyang contradecía esa propaganda de guerra por lo que se debería omitir su mención en la historia oficial. La noción que se construyó de los mapuche fue la de un pueblo ingobernable, que estaba compuesto por tribus salvajes sedentarias y nómadas independientes entre sí, que estaban en constante guerra interna y que entre ellas tenían poco o nada común, estas son sólo algunos de los tantos mitos convertidos en “realidad” y transmitidos en la ‘versión oficial’ de la historia mapuche escrita por y para ellos, es decir, por los enemigos de nuestra nación Mapuche.

La ideología de superioridad racial de la elite de ambas repúblicas no se ha extinguido, especialmente en aquellos winka (no-mapuche) que tienen intereses económicos en el Wallmapu. La visión peyorativa que construyeron ayer persiste en el pensamiento de influyentes historiadores que hoy se aferran defender lo indefendible pero que son premiados por la institucionalidad como es el caso del “historiador” Sergio Villalobos, Premio Nacional de Historia, que señala: “Los araucanos eran una etnia internamente segregada, sin gobierno único ni voluntad común, separada en levos, rehues o linajes, según el elemento que se desee emplear. Eventualmente actuaban como aillarehues, especie de alianzas precarias y temporales cohesionadas por la lucha contra los dominadores o rivalidades entre ellos.” (21) Es importante destacar que la versión de la historia mapuche relatada por Villalobos forma parte de currículo educacional chileno y por lo tanto -para ellos- es la versión ‘oficial’ que tienen de los mapuche. Villalobos afirma que los mapuches era una ‘etnia’ segregada; en otras palabras nos dice que estaban desunidos, para luego reconocer que formaban alianzas precarias y temporales contra los dominadores o en las rivalidades entre ellos, esto tiene poco sentido, aunque lo afirme el Premio Nacional de “historia” chileno.

Villalobos también afirma que “Los caciques gobernaban separadamente sus reducciones, dentro de un espacio territorial bien determinado y sin inmiscuirse en los asuntos de otros. Solo había determinaciones comunes, y limitadas, cuando debían enfrentar un peligro común, como era la ofensiva hispanochilena, en cuyo caso surgían toquis locales o alguno de autoridad más amplia, aunque siempre y exclusivamente era para dirigir la lucha. Su poder duraba lo que las campañas, fuesen éstas muy circunscritas o a veces prolongadas en el tiempo y el espacio.” (22) La tradición mapuche y realidad de los hechos disputa las afirmaciones de Villalobos ya que el penúltimo gobierno mapuche (antes de la ocupación) que dirigió el Toki Magñil [entre 1800-1860] se mantuvo activo durante períodos de guerra y de paz, hasta que después de estar al mando por 60 años (ya muy anciano) y frente a la inminente invasión militar por las repúblicas vecinas convocó en noviembre de 1860 un Koyang para dimitir de su cargo y proponer por cuestiones estratégicas de carácter jurídico reactualizar el sistema de gobierno a los estándares occidentales, mencionado anteriormente.

La tesis de Villalobos nos revela que conoce poco del pueblo mapuche, no tiene idea de su organización política ni como se gobernaba ni el rol de sus autoridades locales, regionales y nacionales. Su desconocimiento es tal que ni siquiera conoce el nombre real de los mapuche al insistir en llamarlos araucano porque –según él– ese es el nombre dado por los españoles varios siglos antes, pero que ha sido corregido por la gran mayoría de los historiadores chilenos. Villalobos es un fiel exponente de esa mentalidad colonialista y de los sectores más conservadores y retrógrados de la sociedad chilena, aquellos que mantienen esa mentalidad imperialista, que además de justificar el colonialismo y el genocidio de los pueblos indígenas, comulgan con teorías de superioridad racial y que por lo tanto se oponen a cualquier avance relacionado con el reconocimiento de los derechos de dichos pueblos.

Concluida la ocupación militar del territorio mapuche, la institucionalidad, a través de sus personeros de gobierno pertenecientes a esa elite privilegiada, con mentalidad supremacista, apoyados por el sistema educacional por ellos mismos diseñado y sumado por los medios de comunicación por ellos controlados, quisieron desvincular a los mapuches de su nación milenaria para reemplazarlo por la de ellos aún en construcción. Bajo la premisa de integración se promovía la asimilación al naciente estado, no como pueblo, sino como ciudadanos en condiciones de desigualdad y sumisión.  Le quisieron borrar su cultura y su memoria colectiva, le tergiversaron su historia y mediante el lavado cerebral o adoctrinamiento se les impuso la uniformidad cultural y las ventajas del “paraíso” de la nueva civilización, pero también fracasaron.

La uniformidad cultural impartida a los mapuches desde su infancia en los centros de educación básicas en ambos países sólo tuvo efecto adverso momentáneo, porque la cultura mapuche es más fuerte que aquella en construcción- Lo mismo sucedió con la historia que está en continua revisión por los nuevos antecedentes que emergen y desmienten la historia convenientemente inventada para cumplir los objetivos colonialistas. El proceso de transculturación forzado que significaba la total asimilación cultural incluyó también el cambio de nombres de los lugares sagrados, los ríos, los volcanes, los lagos y montañas para espiritualmente desarraigar a los mapuche de su entorno natural, pero los mapuche no lo olvidaron y hoy restituyen sus nombres originales. Tampoco valió obligar a los mapuche rendir homenaje a los héroes de los nuevos estados, que nada tienen que ver con su nación, historia y cultura, los actos cívicos, como el “Día de la Raza,” los desfiles escolares en la parada militar, cantar el himno nacional o el juramento a la bandera, porque la nación mapuche tiene sus propios héroes, sus propios símbolos nacionales y fechas conmemorativas preexisten a la formación de los estados de Argentina y Chile.

En Chile después de casi 140 años desde la ocupación del territorio mapuche, están discutiendo, por primera vez, una constitución con la participación de representantes de diversos sectores de la sociedad chilena y también con integrantes de los pueblos indígenas. Entre los temas en discusión están la intención de declarar Chile como un país plurinacional e intercultural que abriría las puertas a todos los sectores y naciones que componen el país, que sin duda de aprobarse sería un avance importante en el fortalecimiento del sistema democrático chileno. Sin embargo, para las comunidades mapuche el problema principal persiste, la restitución de su territorio ancestral, el respeto de los tratados, el reconocimiento de sus autoridades tradicionales y la restitución de su autonomía y libre determinación, haciendo imprescindible también el rescate del koyang, porque hoy más que nunca recobra relevancia para restablecer el diálogo de nación a nación en momentos históricos tan cruciales para el estado chileno.

Bibliografía

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6). Carlos Contreras Painemal – Tesis Doctoral – “Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española, la República de Chile y la República de Argentina” – Freien Universität Berlin – 16 de diciembre, 2010.

7). Carlos Contreras Painemal – Tesis Doctoral – “Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española, la República de Chile y la República de Argentina” – Freien Universität Berlin – 16 de diciembre, 2010.

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9). Fundación y Bases Jurídicas – Constitución del Reino de Araucanía y Patagonia
https://www.mapuche-nation.org/espanol/html/reino/documentos/doc-05.htm

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14). Archivo Ibero – Americano. Reales Colegios de Nobles Araucanos (pág. 237). Revista Trimestral de Estudios Históricos – Publicada por los PP. Franciscanos.  Abril-Junio de 1970.  Núm. 118.

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17). Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados. Convención de Montevideo 1933
https://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-40.html

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20). Crónica Militar. D. Leandro Navarro, [Teniente Coronel retirado de Ejercito] Tomo II. (Pág. 104). Santiago de Chile. Imprenta i Encuadernacion Lourdes – Arturo Prat 274 – 1909.

21). Sergio Villalobos R. Nuevas Fantasías y Errores en la Historia de la Araucanía – Cuadernos de Historia  no. 38 Santiago jun. 2013 – versión On-line ISSN 0719-1243 – Profesor Titular, Universidad de Chile; Universidad Bernardo O’Higgins. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-12432013000100006

22). Cuadernos de Historia  no.38 Santiago jun. 2013 – NUEVAS FANTASÍAS Y ERRORES EN LA HISTORIA DE LA ARAUCANÍA – Sergio Villalobos R. Profesor Titular, Universidad de Chile; Universidad Bernardo O’Higgins. – http://dx.doi.org/10.4067/S0719-12432013000100006 

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