Reino de Araucanía y Patagonia:

Las Imputaciones Contra el Rey Aurelio-Antonio no se Ajustan a la Realidad ni Tienen rigor Histórico

Por Reynaldo Mariqueo - 1º marzo, 2014

I. Introducción

La fundación en noviembre de 1860, en el territorio Mapuche o Araucano, de un gobierno monárquico constitucional y la proclamación de Orélie Antoine de Tounens como el primer Soberano del estado Mapuche causó en los gobiernos de Chile y Argentina reacciones inusitadas con efectos de larga duración. Para comprender el motivo de la arremetida publicitaria orquestada por la elite de ambos estados, contra el gobierno monárquico y en particular contra el Rey Aurelio Antonio I, es fundamental situarse en el contexto histórico en el que se desarrollaron los hechos. Asimismo, es necesario cerciorarse de la política expansionista de ambas repúblicas, quienes en 1860 ya tenían un plan de estado definido de ocupación del territorio Mapuche y de otros pueblos originarios, que los críticos del Rey Aurelio Antonio omiten mencionar.

Rey Aurelio-Antonio I con poncho Mapuche Es importante considerar también que cuando se fundó el Reino de Araucanía y Patagonia (RAP) en 1860, el gobierno chileno tenía un discurso contradictorio en relación con su jurisdicción territorial. Por un lado tomaba medidas jurídicas y militares tendientes a anexar el territorio mapuche y por el otro un discurso conciliatorio y de negociación con las autoridades mapuches que encabezaba el Toki Mañil, a quien le prometía de manera farsante que respetaría la frontera existente. El río Bío-Bío era la línea fronteriza establecida en el tratado de Killen el 6 de enero de 1641 entre la nación Mapuche y la Corona de España. Por lo tanto, a efectos legales, esta demarcación fronteriza fue heredada por Chile, la cual, después de su independencia de España en 1818, ratificó en el tratado de Tapiwe de 1825.

El gobierno chileno valiéndose de su superioridad armamentista organizaba incursiones militares en el territorio mapuche para mediante la muerte y el terror arrebatarle al pueblo mapuche su territorio, su independencia y subyugar a la población. Este era el panorama; “entre noviembre de 1859 y el otoño de 1861 (…): “rucas incendiadas, plantaciones arrasadas, algunos indios hechos prisioneros, otros fusilados junto a españoles capturados con armas en la mano, y arreo de ganado para alimento de los soldados y para ser vendido, recuperando parte de los gastos. El Coronel Villalón hizo quemar, en una de las internaciones, más de 20.000 fanegas de trigo y cerca de 300 rucas.” (1)

Considerando lo anterior, el Reino de Araucanía y Patagonia nació en un período conflictivo de tribulación para una gran parte de las comunidades mapuches fronterizas, donde el silbido de balas y flechas se cruzaban persistentemente. Como parte de la estrategia militar las autoridades chilenas sobornaban algunas autoridades mapuches adyacente de la frontera; algunas de ellas eran neutralizadas con falsas promesas y con otras acordaban alianzas por las cuales se les ofrecía un puesto y un sueldo en el ejército para, bajo el pretexto que les entregasen a los españoles (aliados de los mapuches), poderlos controlar para eventualmente obligarlos a luchar contra sus hermanos. El tratado de Negrete de marzo de 1803 entre la Corona de España y la nación Mapuche obligaba al mapuche y al español a apoyarse recíprocamente frente a la agresión de terceros. Y lo que es más, durante el período de la formación del RAP aún vivían en la Araucanía y luchaban junto al mapuche en defensa de la frontera un importante número de españoles.

No obstante el estado de guerra que se vivía en el período de la fundación del RAP, desde el punto de vista de las autoridades mapuche, tanto Chile como Argentina oficial y públicamente admitían -en 1860- la vigencia de la frontera que los dividía con el pueblo Mapuche y otros pueblos originarios del Cono Sur. El intercambio de mensajes oficiales entre ambas parte así lo confirman; en septiembre de 1860 el Toki Mañil en mensaje enviado al presidente chileno Manuel Montt, le notificaba que Saavedra le había comunicado la vigencia de la frontera existente: “el Intendente Sabedra (…) nos mandó decir que seguida la paz, que nadie robase y quedando el rio Bio-bio de línea divisoria.” (2)

Dentro de este escenario es lógico suponer que estos pueblos se consideraban libres e independientes y por lo tanto tenían derecho a decidir por ellos mismos su futuro, como cualquier otra nación soberana. Si evaluamos el evento histórico desde esa realidad objetiva se sobreentiende que las autoridades mapuches eran conscientes que sus pueblos no formaban parte de la jurisdicción de los estados mencionados y por lo tanto la formación del RAP se enmarcaba dentro de ese contexto, del goce y manejo de sus asuntos internos. Ahora bien, “que a Chile no le haya gustado que los mapuches adoptasen un nuevo sistema de gobierno es otro asunto, y es por lo demás una cuestión que no les era de su competencia, ya que fue un asunto de política interna de un Estado soberano.” (3)

II. Satanización del Mapuche y de Orélie Antoine de Tounens.

Los ataques calumniosos contra el Rey Aurelio-Antonio I se complementaban con la satanización del mapuche. Esto no es difícil de sospechar ya que era una táctica orientada a preparar sicológicamente a la población criolla para la guerra. El tono del lenguaje empleado en esa época por quienes preparaban la invasión del territorio mapuche así lo confirma; Cornelio Saavedra incitaba a las autoridades chilenas a ocupar por medio de la fuerza militar la Araucanía y tratando de justificar lo injustificable, comentaba: “Así también se despejaría el asilo de los malhechores y se cerraría la puerta a las locas aspiraciones de cualquier aventurado extraño, que halagando en los salvajes las naturales propensiones de rapiña, pretenda erigirse dentro de nuestro país en un poder autonómico que, quien sabe, si no contaría con alguna protección que no sospechamos… (4).

Las autoridades chilenas y argentinas alteraron el status quo existente y el ordenamiento jurídico que lo sostenía y que había sido convenido durante siglos de relaciones entre el pueblo Mapuche y la Corona de España, subsecuentemente la vigencia de la frontera fue también ignorada y sus propios tratados y constitución vulnerados. Los estados criollos utilizaron todas las técnicas de propaganda de guerra posible, basada en directrices que, planificadas o no, tuvieron todas las características de una guerra psicológica: desinformación, mentira, omisión, engaño y manipulación de los hechos que convertía al agredido en agresor. Para obtener el consentimiento de la población, se volvieron a evocar los estereotipos y métodos utilizados durante la propaganda imperialista española de varios siglos antes, con similares propósitos, pero que con el correr del tiempo habían sido superadas por una política constructiva de cooperación, intercambio comercial y de coexistencia pacífica.

Ha transcurrido más de un siglo y medio desde la fundación del Reino de Araucanía y Patagonia, sin embargo la institucionalidad chilena quiere salvaguardar a toda costa la visión pintoresca creada sobre el Reino Mapuche. La campaña de demonización del mapuche y las injurias y calumnias contra el Rey Aurelio-Antonio I sólo han cambiado de carácter, se actualiza en el tiempo y hoy se multiplica a través de las redes sociales y el uso de otros medios tecnológicos de la información y la comunicación. La promoción de la versión creada sigue causando polémica dentro de los historiadores e interesados en el tema. Hoy podemos ver en Internet, páginas webs, grupos Facebook, blogs u otros, abundante material informativo de las más variadas fuentes, corrientes de opinión y hasta en diferentes idiomas.

También aparecen en el escenario individuos que, como en el pasado, se auto designan portavoces del Reino de Araucanía y Patagonia, pero que no tienen ninguna vinculación con la Casa Real. Para indicar tan solo un ejemplo, un chileno llamado Antonio Gil, que hasta hace poco se hacía pasar como el Cónsul General del RAP en Chile, mantiene una página en Facebook bajo el nombre de “Reino de la Araucanía y la Patagonia”; en relación con el  Rey Aurelio-Antonio I y la fundación del RAP señala que: “fue un intento de formar un reino en las tierras del sur ocupando la totalidad de la Patagonia argentina y un pequeño segmento del sur de Chile”.(5) En otras palabras, según él, el Reino de Araucanía y Patagonia no existió porque fue tan solo un “intento” y que éste “intento” tuvo lugar en territorio chileno y argentino, es decir no en territorio Mapuche, ‘con esta clase de amigos quién necesita enemigos’.

Considerando que su página Facebook lleva el nombre de “Reino de la Araucanía y la Patagonia” para muchos lectores interesados en el tema, les deja la sensación que la información proviene de fuente oficial del Reino. Esta impresión se ve corroborada porque simula tener afinidad con la causa monárquica al incluir en su contenido algunos documentos oficiales y gran cantidad de fotos emanadas de la Casa Real, a esto le agrega slogans, tales como ¡Viva SAS el Príncipe! o ¡larga vida al Rey! Para presumiblemente convencer al lector que se trata de un sitio web de apoyo al RAP y por lo tanto el material que se publicita fidedigno.

El viejo eslogan “las apariencias engañan” pocas veces es más cierto como en este caso porque como el propio Sr. Gil señalara en una reciente entrevista a un periódico chileno sobre el Reino de Araucania y Patagonia, que obviamente no publicó en su sitio facebook: “Hay dos tipos de personas metidas en este asunto, las que de frente lo toman como chiste y las que se lo toman muy, pero muy, en serio, quien asegura que, claramente, no pertenece al segundo grupo”. (6) La pregunta que salta a la vista es, si para Antonio Gil el Reino Mapuche es tan solo un chiste ¿por qué pierde su tiempo en mantener una página?, ¿qué lo motiva?, ¿cuál es su función?

En la década de los años 60 al 80, otro chileno, Cesar Navarrete* alias Lonko Quilapan, contactó al fallecido Príncipe Felipe, su misión era claramente confundir al Príncipe y hacerlo parte de su campaña de desinformación. En su carta de presentación Cesar Navarrete le comunicaba al Príncipe que él era descendiente directo del legendario héroe mapuche y promotor del gobierno monárquico en 1860, Lonko Kilapan. Durante ese período el gobierno chileno tenía a Cesar Navarrete como la persona clave para conceder entrevistas a los medios de comunicación (especialmente extranjeros) interesados en conocer la realidad mapuche y en particular la opinión mapuche sobre el Reino de Araucanía y Patagonia.

En abril de 1989, Cesar Navarrete, fue desenmascarado como un impostor por los dirigentes mapuche, después de que hiciera declaraciones a la prensa en nombre de una organización ficticia que supuestamente representaba a todos los pueblos indígenas de Chile. La ofensiva mediática fue organizada probablemente por los servicios de inteligencia chileno al cerciorarse que ninguna organización o Lonko (autoridad mapuche) se pronunciaba en contra de la visita al Wallmapu del Príncipe Felipe. Frente a esta frustrante realidad y como una medida desesperada y de última instancia inventaron una organización indígena y también a un “Lonko” para condenar la visita del Príncipe, porque según afirmaba; "atenta contra la seguridad exterior y soberanía del Estado." (7)

Pareciera que la estrategia publicitaria de Antonio Gil, como lo fue antes la de Cesar Navarrete se complementan. Pero eso no es todo; al observar el sitio Facebook, entre los comentarios irónicos sobre el Reino, se puede percibir una intención claramente manipuladora de poner en contra a los mapuches con la Casa Real. Esta sutil estratagema se hace al verter comentarios halagadores y/o sarcásticos de destacados dirigentes mapuches que no tienen ninguna comunicación y ni quizás simpatía con el RAP, el objetivo es causar en los mapuches una reacción de repulsa y de hostilidad hacia el RAP. Pero el ‘fin justifica los medios’, sus entrevistas tienen algún tipo de recepción nacional e internacional y así como Cesar Navarrete hoy su nombre integra la nómina de “Directores Honorarios de Categoría Especial Fundadores” de la Corporación de Defensa de la Soberanía, organización integrada por militares nacionalistas chilenos, nos queda la duda sobre la función del Sr. Gil en los aparato de inteligencias o de seguridad del régimen “democrático” chileno.

No cabe duda que los motivos de la desenfrenada campaña de mentiras y calumnias contra Orélie Antoine tuvieron mucho que ver con su integración en la sociedad y cultura Mapuche y la responsabilidad que las autoridades mapuche le encomendaron. Naturalmente, para los gobiernos de Chile y Argentina, los mecanismos jurídicos establecidos, con la fundación de un gobierno monárquico, la adopción de una Carta Magna y de un mapa político oficial, no fue visto con buenos ojos por ambos gobiernos por las barreras legales vinculantes con el derecho internacional que erigía. Además representó, en su tiempo, un duro revés a la campaña de satanización de la cultura y pueblo mapuche, porque, según la visión orquestada sobre ellos, medidas tales como formar un gobierno nacional les eran atribuidos sólo a pueblos ‘civilizados’ y no a los ‘salvajes’.

Los historiadores criollos hasta ahora no pueden dar una explicación convincente sobre el hecho de que Orélie-Antoine de Tounens hubiese sido bienvenido y acogido en el territorio Mapuche por sus autoridades, en cuyo período la entrada del chileno y argentino les estaba prohibida. Este hecho nos revela que las autoridades mapuches de entonces sabían distinguir entre los winka (extranjeros) amigos y aquellos que tenían intereses directos en los países vecinos. Pero por sobre todo no pudo ser más frustrante para los estrategas chilenos que promovían la satanización del mapuche, el hecho de que un intelectual de origen aristocrático elogiase al pueblo mapuche a quien distinguía como un pueblo de “raza noble, de héroes”, que no solo valoraba su cultura y civilización sino que se integraba y disfrutaba de ella. Para asombro de la elite chilena el Rey aprendió el idioma de los “incultos”, usó los símbolos de los weychafe (guerreros) y hasta las vestimentas de los “salvajes”.

III. Se auto-proclamó Rey.

Este es uno de los argumentos más citados en publicaciones nacionales y extranjeras. Para sostener este discurso se omite mencionar los diversos eventos cívicos del pueblo Mapuche y el carácter democrático que convergieron en la elección de Orélie-Antoine de Tounens al trono de la Araucanía y Patagonia. La realidad de los hechos es muy diferente a la versión que la sociedad criolla trató de “oficializar” en la historia contemporánea. En efecto, Orélie-Antoine de Tounens, después de vivir entre los mapuches por más de un año y haber participado en numerosos Trawun (reuniones), se concluyó sobre la necesidad de reformar el sistema de organización política tradicional con el objeto de adecuarla a los estándares internacionales.

Después de casi un año de deliberaciones a lo largo y ancho del territorio mapuche, las autoridades mapuches concluyeron mayoritariamente que entre el sistema de gobierno republicano y el monárquico, este último era el que mejor los representaba. Se razonaba acertadamente, porque al crear un gobierno monárquico, éste se podría legítimamente prolongar en el tiempo. Asimismo, al adaptar la organización política tradicional a las normas internacionales se obtenía un sello de garantía jurídica que la calificaba para obtener el reconocimiento internacional a su independencia y lograr así establecer relaciones o alianzas con otros países del mundo.

Entre el 14 y el 17 de noviembre de 1860, las autoridades mapuche convocaron una asamblea constituyente de carácter nacional, en la que contó con la participación de más de 3.000 delegados provenientes de los cuatro butalmapu* (identidades territoriales) que entonces componían el Gulumapu y Puelmapu (Araucania y Patagonia), territorio que hoy se conoce como Wallmapu. Dicha asamblea consistió en un evento cívico-militar-religioso conocido en la sociedad mapuche como Futha Kollag* y concluyó con la adopción de una constitución nacional y la elección de Orélie-Antoine de Tounens como su Soberano. La constitución (aún vigente) sentó las bases jurídicas del Estado Nacional, determinó el tipo de gobierno y las normas en que se regiría la nación, además de establecer derechos y deberes de sus ciudadanos.

Un mes más tarde, desde el 25 al 30 de diciembre 1860, el Consejo de Lonko convocó nuevamente dicha asamblea, en la cual participaron un número similar de delegados provenientes de todas las entidades territoriales anteriormente citadas para ratificar la Constitución y la proclamación de Aurelio-Antonio I como el primer soberano del nuevo estado nacional. Todos estos antecedentes, que hoy se pueden obtener de diversas fuentes, contrasta con la versión que se intentó socializar por los colonizadores y que con el correr de los años fue y aún hoy es un referente erróneo no cuestionado por los historiadores criollos contemporáneos. El conocido historiador chileno José Bengoa en su celebrado libro ‘Historia del Pueblo Mapuche’, refiriéndose al evento dice: “Apareció en la Araucanía un francés con trazas de aventurero, iluminado y loco, que se proclamó Aurelio Antonio I, Rey de la Araucanía y la Patagonia.”(8)

Si admitiésemos por un instante la versión criolla sobre la supuesta autoproclamación de Orélie-Antoine, cómo se explica que instituyese un gobierno compuesto enteramente por mapuches, que presentara en una reunión del Consejo de Lonko una bandera unitaria y se desplazara libremente con o sin escolta por todo el territorio mapuche. Pero por sobre todo: ¿por qué los mapuche le permitieron entrar a su territorio 4 veces?, sin que se le confundiera por un enemigo, al mismo tiempo que cuando se ausentaba del Wallmapu, la máxima autoridad militar Mapuche, el Toki Mañil, comentaba “El Rey tiene que volver.” (9)

Si hubiese sido un blanco que se proclamó rey sin el apoyo y consentimiento del pueblo Mapuche, cómo se concibe que cuando se marchaba a Europa los mapuches esperaban su retorno. Además el “21 de enero de 1869 en el Parlamento de Tolten, Saavedra ofrece 2 almudes de pesos por la cabeza de Orélie Antoine 1º, el Pichirey,” (10) ¿por qué no se lo entregaron?, ¿por qué lo protegían? Además existe el testimonio de la esposa de Kilapan que muchos historiadores prefieren omitir que relata que “El rey Aurelio aconsejaba a Kulapang lo que tenía que hacer; él seguía sus pensamientos.” (11) El Lonko Kulapang o Kilapan había sido nombrado, por el Rey Aurelio-Antonio, Ministro de Guerra, por lo tanto era normal que debiesen discutir los asuntos relacionado con el cargo que desempeñaba.

Image of 1860 map of the  Kingdom

Hay otro testimonio registrado en la propia historiográfica chilena, que señala que el 25 de enero de 1870 participó en un combate en Collipulli “se presentaron compactas masas de indios, que se hacen subir a 1,500, entre los que se contaban los caciques Quilapan i Montri, acompañados del aventurero Orelie de Tounnes.” (12) Creo que podemos afirmar sin mayores reserva que la versión de autoproclamación de Orélie-Antoine, que se nos enseña en la historia, como que no cuadra y es bastante irracional, por decirlo suavemente.

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1860 Mapa del Reino de Araucania y Patagonia


Aceptar la noción de que Orélie-Antoine se proclamó el mismo rey de los mapuches, además de ser insultante es indigno para el mapuche, porque indirectamente se está corroborando la validez de la propaganda de guerra del enemigo, que sostenía que el “indio” era “primitivo” y que no sabía ni entendía lo que hacía. La visión creada era dejar la sensación de que el mapuche era un “salvaje”, fácil de ser manipulado y engañado por un europeo, al mismo tiempo que exponen un supuesto escenario de caos existente en el país mapuche.

Lo anterior representa un verdadero desafío para quienes conocen la cultura y la historia de resistencia del pueblo Mapuche, en particular si se pregunta, ¿cómo fue posible que un pueblo tan “primitivo” derrotara a dos imperios?, el Inka primero y después al español. Hay otro asunto, diversos historiadores nacionales y extranjeros coinciden en afirmar que durante la década de 1860 existía un estado de guerra y, a excepción de los comerciantes y curas, previamente identificados, ningún winka (blanco) podía ingresar al Gulumapu o Araucanía. El clima de tensión era tan sensible que aquel lonko que, sin la previa autorización de las autoridades pertinentes, permitiese entrar a un winka en el territorio mapuche, era severamente sancionado o incluso hasta obligado a pagar con su vida.

IV. Fue elegido por un grupo reducido de lonko.

Este argumento es reciente y es de suponer que esta es una pequeña concesión a la posición insostenible de “auto-proclamación” mencionada anteriormente, quizás menos nociva para la credibilidad de su campaña contra el Soberano. Es de suponer que frente a la amenaza del derrumbe de su propaganda, hoy optan -para no caer en el descrédito total- por lo menos perjudicial, es decir, admitir que el Rey Aurelio fue proclamado Rey pero… agregan, por un reducido número de lonko pertenecientes a un sólo Ayllarehue* (provincia): “Fue apoyado en sus pretensiones por Quilapan, jefe de los wenteche-arríbanos, quien buscaba aliados que pudieran servir en la lucha contra la invasión que se veía venir.” (13) En este mensaje se insinúa que el Rey Aurelio-Antonio I carecería de suficiente representatividad, para que la opinión pública y el pueblo Mapuche lo consideren como un suceso histórico relevante, digno de tomarse en serio.

En relación con la representatividad, si tenemos en cuenta que la asamblea constituyente soberana mapuche que eligió al Rey Aurelio-Antonio I en la que participaron más de 3.000 delegados, en representación de las cuatro jurisdicciones territoriales, con los actos de celebración de la primera Junta de Gobierno de los criollos (argentinos y chilenos) para declarar su independencia de España, creo que ambos actos no difieren sobre manera en lo que a legitimidad respecta, excepto en lo relacionado a la representatividad. En la asamblea del Cabildo Abierto de Buenos Aires del 25 de mayo (1810) en el que participaron sólo “la gente decente” fueron escasamente “251 personas”, y debatieron el destino de la colonia a espalda del pueblo que, apostado afuera en la plaza suportando el frío y la lluvia gritaban, “el pueblo quiere saber de qué se trata.”(14)

Por su parte, en Chile el Cabildo Abierto de Santiago que se realizó en el salón del Consulado el 18 de Septiembre del mismo año (1810) participaron: “unos trescientos cincuenta personajes de melena empolvada y ceremoniosamente trajeados con franc, sombrero de tres puntas, pantalón corto, medias de seda, zapatos hebillados de plata o de oro y espadín al cinto.” (15) Hay que hacer notar que la participación de los criollos republicanos en sus respectivos cabildos lo hacían a título personal, es decir se representaban así mismo, mientras que los lonko (jefes mapuches) lo hacían en representación de sus lof (comunidad) cada una de ella integrada por decenas y hasta cientos de familias.

Por el número y descripción de los participantes en el proceso de formación de las mencionadas repúblicas podemos concluir que fue elitista, clasista, sexista, urbano y regionalista, ya que fue conformada por la elite residentes en las actuales capitales de Santiago y Buenos Aires. Ellos fueron los que pasaron a controlar el poder político de las nacientes repúblicas, formados con los prejuicios sociales, racistas y clasista inherentes que los caracterizaba. Me imagino que estos antecedentes les hará pensar a muchos sobre la autoridad moral de los historiadores chilenos y argentinos para insinuar una supuesta “falta de representatividad” en la asamblea constituyente mapuche que dio origen al Reino de Araucanía y Patagonia.

Es de suponer que porque el evento tuvo lugar en el Ayllarewe (provincia) de los Wenteche del Toki Mañil y Lonko Kilapan y por ser ellos, entre otros, los promotores de la formación del Gobierno monárquico habría sido la decisión unilateral del mencionado Ayllarewe. Con este antecedente se trata de crear barreras antagónicas artificiales orientadas a confundir a la opinión pública y de paso crear una excusa para promover la disgregación entre las diversas entidades territoriales del país Mapuche.

V. Fomentó la rebelión indígena y causó la invasión chilena.

Ambas acusaciones están intrínsecamente vinculadas, aunque algunos historiadores lo mencionan separadamente y fueron utilizadas como un pretexto para ordenar el secuestro, encarcelamiento y juicio del Rey Aurelio-Antonio I y, al mismo tiempo “justificar” la invasión chilena del territorio mapuche, quizás éstos sean los argumentos más absurdos que se utilizan en la campaña de difamación en su contra. Sin embargo, sin ninguna corroboración histórica más que las retóricas de ciertos verdugos del pueblo Mapuche, como Cornelio Saavedra y la imaginación de los historiadores, seducidos por la frenética propaganda de demonización contra el pueblo Mapuche, son ampliamente citadas en los textos de historia y de enseñanza escolar como información fidedigna.

Cornelio Saavedra, quien aplicara en la Araucanía la táctica militar de “tierra arrasada”, que sembró la muerte, el terror y la desolación en la población mapuche, refiriéndose al Rey Aurelio afirmaba: “hay motivos para juzgarlo como un aventurero criminal, pues no cesó durante su permanencia en el territorio araucano de seducir y halagar los instintos de los salvajes para atacar las plazas de la frontera…” (16) Si bien Cornelio Saavedra reconoce teóricamente el “territorio Araucano” y la existencia de la “frontera” en la práctica la desconocía, al organizar redadas militares de pillaje en el territorio mapuche y pretender aplicar las leyes chilenas en un estado independiente vecino.

La infiltración militar desde los inicios de la fundación del RAP culminó, en enero de 1862, con el secuestro del Rey Aurelio-Antonio en territorio fronterizo con Chile por tropas de dicho país, seguida por una detención preventiva que se prolongó por casi 9 meses, en inhumanas condiciones penitenciarias. El Rey fue acusado de “fomentar la rebelión indígena” y de “perturbar el orden público”. Si observamos los motivos que fundamenta su detención, no nos puede causar más que una sonrisa por lo absurdo de los cargos en su contra, rebelión significa que una parte de los ciudadanos de un país se levantan contra el gobierno establecido para sustituirlo. Como se sabe en 1862 los mapuches tenían su propio gobierno, sus propias autoridades, constitución, nacionalidad y leyes por las cuales se regían, no eran ciudadanos chilenos ni argentinos, sino ciudadano del Reino de Araucanía y Patagonia. De tal forma que el proceso penal contra el Rey Aurelio-Antonio se basaba en supuestos ‘delitos’ ocurridos dentro de la jurisdicción del estado Mapuche.

Sin embargo, la parodia judicial contra el Rey Aurelio-Antonio I, no le fue del todo favorable al estado chileno, porque permitió que el Rey Aurelio-Antonio utilizase la tribuna que le daban para transmitir la veracidad de los hechos, para informar al mundo sobre la existencia de una nación independiente, libre y soberana que era víctima de continuos embates militares y la violación de su soberanía. Igualmente importante fueron las declaraciones del Rey que desenmascaraba la ilegalidad de su detención y de las bases del plan colonialista del estado chileno.

El Rey le refrescaba la memoria a sus captores, con la integridad y rectitud moral de quién se apega a los principios de la legalidad, la razón y el sentido común. Les recordaba: “Chile no ha tenido nunca derecho alguno sobre estos dos países [Araucanía y Patagonia] ni por conquista, ni por sumisión voluntaria; sus leyes han sido siempre mal conocidas allí; por tanto yo no podía violarlas…” (17) Como lo señalaba anteriormente Chile había ratificado oficialmente la frontera (río Bío-Bío) en el tratado de Tapiwe de 1825, dicha frontera había sido establecida entre la nación Mapuche y la Corona de España en 1641 y permanecido vigente durante todo el período colonial español en Iberoamérica.

Durante los alegatos en los tribunales chilenos, el Rey los interpelaba con pruebas y argumentos sólidos e irrefutables, inusual para quienes inventaron que era un ‘loco’: “El gobierno chileno reconoce pública y solemnemente la independencia de Araucanía: hace proyectos y planes de conquista, ¿Pensaría en conquistarla si ya estuviera en su poder? Habla de fronteras entre Chile y Araucanía; estos límites ¿no significan acaso que ahí (río Bío-Bío) se acaba Chile?” (18) Las autoridades chilenas utilizaban arbitrariamente su constitución política como herramienta jurídica para invocar potestad del territorio mapuche, pero el Rey le recordaba las normas básicas entonces existentes, el derecho a la consulta y el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos concernientes, en este caso del pueblo Mapuche: “la Araucanía no se ha adherido y Chile no puede obligarla a adherirse por la fuerza.” (19)

El Rey Aurelio-Antonio participó en la guerra, junto a los lonko que estaban en la vanguardia defendiendo la soberanía nacional, porque en la costumbre mapuche el Toki jefe máximo del país participaba en la guerra y porque el Rey era consecuente con la tradición y los principios que fundamentaban el naciente estado Mapuche. La participación del Rey junto con los Lonko Kilapan y Montri en el combate de Collipulli el 25 de enero de 1870, que mencionamos anteriormente, lo hizo en defensa propia, como lo reconocen sus propios enemigos, Collipulli es un lugar que está situado al sur del río Bío-Bío, es decir dentro del territorio Mapuche, por lo tanto el Rey y los Lonko estaban defendiendo la soberanía mapuche violada por tropas chilenas.

Hoy nos resulta irrisoria la noción de que el Rey Aurelio fue imputado de “violar leyes chilena” en el territorio de un país vecino, en un juicio político jurídicamente inadmisible, porque constituía una violación de la inmunidad de jurisdicción que gozan los jefes de estados, normativa internacional entonces vigentes y que se venía aplicando internacionalmente desde tiempos de los emperadores romanos. El hecho de que Orélie-Antoine era una perito en derecho internacional y de que sus argumentos presentados con elocuencia y asertividad eran tan demoledores y dañinos para la imagen que Chile quería proyectar ante la opinión pública internacional, que el gobierno prohibió que los alegatos del Rey fuesen publicados en la prensa chilena, como lo reconoce el periódico “Correo del Sur” de Concepción en 1862 el cual señala que: “las alegaciones de Su Majestad no podían ser publicadas porque serían perjudiciales para el país…” (20)

Sin embargo, otros historiadores afirman que fueron las declaraciones hechas por el Rey Aurelio Antonio durante los interrogatorios en los tribunales chilenos las que habrían hecho reaccionar a las autoridades gubernamentales, al constatar que efectivamente Chile no tenían jurisdicción en la Araucanía: “Sus argumentos contra la efectividad del dominio chileno en la Araucanía impresionaron tan profundamente a la opinión y al gobierno, que la pintoresca aventura tuvo la virtud de actuar como reactivo […], precipitando los esfuerzos para incorporar aquellos territorios a la soberanía nacional.” (21)

Culpar al Rey Aurelio-Antonio de causar la invasión chilena en 1862 no tiene sentido porque contradice las medidas militares y jurídicas que Chile venía implementando, previo a la fundación del Reino, destinadas a anexar el territorio Mapuche. Esto lo podemos constatar en la Constitución de 1822, que con el objeto de simular un vislumbre de “legitimidad” el gobierno chileno incorporó arbitraria e ilegalmente en su Constitución parte del territorio Mapuche-Williche, según lo establece el Título Primero, “De la Nación Chilena”, Artículo 3, señala: “El territorio de Chile conoce por límites: al Sur, el Cabo de Hornos; al Norte, el despoblado de Atacama; al Oriente, los Andes; al Occidente, el mar Pacífico. Le pertenecen las islas del archipiélago de Chiloé, las de la Mocha, las de Juan Fernández, la de Santa María y demás adyacentes.” (22)

La Constitución anteriormente mencionada (1822) contradecía a la primera Constitución chilena del 10 de agosto de 1818, que fue “sancionada y jurada solemnemente el 23 de octubre del mismo año por el Supremo Director de Chile” y padre de la patria chilena, Bernardo O’Higgins. En el Titulo IV, Capitulo IV, Artículo Primero señala: “El Estado de Chile se halla dividido por ahora en tres provincias: la capital, Concepción y Coquimbo.” (23) Esta constitución refleja la situación geopolítica existente al momentos de la fundación de la República de Chile en 1818 y como se establece en ella, desde el río Bio-Bio al extremo austral de lo que hoy es Chile no formaban parte del utis possiditis (territorio heredado de España) concepto jurídico del que Chile dice basarse para reclamar posesión de su actual jurisdicción territorial.

A los antecedentes anteriores, se suma las incursiones militares periódicas en territorio Mapuche que comentábamos anteriormente. Es más, a fines de la década de 1840, el gobierno chileno tomaba medidas específicas predestinadas a expandir su jurisdicción territorial mediante el establecimiento de colonos europeos en el territorio mapuche. El 27 de julio de 1848 el presidente chileno Manuel Bulnes nombró a Bernardo Eunom Philippi como “Agente de Colonización”, quien fuera enviado a Europa para atraer emigrantes, principalmente de Alemania. Asimismo, en 1852 se crea mediante un decreto ley la provincia de Arauco también ubicada al sur del río Bío-Bío, todo esto antes que Chile concretara la ocupación militar de dicho territorio Mapuche.

Lo anteriormente señalado nos indica que los gobiernos de Chile y Argentina habían decidido el destino del pueblo Mapuche décadas antes de que Orélie Antoine de Tounens pisara tierra Araucana y, esto lo podemos apreciar en los proyectos expansionistas de ambos estados reflejado en los comunicados de los bandos castrenses, en las declaraciones de los representantes de gobierno y en la propaganda mediática, además de las medidas concretas de ‘limpieza étnica’ que paulatinamente despoblaba o reducía el territorio de las comunidades indígenas, para después poblarlas de emigrantes europeos.

Las medidas gubernamentales anteriormente mencionadas desmienten la versión creada, en el sentido que la invasión chilena se produjo como una presunta reacción del gobierno al cerciorarse de la presencia en la Araucanía de Orélie Antoine de Tounens, porque como podemos comprobar las ambiciones expansionistas chilena había comenzado décadas antes de su llegada al Wallmapu y de la fundación del Reino de Araucanía y Patagonia.

VI. El peligro de la creación de una colonia francesa.

La visión que hoy también se fomenta sobre Orélie Antoine es que habría sido un agente de Napoleón III y que obedecería a una política de corte imperialista francesa para establecer una colonia en el Cono Sur de América y de esta forma recuperar su prestigio internacional. El problema con esta teoría es el número de preguntas que surgen y que se contradicen con la realidad de los hechos; por ejemplo si efectivamente hubiese sido un proyecto imperialista del gobierno francés ¿porque entonces Francia no le suministró al Rey la ayuda logística necesaria? Si el Rey hubiese sido un mero instrumento de Francia, ¿por qué Francia no envío su armada y sus ejércitos? y, la otra pregunta que surge, ¿por qué Francia no suministró armamentos moderno a los weychafes y Konas? (guerreros mapuche).

Lo cierto es que no existen evidencias de fuentes independientes que señalen que el Rey Aurelio-Antonio haya sido un agente imperialista, solo existen conjeturas infundadas y un caudal de preguntas y dudas como las anteriormente señaladas que disputan esa noción. Asimismo es importante observar una serie de situaciones y eventos que cuestionan la lógica de la mencionada tesis, como por ejemplo, si Orélie Antoine hubiese sido un agente, no habría viajado al continente sudamericano en naves comerciales, no habría tenido que vender su oficina para costearse los pasajes a Chile, no habría tenido que mendigar por toda Europa en busca de préstamos para comprar armamentos o tratar de crear un contingente militar integrados por voluntarios y lo que es más importante, no existen evidencias que indique haber transferido sus derechos soberanos al gobierno francés.

De lo que sí hay certeza es que frente a la actitud indolente de los gobiernos europeos a las gestiones del Rey Aurelio-Antonio de reconocimiento internacional a la independencia del Reino Mapuche y la total indiferencia europea frente a los preparativos de invasión del territorio Mapuche por los estados de Chile y Argentina, el Rey Aurelio-Antonio empleó demagógicamente la misma técnica persuasiva que venían utilizando los estados nacionales de Chile y Argentina, es decir, el empleo de un lenguaje que entonces los estados europeos querían escuchar, la colonización del continente Sudamericano.

Sin embargo, la gran mayoría de historiadores coinciden en interpretarla como una táctica del Rey para captar apoyo europeo y en particular francés; curiosamente así también lo reconoce hasta sus más empedernidos enemigos, como Armando Braun Menéndez, uno de los críticos más tenaces del RAP quien comenta en su libro “El Reino de Araucanía y Patagonia”, que la inscripción Nouvelle France en la moneda del Reino fue una: “denominación encaminada a ganarse la simpatía de los franceses,” (24). Sin embargo, este hecho la maquinaria propagandista contra el Rey lo explota como una “prueba” del supuestamente proyecto imperialista francés del Rey Aurelio-Antonio I.

Como bien dice el dicho popular “del dicho al hecho hay mucho trecho”, las promesas de colonización francesa del Rey Aurelio-Antonio I fueron simplemente eso, promesas para captar adeptos europeos a los postulados independentistas del RAP. El compromiso con la causa independentista lo podemos comprobar en la creación de los propios símbolos nacionales del Reino Mapuche, que no tenían ninguna relación con los de Francia. Instituyó el escudo, sellos, el himno nacional, la bandera, adoptó el peso como moneda nacional, creo órdenes y títulos nobiliarios. Las colonias generalmente adoptan como símbolos propios aquellos del país colonizador y no toman medidas soberanas. El otro asunto importante que se debe considerar es la adopción por el pueblo Mapuche de una Constitución Política que creó sus propias instituciones y estableció un gobierno integrado enteramente por mapuches, poco característico de las colonias.

También es interesante observar los mecanismos jurídicos introducidos por el Rey Aurelio-Antonio en el gobierno monárquico que desintegra la supuesta tesis colonialista francesa que se nos quiso hacer creer. Como es de público conocimiento el Rey Aurelio instituyó procedimientos reglamentarios sobre la sucesión del futuro Rey, complementó el orden hereditario con el sistema electivo, tarea que se le encomendó al Consejo de Regencia, órgano creado con ese fin y que tiene la facultad para nombrar al futuro soberano. Este sistema es análogo al funcionamiento tradicional de los lof (comunidad mapuche), en el cual el título de lonko es generalmente hereditario, pero los miembros de la comunidad se reservan el derecho a ratificarlo o elegir a otra persona de la familia o de la comunidad si consideran que el sucesor por línea hereditaria directa carece de las cualidades individuales propias de quien debe dirigir y representar a su comunidad.

Con esta nueva cláusula introducida en el ordenamiento jurídico monárquico se puede prever que para el Rey Aurelio-Antonio las aptitudes personales del futuro monarca primaban sobre el estatus hereditario, prevaleciendo el compromiso del pretendiente al trono de respetar de manera incondicional e irrestricta la Constitución y la causa independentista del pueblo mapuche. Esta medida política es una corroboración más del compromiso del Monarca Mapuche de proveer con todos los mecanismos legales posible que permitiera asegurar la vigencia y por tanto el carácter perenne de la monarquía mapuche. Valga la obviedad, si hubiese sido un proyecto imperialista francés, el Rey no habría prestado atención a estos detalles jurídicos porque su cometido ya habría estado cumplido.

Lo cierto es que no era del interés nacional de las potencias europea reconocerles la independencia a un estado nacional que no le ofrecía ventajas económicas o solución a los problemas sociales que entonces enfrentaban. En cambio los gobiernos de Chile y Argentina no solo promovían y facilitaban la emigración europea, sino también seducían a su población con promesas de poblar territorios de pueblos indígenas aún no conquistados, como lo era el ‘caso’ Mapuche. En 1850 valiéndose del poco resguardo de las tropas mapuche-williche, el presidente chileno Manuel Bulnes designó a Pérez Rosales con el cargo de “Agente de Colonización”, cuya función era servir como “el ubicador de los colonos en el sur. Primero en Valdivia y luego en la fundación de la colonia de Melipulli (hoy Puerto Montt). Desde aquí se fueron extendiendo hacia el Norte los colonizadores alemanes, rodeando el Lago Llanquihue y la región de Osorno y Valdivia…” (25)

Podemos especular y darle el enfoque que queramos sobre este tema, pero lo cierto y real es que no fue Francia, sino Chile y Argentina los que colonizaron el territorio del estado Mapuche. La gran pregunta que nos queda es si hubiese sido Francia y no Chile y Argentina los que hubiesen colonizado el territorio del pueblo Mapuche, ¿habrían cometido un genocidio y establecido campos de concentración de exterminio?, ¿habrían practicado la limpieza étnica? Todo lo cual despojó a los mapuches de sus riquezas y tierras ancestrales y como consecuencia los redujo a la miseria y extrema pobreza. Mi opinión personal es que dudo que todo esto hubiese sucedido, porque el gobierno monárquico que estaba integrado enteramente de mapuches y los mapuches una vez reestablecido el intercambio comercial y adquirido las armas modernas requeridas simplemente no lo habrían permitido, como ya lo habían demostrado durante siglos de lucha y los sigue demostrando ahora contra la opresión neocolonialista criolla.

VII. Los Mapuche no entienden los conceptos de patria, independencia o gobierno Central.

Todos estos argumentos son persistentemente mencionados en diversos medios publicitarios para indicar que dado que algunos de estos conceptos no son propios de los indígenas no podían ser comprendidos ni aplicados por ellos. Cornelio Saavedra, arquitecto de la ocupación del territorio mapuche afirmaba enfáticamente: “Sabido i probado es que éstos carecen de ese sentimiento de patria que, prescindiendo de conveniencias palpables, defienden su territorio por el solo honor de defenderlo i perecer con su autonomía: este es un sentimiento que nace con la civilizacion i solo ella puede infundirlo. Los salvajes están mui distantes de abrigar tal sentimiento,…” (26)

Si tuviésemos que aplicar esa lógica del “estadista” chileno concluiríamos que los alemanes tampoco entienden el concepto de patria porque es un término de origen latín; que los ingleses no entienden de “democracia” porque dicho concepto fue inventado por los griegos o que los japoneses no entienden de libertad porque también es un concepto de origen latín. La verdad es que no existe pueblo en el mundo que sus habitantes no tenga expresiones particulares para demostrar sus sentimientos de pertenencia a una familia, a una comunidad, un pueblo o sociedad y por lo tanto a un lugar o territorio geográfico específico.

Al contrario de las afirmaciones de Saavedra, los mapuche podemos ser un ejemplo en ese sentido para países como Chile y Argentina, que crearon una imagen de patria y nación de la nada, países integrados por emigrantes venidos de diversas partes del mundo con poco o nada en común entre ellos. Los mapuches además de tener una identidad nacional definida y sólida, tienen una cultura y espiritualidad propia y, conceptos como Wallmapu (todo el territorio) y wallmapuwen (las personas que viven en el territorio) el lof (comunidad) y ngillatuhue (campo sagrado) y el concepto que el blanco desconocía ñuke mapu (madre tierra). A esto podemos agregar el espíritu de solidaridad y hermandad que los caracteriza y que demuestra el vínculo afectivo con sus semejantes y su entorno natural, que forma parte de su cultura milenaria. Y para que hablar de la determinación colectiva de defender el territorio de invasiones e injerencias externas, si esa conducta humana no es equivalente al ejercicio de un individuo de cualquier parte del mundo de defender lo suyo, su territorio, su patria, su libertad y su independencia, no sé qué es.

Asimismo, no tiene sentido suponer que los mapuches no tenían un gobierno central permanente o que no entendían o no podrían haber establecido un gobierno central de corte europeo. Esta idea es absurda si pensamos que es de público conocimiento que en tiempos de guerra el Consejo de Lonko convocaba a un Futa Kollog (asamblea nacional) para elegir a un Toki (jefe militar) quien establecía un gobierno de corte cívico-militar centralizado que se prolongaba durante todo el transcurso de duración de la guerra, por lo que se supone que ese tipo de gobierno no les era del todo desconocido.

Si consideramos además que el pueblo Mapuche se mantuvo en constante estado de guerra, la centralización era una conducta social obligada. Para aquellos que hoy siguen insistiendo en la idea de que el pueblo Mapuche no conocía de reyes y de gobierno monárquico, a pesar que los mapuches mantuvieron diversos niveles de relaciones con uno de ellos por más de tres siglos, incluyendo relaciones diplomáticas, resulta una presunción un tanto aventurada.

Es por ello que nos parece absurdo tomar en serio las retóricas de los políticos y jefes militares de ayer y de hoy que a pesar de los siglos de lucha del pueblo mapuche por su independencia, territorio y libertad, les resulte difícil reconocer el significado de esa lucha. El Coronel Saavedra, opinaba sobre el papel de Orélie Antoine: “Quilapan, influenciadas con las doctrinas de independencia que le inculcaba el llamado Rei Orelie, esplotando sus pasiones i aun su ignorancia.” (27) Esta visión de Saavedra contrasta totalmente con los conceptos utilizados por el Toki Mañil* en su carta dirigida al General Urquizar de la república Argentina, decía: “Los cuatro Huitral-Mapus están sometidos a mi autoridad de toqui principal en la guerra que sostuvimos defendiendo nuestro territorio y nuestra independencia, que nos quiere quitar el gobierno Montt, de Santiago.” (28)

Por otro lado, hay factores que los escépticos deberían considerar antes de sostener tan enfáticamente que la sociedad mapuche no utilizaba modelos ajenos a su cultura, a pesar del prolongado roce cultural existente con el mundo europeo a través de España. Lo cierto es que el pueblo mapuche ha demostrado históricamente una gran capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, ahí están los tratados firmados con sus adversarios que incluyó el establecimiento de la frontera entre ambos pueblos; los embajadores mapuche en Santiago; el comercio, los “Colegios de Nobles Araucanos”; los monasterios y la actividad misionera desarrollada en el interior del territorio Mapuche por la Iglesia Católica, puertos en territorio mapuche para incentivar el comercio, actividades todas producto de una política permanente de negociación que permitió la coexistencia pacífica y el desarrollo de una política de beneficio mutuo.

Lo anterior nos indica que históricamente los mapuches no son tan distintos al chileno o argentino en la adopción de elementos de otras culturas, como lo es hoy el uso del Internet y el uso de las nuevas tecnologías de comunicación. Los mapuches no son seres insulares, incapaz de adaptarse a los avances científicos y tecnológicos del mundo contemporáneo, cualidad que de ninguna manera significa que los mapuches se dejen asimilar, sino por el contrario adoptan con destreza elementos foráneos que les permite revitalizar y promover sus derechos e identidad cultural.

Es notorio que existió un proceso de minimización de la lucha y el significado de los avances jurídicos logrados por los mapuches en su guerra contra el colonialismo incásico primero y español después. Su importancia fue vilipendiada durante la propaganda de guerra promovida por personeros de gobierno y del ejército. Esta propaganda determinó, en gran parte, la visión que hoy se tiene sobre los eventos históricos del pueblo Mapuche, incluyendo los tratados, la frontera y la fundación del gobierno monárquico.

VIII. Llegó con una bandera, monedas acuñadas y la constitución francesa.

Estos comentarios están orientados a crear un retrato irónico del Rey Aurelio-Antonio con el fin de ‘asesinar’ su imagen representándolo ante el mundo como un excéntrico o loco. La idea que habría proyectado la creación del gobierno monárquico antes que pisara tierra Araucana, fue uno de los tantos mitos que surgieron de la nada como ‘evidencias’ multiplicadas, donde la indagación de los hechos, el sentido común y la lógica fueron desertados. Cuando observamos el proceso judicial en contra el Rey y el viraje adverso para el gobierno chileno de un juicio que no fue otra que una parodia que se aventuraba justificar lo injustificable, no les quedó otra que crear una visión satírica contra el Rey.

En el libro “El Intruso” se mencionan supuestos comentarios de Orélie-Antoine, enfocados justamente a reforzar esa visión orquestada que hemos venido explicando en este artículo. En el mencionado libro se señala: “Traigo una misión muy delicada, pero no creo oportuno, por ahora al menos, entrar en detalles. Sencillamente quiero decirle que vislumbro la posibilidad de convertir la Araucanía en un importante reino que, con el andar del tiempo, llegará a figurar entre los países del orbe. Tengo el respaldo del gobierno francés.” (29) En la portada y como subtítulo del mencionado libro, la autora habla de una “aventura”, de un “pintoresco y delirante” personaje que se “proclamó” rey en “territorios del sur de Chile y Argentina”. Como ya hemos aclarado anteriormente, Orélie-Antoine no se “autoproclamó”, lo proclamaron en territorio Mapuche y no en territorio chileno o argentino.

Para reforzar la teoría de ‘excéntrico’ o ‘locura’ del Rey Aurelio las autoridades chilenas llegaron al extremo de ‘plantar’ evidencias, mandaron a acuñar monedas del reino mapuche con la inscripción “Nouvelle France”, décadas ulteriores a la fundación del Reinado pero con fecha retrospectiva (1860) para de esta forma darle credibilidad a la teoría que Orélie Antoine habría planeado la creación del gobierno monárquico antes de su llegada a la Araucanía; veamos lo que dice un documento oficial del RAP sobre la historia numismática del reino: “La última pieza aparecida recientemente en el mercado es una pieza de cobre ‘Un Peso’ con fecha 1860 cuyo origen es totalmente desconocido. Se trata probablemente de una fabricación chilena reciente.” (30) La realidad de los hechos no puede ser más distinta, la bandera tricolor (azul, blanco y verde) fue introducida por primera vez en el Wallmapu en 1862 y las primeras monedas fueron acuñadas en 1874, ¡14 años después de la formación del RAP!

Los montajes o la plantación de evidencias que se armaron contra el monarca -hoy es una técnica común en Chile para incriminar a dirigentes mapuches que reclaman la restitución de sus tierras ancestrales- fue entonces utilizada contra el Rey Aurelio para sostener como válida una teoría que más tarde se revelaría como falsa. Sin embargo, este montaje fue y aún hoy es utilizado para mofarse y ridiculizar el carácter del Rey, describiendo su participación en la formación del gobierno monárquico como la acción propia de un “delirante” o un “loco”, porque para la elite criolla les era inconcebible aceptar la idea que un europeo en su sano juicio pudiese invocar como suyo los derechos de los “salvajes”.

En lo que se refiere a la constitución del reino mapuche, existe la tendencia de parte de ciertos historiadores criollos a enfatizar el origen francés de dicha Constitución, pero no admiten que ésta no es una excepción en la historia del constitucionalismo iberoamericano y de Europa occidental. Como está ampliamente demostrado en el campo jurídico, las constituciones del continente americano están inspiradas en los pensadores franceses del XVIII como Montesquieu, Rousseau y Voltaire y directa o indirectamente influenciadas por los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de agosto de 1789, proclamada por la Asamblea Nacional Francesa. Estas son las fuentes de donde emanan también la Constitución de Cádiz (España) de 1812 y The Bill of Rights de los Estados Unidos de América, y por consecuencia las constituciones de Chile y Argentina.

Finalmente, no sabemos si la elección de Orélie Antoine de Tounens al trono del Reino de Araucanía y Patagonia fue una decisión de las autoridades mapuches premeditada o fue una estrategia política precipitada para lograr reconocimiento internacional a su independencia, lo que si sabemos que la decisión fue acertada, porque era obvio que la gestión de un europeo que pudiese interceder por los intereses del pueblo Mapuche era más factible que fuese escuchada que si lo hacia un mapuche; no hay que olvidar los prejuicios raciales y estereotipos sobre los pueblos indígenas existentes en ese período en Europa, que en el caso del pueblo mapuche estaba nutrida por la campaña de demonización sostenida por los gobiernos y medios de comunicación de los estados de Chile y Argentina.

Orquestar una visión quijotesca para desacreditar al monarca, y con ello el evento histórico, era una invitación a la opinión pública para que no lo tomasen en serio y de paso prevenir que las nuevas generaciones de mapuche se sientan identificadas con dicho evento, cuyo objetivo final era opacar o prevenir cualquier brote de re-organización institucional del RAP con apoyo y participación mapuche.

Presumiblemente, la arremetida publicitaria contra el Rey Aurelio Antonio, se debe a las bases jurídicas sólidas en que el Gobierno Monárquico fue establecido, el apoyo unánime que recibiera de los más prominentes lonkos y otras autoridades tradicionales. Pero por sobre todo la perseverancia y lealtad de quienes asumieron la responsabilidad de mantener la Casa Real del RAP vigente hasta nuestros días; quienes, a pesar de los obstáculos se han mantenido fieles a la Constitución y el respeto a los principios que le dio origen, han sabido salvaguardar el estatus jurídico del gobierno monárquico y conservar intacta su calidad de sujeto de derecho internacional. Quizás éstos sean los motivos por los cuales los gobiernos neocolonialistas de Chile y Argentina la combaten y se esfuerzan en destruir.

IX. Bibliografía:

  1. Ocupación Militar de La Araucanía (1861-1883). Manuel Ravest Mora (Pág. 29).  Editorial y Encuadernación Licanray. Impresión: Impresos Bernatz, Santiago 1997 (Chile). Edición de 500 Ejemplares.

  2. Carta de Mangil Wenu al Presidente de la República de Chile, Manuel Montt - Mapo, septiembre 21 de 1860. Fuente: El Mercurio, Valparaíso, 13 de mayo de 1861.

  3. El desconocido Reino de Antonio Gil – The Clinic on Line - Simón Espinosa - 04 Febrero, 2014.

  4. Memoria del Comandante en Jefe de la Baja Frontera, don Cornelio Saavedra, pasada al Supremo Gobierno en 1º de junio de 1870. Pág. 20. Santiago, 1870.

  5. Reino de la Araucanía y la Patagonia: (Pagina Facebook):

  6. El desconocido Reino de Antonio – The Clinic on Line - Gil Simón Espinosa - 04 Febrero, 2014.

  7. Encuentro Histórico: Príncipe Felipe de Araucania y Patagonia se Reúne con Líderes Mapuches - Boletín Aukiñ  - Primer Semestre 1989

  8. Historia del Pueblo Mapuche Siglo XIX y XX. José Bengoa - (Pág. 186). Edición Sur Colección Estudios Históricos – Román Díaz 199 – Santiago, Chile.  2ª Edición 1987.

  9. Tomas Guevara y Manuel Mañkelef. Kiñe mufu trokiñche ñi piel – Historia de familias Siglo XIX. (Pag. 94-95). Temuko: Liwen & Santiago de Chile: CoLibris, 2002. Col. Mapu, 240 p.

  10. Compendio y agenda de la historiográfica Mapuche. Hernán Curiñir Lincoqueo (Nutxantufe Mapuche). Salesianos Impresores S.A. Temuko, Chile. junio 2008. Primera edición de 2.400 ejemplares.

  11. Tomas Guevara y Manuel Mañkelef. Kiñe mufu trokiñche ñi piel – Historia de familias Siglo XIX. (Pag. 94-95). Temuko: Liwen & Santiago de Chile: CoLibris, 2002. Col. Mapu, 240 p.

  12. Cronica Militar. D. Leandro Navarro, [Teniente Coronel retirado de Ejercito] Tomo II. (Pág. 104). Santiago de Chile. Imprenta i Encuadernacion Lourdes – Arturo Prat 274 – 1909.

  13. Memoria chilena. Biblioteca Nacional digital de Chile: Ocupación de la Araucanía (1860-1883)  Orellie Antoine.

  14. Revolución de Mayo: 25 Mayo, 1810 (Muy completo):

  15. Historia de Chile, Luis Galdames, (Pág. 267). 16ª edición actualizada por Francisco Galdames Ramírez y Osvaldo Silva Galdames, Editorial Universitaria, marzo de 1996.

  16. Tomas Guevara. Op. Cit., Tomo III. Pág. 301

  17. Historia del Reino de Araucanía – Una dinastía de príncipes franceses en América Latina. Philippe, Príncipe de Araucanía – El Dorado Biblioteca Hispanoamericana (Pág. 129).

  18. Historia del Reino de Araucanía – Una dinastía de príncipes franceses en América Latina. Philippe, Príncipe de Araucanía – El Dorado Biblioteca Hispanoamericana (Pág. 130-138).

  19. Historia del Reino de Araucanía – Una dinastía de príncipes franceses en América Latina. Philippe, Príncipe de Araucanía – El Dorado Biblioteca Hispanoamericana (Pág. 130-138).

  20. Correo del Sur, Concepción, Chile. 1/02/1862

  21. Francisco A. Encina – Resumen de la Historia de Chile. Tomo II, Pág. 1232. Segunda Edición.  © Empresa Editora Zig-Zag. S.A. Santiago de Chile, 1956.

  22. Constitución Política del Estado de Chile. 1822 – Colecciones Documentales en Texto Completo – Documentos – Textos Constitucionales chilenos.

  23. Constitución Provisoria. 1818 – (Capítulo IV. De los Gobernadores de Provincias y sus Tenientes. Artículo Primero.) Colecciones Documentales en Texto Completo – Documentos – Textos Constitucionales chilenos.

  24. El Reino de Araucanía y Patagonia. Armando Braun Menéndez. (Pág. 115). Editorial Francisco de Aguirre, S.A. Buenos Aires – Santiago de Chile. Sexta edición: 1973.

  25. Y Así nació La Frontera… Conquista, Guerra, Ocupación, Pacificación 1550-1900 – Ricardo Ferrando Keun (Pág. 288). 1986 Editorial Antártica, Segunda Edición: 2000. Santiago - Chile.

  26. Cronica Militar. D. Leandro Navarro, [Teniente Coronel retirado de Ejercito] Tomo II. (Pág. 104). Santiago de Chile. Imprenta i Encuadernacion Lourdes – Arturo Prat 274 – 1909.

  27. Cronica Militar. (Pág. 3. Capitulo I). Por el Teniente Coronel Retirado de Ejercito D. Leandro Navarro – Tomo II, Santiago de Chile – Imprenta i Encuadernacion Lourdes- 1909.

  28. Carta del Toki Mañil Wenu al Señor Jeneral Urquizar: Territorio indijena, abril 30 de 1860) Fuente: El Meteoro de Los Anjeles, Los Ángeles, 31 de mayo de 1969, nº 141.

  29. El Intruso – La insólita y poca conocida aventura del pintoresco y delirante notario francés que se proclamó rey de extensos territorios del sur de Chile y Argentina. Por Berta de Tabbush. (Pág. 76) Editorial de Ediciones Selectas. S.R.L. Buenos Aires, 1967.

  30. Reino de Araucania y Patagonia - Sitio oficial


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