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La otra noticia chilena

Por Pedro Arenas Rincón - 8 Septiembre, 2010

En estos días, todo el foco informativo internacional está centrado en el rescate de las decenas de mineros chilenos que están atrapados en el fondo la una mina. Es encomiable la labor del gobierno chileno a la hora de tratar de salvar la vida de los mineros atrapados, que todos esperamos puedan reunirse pronto con sus familias. Pero es inevitable el agravio comparativo con la situación de los 31 presos políticos mapuches en huelga de hambre en diferentes prisiones del estado chileno.

Es el análisis pormenorizado de este agravio comparativo lo que nos hace ver todo el lado negativo y toda la hipocresía que de una manera intrínseca va unida a la política, a los políticos y a los medios de comunicación. El rescate de los mineros, narrados pormenorizadamente casi al minuto, se está presentando casi como una historia con tintes épicos, sin embargo esta actitud contrasta frontalmente con la situación desesperada de los presos mapuches en huelga de hambre, que se oculta vergonzosamente mediante un apagón informativo del que los medios de comunicación, que tanto se afanan el informar sobre el rescate, también son cómplices. Es paradójico que mientras las autoridades chilenas envían comida a los mineros mediante un conducto y a la vista de todos los medios de comunicación, por otro lado colocan comida a escondidas en las celdas de los huelguistas de hambre, para fotografiarla y desacreditar la huelga de hambre.

En España, tan sensible a los asuntos que atañen a toda Hispanoamérica, la noticia de los mineros atrapados copa amplios espacios en periódicos e informativos, al igual que hace unos meses lo ocupaba el asunto de los disidentes cubanos en huelga de hambre, por el contrario, una ojeada a todos los periódicos e informativos de ámbito nacional indica que nada se informa sobre el conflicto mapuche ni sobre la desesperada situación de los jóvenes activistas mapuches en huelga de hambre, condenados bajo la ley antiterrorista promulgada en tiempos de Pinochet, y mucho menos se informa sobre los atropellos que el estado chileno comete sobre la comunidad mapuche.

Del mismo modo que a los niños españoles en la escuela nos contaban las hazañas de Pizarro y Cortés pero no las derrotas de Valdivia ante los mapuches, hoy en día los medios de comunicación españoles prefieren informar sobre los héroes de la mina y sobre la heroica labor de las autoridades chilenas para rescatarlos, pero no de la alarmante situación de unos jóvenes activistas que están al borde de la muerte en prisiones chilenas y olvidados de los medios de comunicación, ni de los abusos de poder de unas autoridades chilenas totalmente plegadas a los intereses económicos de las multinacionales de extracción maderera y de minerales que están esquilmando el territorio ancestral mapuche.

En España somos especialistas en olvidar los problemas que nosotros mismos creamos, un ejemplo paradigmáticos de ello es la situación de los saharaui, olvidados por el gobierno español y dejados a su suerte en manos del estado dictatorial marroquí, el cual comete todo tipo de atropellos sobre esta antigua colonia española. Una situación parecida está ocurriendo en la “democrática y moderna” Chile del presidente Piñera, en el que los arrestos arbitrarios, los malos tratos y las torturas, llevadas a cabo por una policía con demasiadas reminiscencias pinochetistas, son el pan nuestro de cada día con el que tienen que lidiar activistas mapuches que sólo claman por derechos básicos recogidos en cualquier carta de cualquier organización de derechos humanos.

Aquella máxima de Marx de que la historia está condenada a repetirse se hace más visible que nunca en asuntos que atañen a España con sus antiguas colonias. El Reino de Araucanía y Patagonia, ilegalmente ocupado por los estados de Chile y Argentina 50 años después de la independencia en 1810, es el lugar de origen del pueblo mapuche, y al igual que ocurriría un siglo y medio después con el Sahara, fue dejado a su suerte por los españoles, los cuales estábamos demasiado ocupados con nuestra propia independencia de la dominación francesa. Lo mismo pasa actualmente, estamos demasiado ocupados en salvaguardar nuestros intereses con el estado marroquí como para echar una mano a los pobres saharaui. Pero el retruécano de la máxima del ideólogo comunista se hace más evidente que nunca en la falta de compromiso de las autoridades españolas con un pueblo, el mapuche, con el que tuvimos unas excelentes relaciones después de ser el único pueblo indígena de toda Sudamérica que no pudimos someter. Esta falta de compromiso se hace palpable en la negativa de los eurodiputados españoles del PP y del PSOE a apoyar una resolución de condena al gobierno de Chile por los atropellos que comete sobre toda la comunidad mapuche.

Los mapuches piden autodeterminación, autogobierno y que se cuenten con ellos para las decisiones que atañen a su territorio. Esta negativa a apoyar las justas reivindicaciones del pueblo mapuche no es esta vez porque estamos demasiado ocupados con nuestra independencia sino con la independencia de una parte de España. Cualquier asunto que huela a autogobierno y autodeterminación es visto por los políticos centralistas españoles como un tema tabú debido al problema separatista en España, sobre todo al problema vasco. Los eurodiputados españoles, que tienen muchísima mano en el parlamento europeo en asuntos que conciernen a Ibero América, no entienden que el conflicto mapuche no tiene nada que ver con el problema vasco, y mucho menos con ETA. Los eurodiputados españoles deberían de entender que lo que está pasando en Chile es una clara vulneración de los más elementales derechos humanos, y deberían votar a favor de una resolución de condena al estado chileno.

Mi más ferviente deseo es que los mineros se reúnan pronto con sus familias, del mismo modo que mi deseo también es que los presos políticos mapuches puedan reunirse del mismo modo con sus familiares. Que, por poner un caso, la lonko (jefa) Juana Calfunao, actualmente encarcelada injustamente en la cárcel de Temuco, pueda reunirse con su hija Relmutray, actualmente en el exilio, y que se salvaguarde la salud de los presos políticos mapuches en huelga de hambre como se salvaguarda la salud de los mineros atrapados.

(*) Ubrique (Cádiz)

 

 

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