Puel willimapu-lof newentuaiñ Inchiñ costa del lepa, Chubut-Argentina
Purram antu, mari kiñe kullen tripantu, 9 de marzo de 2021 pita winka
Crónicas de una devastación territorial anunciada: Juana Estela Antieco (Antu co) mapuche Tehuelche.
Por estas latitudes de América Latina morena, otrora Territorios autónomos, soberanos y llenos de vida. Aquí mismo, donde la resistencia y la recuperación territorial siguen siendo catalogadas como actos terroristas, donde permanentemente se violan derechos humanos, y donde la persecución hacia el pueblo mapuche, mapuche tehuelche son una constante. Y si bien estamos ya acostumbrados a vivir sobresaltados de tantos atropellos, desalojos, persecuciones y tanto peregrinaje, hace unos días, experimentamos unas jornadas de lo más dolorosas, con los incendios intencionales de miles de hectáreas de bosques, que dejaron sin casas y sin nada a mucha gente, además de personas y tantísimos animales muertos. Nos calcino el alma, el corazón, el cuerpo y la memoria nos quedó obstaculizada en esas macabras horas del gran desastre.
Cada uno a su manera, en este espacio ancestral, se aferró a la forma de pedir, rezar u orar, hasta creo hubo suplicas y desgarradores llantos. Yo me aferré a la espiritualidad de mis ancestros, había regresado de participar en una gran ceremonia levantada por nuestra máxima autoridad, era ya de noche, estaba en mi comunidad (lof) Costa de Lepa, cuando; con la débil señal en mi celular, recibía las noticias de que el fuego avanzaba muy rápido. Era un rio brioso, candente e imparable, los bosques gemían de dolor al paso de la destrucción, los animales corrían desesperados sin rumbo, tratando de encontrar salida. Las familias desesperadas y desesperanzadas porque el fuego, potenciado por el fuerte viento, no se detenía y avanzaba a pasos imparables, reduciendo a cenizas todo lo que tenía a su arrasador paso. Unos 100km en línea recta, de cerros(winkul), montañas (mahuiza) y ríos (leufu) me separaban. No deje de pensar por ningún momento en los lagmen (hermanos), amigos, compañeros y familias que estaban en el epicentro en esas horas. Dolía el pecho, se aceleraba el pulso, todo a esa hora de la madrugada eran interrogantes.
Salí afuera, en busca de aire, hasta de respuestas, miré el cielo con estrellas que brillaban y titilaban hermosas. Di vueltas en círculos, abrí mis brazos, mi pensamiento (raquizuam) mi corazón (piuke) y hablé con las fuerzas (newenes), con los dueños (nguen) de cada vida. y pedí que la lluvia (mawun) llegue con fuerza y pronto, que el viento (kurruf) que por esas horas soplaba implacable, calme su rabia y cese su bravura. Muchos mapuches fuimos los que nos entrelazamos imaginariamente, por esas angustiantes horas, a ceremoniar, cada uno a su forma a su tiempo y modos lo hizo. Fue un único y fuerte pedido de abundante lluvia (futra mawun). Aunque no crean llovió fuerte en esa zona, hubo truenos (tralkan), relámpagos (lüfke) esa madrugada. Y con los incipientes albores, vislumbraba el sol (antu) que brillaría imponente en el cielo (huenu mapu). Y tal vez, así todos puedan comprender, lo que provoca la ambición desmedida del hombre, del sistema capitalista, de los terratenientes, de los intereses mineros, de los amigos del poder y del poder mismo.
Fueron horas de mucha angustia, de pensar el “porque”, de no entender la avaricia, el desamor, la ambición que habita en seres ruines para tamaña acción. No hay MEMORIAS por nuestro territorio (taiñ wallmapu) de semejante bestialidad, al menos yo no lo viví, ni recuerdo, no existen relatos de mis antepasados. Este atentado no solo es a los bosques, a todos los seres humanos, a los animales, sino que es hacia la biodiversidad (itrofilmoguen) hacia todas las formas de vidas con las que co-habitamos. Atenta contra los lugares sagrados, espirituales donde están las fuerzas que nos dan vida, que las originan, regulándolas de modo equilibrado, ordenado y circular. Esta es la visión que tenemos los pueblos indígenas de entender el territorio que habitamos, y que nos habita, ese que nos nutre desde la existencia uterina, para acogernos en todo nuestro andar, del plano existencial por el territorio (wallmapu). Entendemos que cuando ocurren estas cosas, peligra nuestra existencia territorial y espiritual como seres humanos, y del resto de vida tangible y no tangible.
Existe un plan para atentar, para exterminar, lo que nuestros ancestros supieron cuidar perenemente, manteniendo una relación armónica, de respeto y de gratitud si se quiere. No podemos como hijes de la tierra quedar en silencio, no vociferar, no exigir, no acongojarnos, no desgarrarnos de dolor y, que todo eso se transforme en resistencia, más que nunca; porque seriamos cómplices de los escocidas, de los terricidas y genocidas que han planificado estos incendios, ellos saben perfectamente donde atacar, teniendo en cuenta que nunca se queman los campos de Benetton, ni de Joe Lewis, ni de Tunner por nombrar algunos usurpadores.
En síntesis, esto no es otra cosa que la continuidad del sistemático genocidio indígena, con nuevas estrategias, hoy no necesitan armas, ni mover tropas, ni pesada artillería, a medida que avanza el modelo capitalista, extractivista y depredador, una nueva forma de opresión, de muerte nace. Por esta parte del mundo, los poderosos de siempre se reciclan, van avanzando en sus objetivos, de acumular capital, riquezas, las mismas que también les dan impunidad absoluta. Entonces quienes padecen las consecuencias de este siniestro plan en esta zona somos los mapuches tehuelches, las graves consecuencias en nuestras vidas completas, nos empobrecen más, detrás de esto, se avizora un nuevo plan de exterminio.
En el norte es la falta de agua, la tala indiscriminada de bosques y el hambre, mientras que en el sur son los incendios, la desaparición de lagos y ríos, la venta indiscriminada de tierras, lo que es un negocio redondo para unos pocos. La operatividad con la que cuentan los mercenarios capitalistas, de las mineras, petroleras, agro negocios, e hidroeléctricas en conjunto con los gobiernos que se dicen populares y democráticos, es la combinación perfecta de este modelo propiciado para un selecto grupo de le elite capitalistas y terratenientes.
El día 19 de marzo de 2021, pudimos llegar hasta una parte de la tierra arrasada, ese lugar que turísticamente a nivel regional y mundial se conoce como la comarca andina del paralelo 42. No hay relato que contenga la magnitud de este asesinato ambiental, social, económico, cultural y espiritual, que duele, atraganta, enmudece, estruja el espíritu (pullu) contra el territorio ancestral, (wallmapu) para nosotros los mapuches – mapuches/tehuelches. El paisaje cambio, el aire, el ánimo, lo verde se tiño de ocre, los pasos apresurados o lentos de muchos, levantan polvareda de tierras, que se entremezclan con los humeantes árboles que aún no se apagan por completo.
Así fue que unos pocos movilizados por la codicia decidieron que la madre tierra, (ñuque mapu) quede estéril, gris, oliendo a muerte calcinada, a hollín, a humo, a dolor, tristeza, rabia contenida, indignación, a lágrimas que brotan desde lo profundo. Todo ese cumulo de emociones que se juntan y entremezclan con lo más puro que emerge por estos días. El amor, la reciprocidad, el cuidado y la ayuda colectiva, la fortaleza y esperanzas de saber que, a pesar de todo, están vivos y mientras haya aliento (aukin), hay posibilidad de transformar todo lo malo, en un mañana con caricias del sabio sol (antu), que volverá imponente a brillar de nuevo, en este hermoso sur (willi).
Ni siquiera tienen tiempo de asear sus rostros, ni cambiar su ropa, además, escasea el agua (ko), ese bien preciado dador de vida, que defendemos desde siempre, ahora tan necesario, solo alcanza para lo mínimo; unos mates para entibiar el alma. Esos escenarios se fusionan con los ruidos de motosierras, serruchos y martillos que van dando forma a las nuevas casas que resurgen de las cenizas, para volver a cobijar en sus regazos a ellos, ellas, elles, a quienes el fuego les llevo todo, y que hoy su único cobijo es el inmenso cielo, y la fortaleza de volver a “ser uno” (kiñe guetuam).
Muchos continúan con la ardua tarea de terminar de extinguir los focos calientes, casi sin instrumental, ni ropa adecuada, ni calzados reforzados, sin asistencia de un ESTADO; ausente, así nomás salen, a realizar tareas de brigadistas sin serlo. En el cerro león (winkul pangui) de la lof Cañio, el fuego sigue activo, en lugar inaccesible, pero a la comunidad los moviliza su pertinencia, su ancestralidad con ese espacio territorial, el dolor y el amor por salvar del fuego, los pocos bosques nativos que quedan, de resguardar ese territorio que marcó sabiamente el origen, el linaje familiar, el ser, y que nos sana con las bondades de su medicina ancestral (lawen).
Siempre el capitalismo, arremete en todo el mundo, aquí créanlo es mayor la embestida, que modifico miles de hectáreas de la geografía patagónica. Alambro, cerco, privatizo, expulso, se apropió de bienes comunes y se encargó de plantar millones de hectáreas, con especies que son de alta combustión, como los pinos y el curro verde. Significaron millonada de pesos, para un selecto grupo de usureros, hoy como resultado es la devastación para miles de obreros, artesanos, defensores del agua, y comunidades mapuches que resisten de múltiples formas, que no saben de rendirse y si, de resistir. Sobran las palabras de alientos, el amor, la fortaleza, la dignidad, y la solidaridad de todo el pueblo hermoso organizado, mientras que escasean las acciones de un gobierno inescrupuloso, que ni siquiera pudo recorrer las zonas afectadas, sin plan de contingencia y actuación en la emergencia, porque ha decidido traicionar a un memorioso pueblo, que defiende el agua y no la cambia por espejitos de colores.
En conclusión, por esta partecita del mundo, donde se defiende LA VIDA; este inicio de otoño (rilmu) comenzó vertiginoso, cargado de múltiples sensaciones y emociones que nos atravesaron profundo. Serán muy difícil de olvidar esas vicisitudes, esas imágenes, esos abrazos, los alientos, que quedarán grabadas a fuego en nuestras retinas, en nuestros cuerpos y memorias, para convertirse en el relato de nuevas generaciones.