Conflicto mapuche en el Gulumapu:
¿Desafiando al Estado-Nación?
En plena globalización y cuando
los estudiosos de las ciencias sociales daban por finalizada la
etapa del reforzamiento de los nacionalismos étnicos en el
mundo, pueblos anteriormente olvidados por la historia levantan
con fuerza en este nuevo siglo las banderas de su liberación.
Los mapuche son uno de estos pueblos y el presente texto es un análisis
del conflicto en el Gulumapu (Chile), tomando como base los conceptos
de etnicidad, nacionalismo y globalización.
Por Petri SALOPERÄ
Ya a principios del siglo XX varios científicos
sociales, tanto sociólogos como antropólogos, predicaron
que la etnicidad y el nacionalismo perderían su importancia,
desvaneciéndose como resultado de la modernización,
industrialización e individualización. La misma preocupación
de homogenización está repetida en el caso de la globalización,
que se teme estar amenazando no sólo las culturas indígenas
sino que también los estados-naciones. Sin embargo, al contrario
de las teorías de modernización y de globalización,
la importancia política de la etnicidad y del nacionalismo
han crecido en el mundo. ¿Cómo es posible que estos
dos condenados a muerte ya hace un siglo todavía sigan vivos
y están más presentes en el mundo de hoy que quizás
nunca antes?
De hecho, la etnicidad y el nacionalismo
resultan ser productos de la misma modernización que los
condenó a desaparecer. La modernidad produjo la primera oleada
de ambos y parece ser que la posmodernidad junto con la globalización
trajeron la segunda. ¿Serán las expresiones de la
etnicidad y del nacionalismo del cambio del milenio los últimos
alientos de los moribundos, o será que estamos discutiendo
conceptos que resultan ser mucho más resistentes y flexibles
de lo que pensamos?
En este artículo trataré los
temas de etnicidad, nacionalismo y globalización a través
de los grandes proyectos de desarrollo que se están realizando
en las tierras indígenas - especialmente en el territorio
mapuche - en Chile (1). Primero daré algunos antecedentes
del pueblo mapuche para introducir el tema. Después analizaré
brevemente las relaciones entre los mapuche y el estado chileno.
Posteriormente analizaré algunos efectos de la globalización
económica en los mapuche. Luego examinaré los desafíos
del movimiento indígena mapuche a la soberanía del
estado chileno, que está profundamente comprometido en la
modernización y en el desarrollo del país.
Algunos antecedentes del pueblo mapuche
Los mapuche (2) son el grupo indígena
más grande de Chile y el tercero más grande de Sud
América en general. Ellos fueron los habitantes originales
de los extensos territorios en el Cono Sur del continente sudamericano,
que hoy pertenecen a las repúblicas independientes de Chile
y Argentina. Hoy los mapuche suman más de un millón
de personas en Chile (casi el 10% de la población) (3) y
200 mil en Argentina.
Durante cuatro siglos los mapuche resistieron
la expansión del Imperio Inca, los esfuerzos colonizadores
de los españoles y la presión de la república
de Chile hasta que fueron agrupados por la fuerza a las reducciones
en el año 1884. En el siglo XX los mapuche fueron objeto
de las políticas de asimilación, especialmente durante
el régimen militar de 1973 a 1989. Los mapuche participaron
en la transición a la democracia, comprometiéndose
a apoyar al nuevo gobierno de la Concertación, que a cambio
prometió mejorar la situación de los pueblos indígenas
en Chile. La nueva ley indígena del año 1993 y la
creación de la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI) del año 1994 dieron nuevas esperanzas
para los mapuche. No obstante, parece que el mejoramiento real de
su situación todavía deja mucho que desear (4).
En el Chile moderno, los mapuche forman la
parte más pobre de la población urbana y rural que
tiene que sufrir la presión social, explotación económica
y destrucción del medio ambiente tanto en sus territorios
ancestrales como en los centros urbanos. A pesar de esta opresión,
los mapuche han sido capaces de preservar su cultura, su lengua
mapudungun (5), sus creencias tradicionales y su identidad étnica
separada del resto de los chilenos.
Los mapuche y el estado
La modernización y el establecimiento
del sistema de los estados-naciones crearon una nueva situación
para los pueblos hoy en día conocidos como minorías
étnicas o pueblos indígenas. Ellos permanecen diferentes
a pesar de los esfuerzos del estado-nación para integrarlos
politicamente, culturalmente y económicamente. (Eriksen 1993:
121). En el caso de Chile, el estado ha ocupado diversas estrategias
para la dominación del pueblo mapuche, el que se constituye
en una minoría étnica a través del proceso
dual de integración al estado chileno y al modo capitalista
de producción y sistema de consumo. Primero, después
de la denominada Pacificación de la Araucanía (1881)
el estado escogió la estrategia de dominación cuando
quiso mantener a los mapuche apartados en las reducciones. Luego,
en el siglo XX el estado inició la política de asimilación
que tuvo su máxima expresión en el tiempo del régimen
militar (1973-1989). Durante los últimos años del
siglo XX parece ser que el estado cam bió hacia una ideología
más multiculturalista. A pesar de esto, el estado chileno
no ha podido evitar los conflictos con su minoría étnica.
El conflicto más común entre
los pueblos indígenas y el estado comprende los derechos
de la tierra. En este caso los mapuche y el estado chileno no son
una excepción. Los grandes proyectos de desarrollo, incluyendo
la construcción de las represas hidroeléctricas, la
expansión de la industria forestal y la construcción
de las carreteras realizadas principalmente por las empresas privadas
caen en las tierras indígenas. Aunque financiados por los
capitales privados estos proyectos también constan de la
participación activa del estado y sus agencias6 para su aprobación
política, económica y ambiental. Estos megaproyectos
son consecuencia de la globalización de la economía
chilena y su apertura hacia los mercados internacionales orientando
la mayoría de la actividad económica hacia la exportación.
(Aylwin 1998).
La represa hidroeléctrica Ralco
y los mapuche-pehuenche
Los ejemplos quizás más dramáticos
del conflicto de la tierra entre los pueblos indígenas y
el estado son los proyectos hidroeléctricos. Los casos de
los Cree y el estado canadiense en James Bay, y de los Sámi
y el gobierno noruego en Río Alta, ambos de los años
1970, son internacionalmente bien conocidos (7). Estos hechos ocurridos
en el hemisferio Norte son lamentablemente repetidos en el hemisferio
Sur en varios paises. Chile es uno de ellos.
Desde los años 1950 han existido planes
para el desarrollo hidroeléctrico en el territorio mapuche-pehuenche
(8) en el Alto Bio-Bio en Chile. A fines de los años 1980,
la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA) (9) decidió
realizar estos planes con la colaboración del Banco Mundial
y la ayuda del desarrollo de los paises nórdicos (Noruega
y Suecia) (10). La construcción de la primera represa Pangue
fue concluida en 1997, a pesar de la oposición de parte de
las siete comunidades pehuenche y los grupos ecologistas. La falta
de las leyes protectoras del medioambiente y de los pueblos indígenas
en el tiempo de la aprobación del proyecto a principios de
los años 1990 y el número reducido de las familias
afectadas hizo la materialización del proyecto Pangue posible.
En 1994 ENDESA anunció la construcción
de la segunda represa Ralco, que por sus dimensiones implicaba la
relocalización de aproximadamente 100 familias pehuenche
que vivían en dos de sus siete comunidades Quepuca-Ralco
y Ralco-Lepoy incluyendo aproximadamente 500 personas. Primero,
las organizaciones gubernamentales Comisión Nacional del
Medioambiente (CONAMA) y Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI) desecharon el proyecto Ralco porque no
cumplía los requisitos medioambientales y sociales. Finalmente
tanto CONAMA como CONADI (11) cambiaron su opinión y dieron
luz verde al proyecto.
Desde que la construcción de la represa
en la zona indígena empezó se han creado serios problemas.
Las comunidades pehuenche se levantaron contra la empresa hidroeléctrica,
a la que llaman "El Monstruo". Al comienzo la resistencia
fue amplia pero con el tiempo se ha disminuido drásticamente.
Las demostraciones masivas desde fines de 1998 a principios de 1999
han cambiado a acciones pequeñas. La prensa también
ha perdido su interés en el caso Ralco. La mayoría
de las 100 familias involucradas han aceptado permutar sus tierras
dejando a sólo siete familias luchando por su propiedad.
Significativamente estas familias son formadas por las madres solteras
y sus hijos (12). Pero más allá del desenlace predecible
de este conflicto, el proyecto hidroeléctrico Ralco ha causado
mucha discusión sobre el futuro de los pehuenche. Varios
investigadores predicaron la eventual desaparición de la
cultura pehuenche por culpa del creciente contacto con la cultura
chilena y con el mundo globaliz ado (13). Para algunos expertos
la cultura pehuenche ya había desaparecido o por lo menos
ellos se habían incorporado a la sociedad nacional (14).
El caso Ralco entra perfectamente en la discusión
sobre la globalización y la posible desaparición de
las culturas originarias, el estilo de vida indígena y sus
formas de pensamiento, las tradiciones locales y las verdades ancestrales.
A pesar de todo, la teoría del día final para las
culturas indígenas como la de los pehuenche parece ser exagerada
ya que los ejemplos anteriores de James Bay y del Río Alta
indican que estos hechos dramáticos sirvieron para formar
una identidad indígena más fuerte (15). Según
el antropólogo social Thomas Hylland Eriksen no existe necesariamente
una contradicción entre la modernización y la retención
de la identidad étnica. Al contrario, en varios casos ciertos
aspectos de modernización son requeridos para que la mantención
de la identidad sea exitosa. No es el cambio cultural en si que
determina las posibilidades para la sobrevivencia de las etnias
minoritarias, sino la habilidad que tengan para controlar los cambios
y utilizar nuevas tecnolog ías y posibilidades políticas
para sus propios fines. (Eriksen 1993:127) En otras palabras, no
hay que subestimar el dinamismo propio de los pueblos indígenas
(16).
¿Desafiando el estado?
En el mundo general y en Chile en particular
los pueblos indígenas, su organización e identidad,
se han visto como opuestos a la modernidad y al estado moderno.
Sin embargo, Eriksen (1993: 9) señala que la organización
y la identidad étnica son frecuentemente reacciones a los
procesos de modernización. Los conflictos potenciales entre
grupos indígenas y el estado-nación son activados,
por la presión por los recursos - ecológicos, económicos
y humanos - ubicados en el territorio de la población indígena.
Como resultado de esto pueden nacer movimientos etnopolíticos
que intentan de sobrevivir con este desarrollo. Estos movimientos
no necesariamente se dirigen contra la modernización sino
que contra los intentos de violar sus derechos territoriales y sus
derechos de definir su propia forma de vida. (Eriksen 1993: 129).
El estado puede ver en el desarrollo del
movimiento indígena una amenaza a su soberanía, pero
¿que tan real es esta amenaza? La prensa ha tratado de buscar
semejanzas entre el movimiento mapuche y el movimiento indígena
de Mexico. También la búsqueda sensacionalista de
parte de los periodistas ha hecho a estos referirse al conflicto
como algo parecido a lo que está pasando hoy en Kosovo y
Palestina. Pero ¿hay algo real detrás de este sensacionalismo?
La pregunta de carácter étnico o etnonacional del
pueblo mapuche es por supuesto relevante tanto para los mismos mapuche
como para el estado chileno unitario (17). En conceptos de Eriksen
(1993) y Hobsbawn (1992) se podría preguntar, ¿Los
mapuche han alcanzado ascender desde un nivel étnico a un
nivel protonacional o nacional? Según Foerster una parte
de la intelectualidad y la elite política de los mapuche
ya está tomando este camino para obtener el apoyo de las
masas, pero sus resultados aún no los podemos ver. No obstante,
la existencia de este tipo de elite puede causar, como Foerster
señala, graves problemas para el estado chileno (18).
Tanto la prensa como el gobierno chileno
han expresado un fuerte temor frente a la posible influencia extranjera
en el conflicto mapuche. La creciente simpatía internacional
hacia los pueblos indígenas, en nuestro caso hacia los mapuche
es un hecho. Hoy en día, el movimiento indígena es
un movimiento global el cual ha mostrado que la globalización
no sólo funciona a nivel económico sino también
en las relaciones de los pueblos excluidos, realidad que fuera reconocida
por el ex-presidente de Chile, Eduardo Frei (1999) en su discurso
del 21 de mayo, cuando dijo que "el proceso de globalización
ha mostrado su otra cara". La presencia internacional en casos
como el de Ralco no tiene nada de nuevo. Por ejemplo, en el caso
de Río Alta, los Sámi dependieron crucialmente de
las redes y asociaciones nacionales e internacionales tales como
organizaciones políticas y non-gubernamentales, sin olvidar
los grupos indígenas de otras partes del mundo (19).
¿Desafiando
el desarrollo?
Las diferentes visiones del desarrollo parecen
ser el tema central del conflicto indígena. En países
como Chile que se balancean en la zona gris entre los países
llamados desarrollados y subdesarrollados, el deseo de subir a la
categoría más alta a través de la modernización
es evidente. Sólo basta revisar los discursos presidenciales
(20) de Ricardo Lagos y se percibe inmediatamente que el proyecto
del gobierno chileno para el nuevo millenio es la rápida
modernización del país. Asociaciones de ideas tales
como Chile modelo, Chile jaguar, Chile puma, Chile tigre de Sud
América, Chile líder, Chile desarrollado, etc., muestran
la profunda creencia en la modernización y al desarrollo
económico del país. Según el sociólogo
Tomás Moulian (1997: 17), se puede hablar de la obsesión
para modernizar el país. Esta única racionalidad muestra
a las otras visiones como irracionales y confunde la modernización
con la modernidad y el crecimiento económico con el desarrollo.
Por su carácter mesiánica esta
obsesión por el desarrollo y por la modernización
puede ser una nueva religión que lleva décadas triunfando
en Chile y en el mundo en general. Según James C. Scott (1998:
88-90), este credo de la modernización se puede llamar Alto
Modernismo, y consta principalmente del ordenamiento administrativo
de la naturaleza y de la sociedad. Sus portadores son los ingenieros,
planificadores, tecnócratas, administradores de alto nivel,
arquitectos, cientificos y visionarios. Según Scott, esta
religión de Alto Modernismo es peligrosa cuando se combina
con el uso ilimitado de poder por parte del estado, el que la incorpora
como un instrumento para lograr sus objetivos, y cuando la sociedad
civil debilitada y sometida no tiene la capacidad de resistir estos
planes.
Las raíces de este Alto Modernismo
se pueden encontrar en la industrialización de Europa Occidental
y de Norte América desde aproximadamente el año 1830
hasta la Primera Guerra Mundial. Sus características esenciales
fueron la certeza absoluta cerca del progreso linear, del desarrollo
del conocimiento científico y técnico, la expansión
de la producción, el diseño racional del orden social,
la creciente satisfacción de las necesidades humanas y el
creciente control sobre la naturaleza incluyendo la naturaleza humana.
La reacción indígena contra esta religión del
Alto Modernismo no es explícito. Por un lado, como muestra
el caso Ralco, los indígenas están dispuestos, quizás
bajo presión, a aceptar el desarrollo planteado desde arriba.
Por otro lado, los mapuche están también dispuestos
a rechazar este desarrollo. A pesar de este rechazo no hay que pensar
que ellos están en contra del desarrollo y de la modernización.
Sólo quieren ser quienes tomen las decisiones sobre qué
tipo de desarrollo aceptar y qué tipo de desarrollo rechazar.
Conclusión
Si estamos de acuerdo que tanto la etnicidad
como el nacionalismo fueron productos de la modernización,
quizás podamos también estar de acuerdo que su revitalización
en los últimos tiempos es el producto de la globalización.
Varias sociedades tradicionales y modernas están pasando
por rápidos procesos de cambios sociales y culturales, pero
la etnicidad y el nacionalismo - contra las expectativas - no desaparecen
como resultado de estos procesos, sino que surgen en una nueva forma,
a veces más poderosa y más claramente articulada.
Estos procesos sugieren que tales conceptos, lejos de ser rígidos,
reciben alta flexibilidad que les permite adecuarse a las transformaciones
sociales y culturales (Eriksen 1993: 33).
Sin embargo, esta flexibilidad de las categorías
étnicas y nacionalisticas no es tan fácil de percibir,
por lo menos no para todos. El caso de los historiadores de los
estados-naciones modernos puede servir como un ejemplo. Primero,
ellos se esforzaron por demostrar la antigüedad de sus naciones,
aunque usualmente fueron creadas en el siglo XIX (Anderson). En
el caso de Chile, los historiadores conservadores buscaron las raíces
de la nación chilena en los pueblos indígenas que
habían vivido en el territorio. Los héroes mapuche
pasaron a ser héroes nacionales. Hoy los mismos historiadores
atacan la revitalización de los pueblos indígenas
argumentando que las muestras de su cultura hoy en día son
sólo respiración artificial de las tradiciones ya
hace tiempo perdidas, en las palabras de Hobsbawn (1983) tradiciones
inventadas. En otras palabras, los historiadores y sus comitentes,
los gobiernos de los estados-naciones, son capaces de aceptar al
indio del museo pero no al indígena moderno, no pudiendo
admitir que los indígenas se han modernizado junto con el
resto de la sociedad, pero sin perder necesariamente su identidad.
Todo esto muestra una vez más que la historia no es un producto
del pasado sino una respuesta para los requisitos del presente.
La preocupación del siglo pasado fue
la supervivencía de las culturas indígenas frente
las políticas de asimilación de parte del estado-nación
y luego su posibilidad de sobrevivir a la globalización.
Ahora, sin embargo, podríamos invertir la pregunta e interrogar:
¿Los estados-naciones pueden sobrevivir al levantamiento
de los pueblos indígenas? y ¿El movimiento indígena
es una amenaza para la soberanía del estado-nación?
En varios países las etnias han colisionado con el nacionalismo
estatal. Las demandas para la autonomía han crecido y mucho
depende de como los estados-naciones manejen estos temas. Los ejemplos
de Escandinavia y de Canadá enseñan que la autonomía
de los pueblos indígenas no es incompatible con la ideología
de estado-nación, aunque esta requiera mucha flexibilidad
y algunas reconsideraciones de parte de la sociedad dominante.
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Notas
- Los datos etnográficos relativos
a la cultura mapuche utilizados en esta ponencia fueron recopilados
durante trabajos de campo realizados en las comunidades indígenas
VIII, IX y X región de Chile entre noviembre de 1999 y
abril de 2001.
- La palabra mapuche significa "gente
de la tierra" (mapu ´tierra´, che ´gente´).
Los mapuche son divididos por su habitat a los picunche, mapuche,
huilliche, pehuenche, lafkenche etc.
- Según el censo de 1992 la población
mapuche en Chile fue 928 060. Este número sólo cuenta
con las personas mayores de 14 años. Si agregamos a esta
cifra las personas menores de 14 años el número
crece probablemente a más de un millón. Más
véase Haughney & Mariman (1993).
- Más de la historia del pueblo
mapuche en general véase Bengoa (1985 y 1999). Sobre el
tema de la transición a la democracia y los mapuche véase
Aylwin (1993) y Marimán (1994).
- Mapudungun "la lengua de la tierra"
(mapu ´tierra´, dungu ´lengua´).
- Las agencias tales como Comisión
Nacional de Energía (CNE), Comisión Nacional del
Medioambiente (CONAMA), Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI) y Corporación Nacional Forestal
(CONAF).
- Véase Feit (1985) en caso de James
Bay y Paine (1982 y 1985) en caso de Río Alta.
- Sobre la etnohistoria de los Mapuche-Pehuenche
véase Villalobos (1989), Molina & Correa (1996) y Navarro
& Adán (1998).
- Empresa Nacional de Electricidad, S.A.
(ENDESA) fue creada como una empresa estatal en 1943 y luego privatizada
durante el régimen militar. En 1998 ENDESA Chile fue practicamente
vendida a ENDESA España que dejó los españoles
a cargo del desarrollo hidroeléctrico del río Bio-Bio.
- Corporación Internacional de Finanzas
(IFC) y Noruega se retiraron del proyecto Pangue a principios
de 1997 inculpando a ENDESA de no cumplir sus obligaciones medioambientales
y sociales (para crítica antropológica del proyecto
véase Downing (1996) y Johnston & Turner (1998)). No
obstante, ENDESA fue capaz de refinanciar su proyecto gracias
al Banco Dresdner de Alemania. Más de la conección
nórdica del proyecto Pangue véase Usher (1997) y
Orrego (1997).
- La aceptación por parte de CONADI
coincidió con la destitución de dos dirigentes nacionales.
Para el testimonio del primero de ellos véase Namuncura
1999.
- El grupo Mapu Domuche Newen (Mujeres
con la Fuerza de la Tierra) es la agrupación de estas familias
que oponen la construcción de la represa hidroeléctrica
Ralco.
- Entre otros Von Bennewitz (1990), Valenzuela
(1994), Herrera (1995), Gumucio (1996) y Morales (1998a y 1998b).
- Véase Dannemann (1991 y 1992).
- En caso de James Bay véase Roosens
(1989).
- Sobre este dinamismo véase Sahlins
(1985 y 1999).
- Esta relevancia está señalizada
muy bien por el antropólogo chileno Rolf Forster (1999).
- Como ejemplo de protonaciones Eriksen
(1993: 14) menciona los Kurdos, los Sikh, los Palestinos y los
Tamiles de Sri Lanka. Lo común para estos grupos es que
sus líderes sostienen que ellos tienen derecho a su propio
estado-nación y que ellos no deberián ser gobernados
por otros. Los movimientos de Euzkadi (País Vasco) y Québec
también caen a esta categoría. Foerster (1999),
siguiendo Hobsbawn, ve que el nivel étnico ya es equivalente
al nivel protonacional. Sin embargo, Eriksen hace una distinción
entre los pueblos indígenas (relativamente sin fuerza política
y sólo parcialmente integrados al estado-nación)
y las protonaciones.
- Eriksen (1993: 127-128) llama a estos
grupos y a sus representantes Interethnic Brokers, que puedan
presentar los intereses de los pueblos indígenas a la sociedad,
a las autoridades y a la opinión mundial. Las redes transnacionales
de los pueblos indígenas han demostrado ser extremamente
importantes. Así es también el rol de los individuos
y las agencias que actúan como intermediarios entre los
grupos indígenas, el estado y la sociedad internacional.
Sus actores pueden ser miembros formalmente educados del grupo
indígena, pero también los antropólogos,
misioneros u organizaciones non-gubernamentales (ONG) tales como
Amnesty Internacional pueden cumplir esa tarea.
- Los discursos están disponibles
a través de Internet en el sitio http://www.presidencia.cl.
Petri Salopera, Researcher, MA
Universidad de Helsinki, Department of Comparative Religion
Universidad Austral de Chile, Instituto de Ciencias Sociales
*Texto presentado originalmente
como ponencia en la Conferencia Regional de la Asociación
Internacional de Sociología (AIS) para América Latina
y el Caribe Equidad y Globalización. Isla Margarita, Venezuela.
7-12 de Mayo de 2001.
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Publicado en Periódico Azkintuwe
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