Clarín Buenos Aires, (Argentina) 28 de marzo, 1989 - Pagina 30 * Información general

DE "ARAUCANIA Y PATAGONIA"

Anuncian la visita de un curioso príncipe

Supuesto sucesor del fantasioso Orelie-Antoine de Tounens I, llega mañana a nuestro país el así reconocido por un tribunal francés, príncipe Philippe de Araucania y Patagonia. Lo anteceden una delirante historia de mesías aguardado y coronado por los mapuches en el siglo pasado, así como turbias y contemporáneas ventas de títulos nobiliarios.

Mañana muy temprano, en un vuelo proveniente de Paris, tiene previsto arribar a la Argentina el príncipe Philippe de Araucania, sucesor de Orelie-Antoine de Tounens I, que en el siglo pasado fue proclamado rey de Araucania y Patagonia por los mapuches.

La llegada del príncipe -cuyo derecho a llevar tal titulo ha sido reconocido por los tribunales franceses pero, lógicamente, no por los nuestros-, agrega otro capitulo a una frondosa historia, recogida incluso por la exitosa "La película del Rey". En este viaje, en el que también pasara por Chile, Philippe de Araucania tiene la intención de reunirse con los descendientes de aquellos guerreros sureños, y su secretaria ha llegado a anunciar que habrá de entrevistarse con políticos argentinos, si bien los nombres de los mismos no han sido dados a conocer.

A decir verdad, no le acompañan al "príncipe" los mejores antecedentes. Allí en Francia han vendido numerosos títulos nobiliarios, de tal forma que existen supuestos "condes de Zapala" y hasta "marqueses de Cutral-Co" y ahora, al parecer, acaba de poner precio a su propia corona. Lo mas serio es que aparecieron compradores.

La "vera" historia

El que dio el puntapié inicial a este delirio fue Orelie-Antoine de Tounens, nacido el 12 de mayo de 1825 en el departamento francés de Dordogne, cuando por allí reinaba Carlos X. Afiebrado lector, tenia la meta de dar con un lugar propicio para asentar su reinado.

En un camarote cubierto por la bandera del futuro reino -tres franjas horizontales en blanco, verde y azul-, Orelie emprendió su viaje a Chile en 1868, provisto de un delirante equipaje: un gran sello del futuro estado, un sable de caballería, cinco pabellones de la futura Marina Real Patagónica, doscientos ejemplares de la Constitución del Reino, diez monedas de plata y cien de bronce con la leyenda "Nueva Francia, Orelie-Antoine I Rey de la Patagonia" y un uniforme de gala.

Luego de pasar dos años en Valparaíso, en donde se relaciono con las tribus araucanas y sus caciques -entre quienes se había derramado la leyenda de que un hombre blanco aparecería para traerles gloria y libertad-. El aventurero termino de convencerse de su sagrada misión. La liberación del Arauco, su proclamación como rey y la anexión de la Patagonia argentina habrían de reportarle un imperio recostado sobre los dos océanos: 830.000 kilómetros de desierto más 150.000 aborígenes divididos en 40 clanes.

Nadie podría afirmar con que argumentos los convenció, lo cierto es que el 17 de noviembre de 1860, luego de cuatro días de borracheras, sacrificios de caballos, bailes rituales y flamear de banderas monárquicas, De Tounens logro su cometido.

 

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