Matanza de Forrahue: 15 mapuche asesinados por Carabineros en recuperación de territorio

Por: Salvador Rumian Cisterna (Millalikan) - Oct 27, 2012

Un 19 de octubre de 1912, a eso de las 5 y media de la mañana, salió desde Osorno un contingente compuesto por unos 45 carabineros y guardianes, al mando del mayor Julio Frías, rumbo al sector denominado Forrahue, ubicado a unos 15 Km. al oeste de dicha ciudad. Junto con los funcionarios policiales iba un periodista del periódico osornino “El Progreso” (de tendencia liberal) y el preceptor judicial Guillermo Soriano encargado de fiscalizar el desalojo de un grupo de familias mapuche, “ocupantes ilegales” de los terrenos del llamado Fundo Forrahue.

Dicha orden de desalojo fue dictaminada a favor del particular Atanasio Burgos Villalobos quien, habiendo agotado todos los medios judiciales y extra-judiciales para legitimar la propiedad de los terrenos adquiridos fraudulentamente por su padre, logró obtener una sentencia judicial para expulsar a los mapuche de las tierras que ancestralmente habían habitado.

Por esos días el Apo Ülmen Francisco Nailef, del territorio de Sragwe (jurisdicción de Rahue), se encontraba en Santiago haciendo todas las gestiones posibles con las autoridades chilenas para evitar el desalojo. Importante es mencionar que Atanasio Burgos había amenazado con sacarle la cabeza al Cacique (y patearla), si éste presentaba el caso a las autoridades de la capital chilena.

Lógicamente, Nailef no se iba a dejar amedrentar por las amenazas de Burgos y, como legitima autoridad tradicional, hizo lo que tenía que hacer. Lamentablemente, las gestiones del Apo Úlmen no impidieron los trágicos sucesos posteriores… pero continuemos con los hechos.

A las siete y media de la mañana, el contingente policial llega a las casas del fundo de Atanasio Burgos. Allí esperaban 25 carretas que acarrearían las pertenencias de los desalojados. Serían esas mismas carretas las que transportarían, más tarde, los cadáveres de aquellos que dieron su vida en la defensa del territorio.

Del fundo de Burgos salió -nuevamente- el contingente policial rumbo a la ruka de Juan Acum, la primera de 18 casas a ser desalojadas y la más grande. En el trayecto la tensión aumenta con el sonido guerrero de la trutruka, que anuncia un inminente enfrentamiento…

Estrategias

El mayor Frías ordena a algunos hombres adelantarse y explorar el lugar. Los exploradores informan que los weichafü están concentrados en la casa de Acum y que el camino se encuentra bloqueado con grandes troncos. Con un par de yuntas de bueyes logran despejar el camino y acercarse a su objetivo. Frías ordena desmontar a 15 hombres y disponerse en formación de tiradores.

La vivienda de Juan Acum se encontraba en el fondo de una ladera y rodeada de “barricadas” para impedir el paso de carabineros. Desgraciadamente estos dos factores facilitaron a la fuerza pública la acción de disparar sus fusiles Mauser, armas letales de gran alcance.

La estrategia de defensa mapuche fue la siguiente: fuera de la casa de Acum se encontraban algunas mujeres y niños provistos de garrotes para un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Era previsible que carabineros trataría de capturarlos y alejarlos de la casa sin una excesiva violencia (sin disparar). Por su parte, la mayor parte de la resistencia se parapetó dentro de la casa esperando la entrada de los efectivos policiales. En total hablamos de unos 25 weichafü dispuestos a resistir el desalojo.

Según el informe del mayor Frías, leído por el Ministro del Interior el 21 de octubre de 1912 en la Cámara del Senado, los Mapunche refugiados en la casa estaban armados de “armas de fuego, otros con palos y horquetas y algunas mujeres con tiestos de agua caliente”. En el recuento de armas, posterior al desenlace fatal del desalojo, los mapuche supuestamente tenían “cuatro escopetas, un rifle, siete cuchillos, una lanza antigua, tres machetes, dos hechonas, una hacha, un fierro largo, un martillo y cuarenta y tres garrotes [sic]”. Nos adelantamos un poco. Volvamos a la secuencia de los acontecimientos.

El enfrentamiento

El mayor Frías, una vez leída la orden de desalojo, se acercó a la vivienda para ordenarles a los parapetados ocupantes que salieran del inmueble y que no se resistieran, debido a que cualquier acto de defensa sería inútil y traería fatales consecuencias. La respuesta no podía ser otra: “los indios me contestaban diciéndome que estaban todos dispuestos a morir y que ni siquiera me atreviera siquiera a atacarlos”. Así estuvo unos diez minutos hasta que dio la orden de desalojar a los “usurpadores”.

Es así como los efectivos policiales se abalanzaron sobre las mujeres y los niños que estaban fuera de la casa para retirarlos de la línea de fuego. Pero las malgen y los pichikeche resistieron heroicamente logrando herir a algunos carabineros.

Al ser detenidas algunas mujeres, salen de la casa dos wentru, los más “fornidos”. A uno de ellos, Francisco Acum, se le vinieron encima tres carabineros. Al respecto el periodista de “El Progreso” escribe: “haciendo un verdadero derroche de fuerza echó a tierra sus contrincantes, en vista de lo cual, se avalanzaron otros tres carabineros, logrando de amarrarlo después de asertarle algunos golpes en diversas partes del cuerpo [sic]”.

Según Frías y el periodista de “El Progreso”, durante la reyerta (supuestamente) se produce un disparo desde el interior de la casa que hiere en el abdomen a un sargento de carabineros de apellido Arias, en el instante preciso que recibía un garrotazo en la cabeza por parte de una malgen. No se ha podido determinar si la bala que hirió a Arias efectivamente salió de un arma disparada por algún mapunche o fue disparada por otro carabinero en forma accidental. Aparte del sargento Arias, resultaron heridos otros seis carabineros por garrotazos y quemaduras con agua caliente, pero que en la balanza no representaron riesgo vital alguno.

La ejecución

Al ver que la resistencia mapuche no mermaba, Frías ordena a su tropa hacer la primera descarga al interior de la vivienda. Según el mismo mayor, después de la primera descarga algunos mapuche, armados, salen de la casa y huyen hacia el monte sin hacer fuego sobre ellos. Esto último es, por lo menos, extraño: si tenían armas para defenderse, ¿Por qué no las emplearon? ¿O es que dichas armas nunca existieron?

Frías ordena una segunda descarga. Gritos desgarradores se escuchan desde el interior de la vivienda. No obstante aquello, es probablemente que hubiera una tercera descarga, tal como afirmaron algunos testigos. Queda en evidencia que el procedimiento realizado por carabineros no corresponde a un desalojo. Lo que aconteció esa mañana fue una inmisericorde ejecución.

Una vez que cesaron los disparos, carabineros hace ingreso a la sruka de Acum. El periodista de “El Progreso” relata:

“Sobre aquel sinnúmero de cadáveres y heridos, que habían quedado tendidos en el suelo, lograron después reducirlos, comprobándose que algunos de ellos estaban heridos y, sin embargo luchaban.

La bravura de los indios, es verdaderamente innarrable, pues si una gota de sangre les queda en sus venas, la pierden defendiendo su causa.

El cuadro que presentaba la habitación, repleta de muertos y heridos era desgarrador, horroroso. La sangre, humeante, aun corría por todas partes”.

Frías también destacó la valentía mapuche en la defensa de su tierra, en declaraciones al periódico santiaguino “La Unión” (ligado al partido Conservador), el 30 de octubre de 1912, afirmó:

“Y la bravura de la mujer indígena es más grande aún que la de los indios. ¡Hasta los niños! En vez de asustarse de las balas, miraban todo con la mayor impasividad… Ninguno se rindió! Qué raza!”

Una descendiente de un testigo cuenta:

“Y un viejito Acum estaba escondido en un hoyo de esa casa. Llegaron, dispararon, los mataron. Este viejito se estaba haciendo el muerto y de repente entra un teniente a taparlo, a darle un puntapié y el viejito se levanta con su palo y le planta un palo al teniente. Y en eso el teniente le mete como cuatro o cinco tiros, lo dejó allí mismo al pobrecito”.

Pasado el mediodía carabineros conducía en carreta a los muertos, heridos y prisioneros hacia la casa del usurpador Burgos, donde los heridos habrían recibido las primeras atenciones médicas. Siguieron más desalojos en las casas vecinas sin mayor resistencia por parte de los, una vez más, humillados y pisoteados mapuche. A eso de las dos y media, la tropa vuelve a Osorno con ocho carretas que llevan prisioneros, heridos, muertos y el dolor de un pueblo.

El rol del opresor y la del mapuche

Como consecuencia del brutal desalojo, 15 mapuche perdieron la vida; 8 mujeres y 7 hombres. Entre estos 15 weichafü se encontraba un niño de tan sólo 11 años y tres mujeres embarazadas. No olvidemos a los 10 hermanos mapuche que resultaron heridos en este acto de barbarie.
Me detengo aquí, un momento, para hacer la siguiente pregunta ¿Es sustancialmente distinto el procedimiento irracional, brutal e inhumano empleado por las fuerzas policiales en el desalojo descrito con el procedimiento utilizado actualmente en los sistemáticos allanamientos a comunidades en la actualidad?

Respecto al número de disparos efectuados aquel 19 de octubre, el Fiscal Militar a cargo de la investigación determinó que se efectuaron de 20 a 25. Sin embargo, tan solo los heridos tenían 24 heridas de bala sin considerar a los 15 mapuche ejecutados extrajudicialmente.

Un periodista del diario santiaguino “La Unión” que visitó Forrahue, con dirigentes de la Sociedad Caupolicán (que tuvo una postura vergonzosa frente a los hechos acaecidos), contabilizó un mínimo de 60 disparos. En la edición del 21 de octubre de 1912 del periódico “La Unión” se lee:

“Las tablas de la cocina o pieza común donde se concentraron los indios han sido desprendidas o macheteadas en los puntos donde dieron los disparos, precaución tomada por los carabineros para borrar las huellas, según dijeron los indios”.

(Como el lector podrá darse cuenta, por suerte las fuerzas armadas y de orden de Chile históricamente han sido tan incompetentes que al momento de borrar los indicios de las innumerables atrocidades que han cometido, siempre dejan más certezas de su actuación.)

Ahondar en los detalles posteriores y las consecuencias de lo que la historia ha llamado “La Matanza de Forrahue” es tarea del lector de estas humildes líneas. Me contento con centrarnos en el ejemplo de valor, resistencia y dignidad de los hermanos y hermanas heridos y asesinados por defender el legado de nuestros ancestros: la tierra.

No pretendo hacer de esta humillante y triste derrota una épica y magnánima victoria, como lo ha hecho la historia chilena con el hundimiento de la Esmeralda y la muerte de Arturo Prat. Una derrota es una derrota. Y punto. Claro está, que hay un abismal diferencia entre ser derrotado con la frente en alto y dejarse derrotar. Pero tampoco nos vayamos a los extremos.

Si bien el Pueblo-Nación Mapuche ha sido derrotado en muchas ocasiones y de muchas maneras, aún estamos vivos y tenemos muchas batallas que ganar: recuperar nuestra antigua religión, recuperar nuestro territorio ancestral y el respeto por nuestros mayores, hablar nuestro idioma, recuperar el equilibrio biológico de la Ñuke Mapu (los Pueblos Originarios somos la salvación de este planeta y la alternativa al modelo económico, social y cultural imperante), derribar los actuales conceptos de “desarrollo”, “progreso” y “crecimiento”, recuperar un estilo de vida más sano, fortalecer la familia, revitalizar el diálogo y el contacto interpersonal, recuperar la alimentación sana que teníamos, realizar más actividad física, reaprender a disfrutar de las cosas simples, y… que sé yo.

De todas las batallas que nos quedan, tenemos que empezar por la más difícil: por la interna, la del día a día. Creo que cada Mapunche está consciente de “esa” lucha interior que tiene que ganar, así que nada más diré (escribiré) al respecto.

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IMPORTANTE: Respecto a la cantidad de ejecutados en Forrahue, la cifra “oficial” es 15 … pero es posible que dicho número sea superior.

Fuentes:
Para escribir este remedo de ensayo me basé en la información contenida en la Tesis para optar al grado de Licenciado en Antropología “La Matanza de Forrahue y la Ocupación de las Tierras Huilliche” de Jorge Vergara del Solar, Universidad Austral de Chile. Valdivia, 1991. De esta tesis extraje algunas citas textuales e imágenes (cuya calidad no es muy buena), específicamente del capítulo IX, págs. 107 – 151.

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Fuente: Pais Mapuche

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