¿Confusión o revisionismo histórico?

La historia Mapuche está escrita por sus adversarios

Por Reynaldo Mariqueo – 7 de enero, 2010

En los últimos meses del años que acaba de finalizar, portavoces de grupos y personas con tendencias racistas y nacionalistas de argentina, algunos de los cuales tienen intereses económicos personales en el territorio ancestral de la nación Mapuche, han acentuado su campaña de manipulación de los hechos históricos que busca negarle a los originales habitantes del Puelmapu sus derechos territoriales ancestrales. Sus argumentos se sustentan en teorías de seudo historiadores que obedecen ideologías colonialistas basadas en la superioridad racial.

Sin embargo, hay una argumentación con la que creo los mapuches coincidimos con estos revisionistas, re-editores de la historia, quienes tras sus ‘investigaciones’ y, como si fuera un descubrimiento espectacular, nos revelan que los mapuches no son originales de Argentina ni de chile; esto para nosotros (los mapuches) no puede ser más lógico y, naturalmente no debería ser una novedad para nadie, ya que cuando las republicas de Argentina y Chile fueron creadas los mapuches, originales habitantes del Cono Sur de América, ya tenían un nombre común propio con el que se identificaban entre si y, un territorio ancestral milenario, reconocido independiente el 6 de enero de 1641 por un tratado internacional celebrado en Killen entre la nación Mapuche y la Corona de España.

En lo que sin embargo, no estamos de acuerdo con los argumentos de esta misma corriente de opinión winka, es la noción que los mapuches del Puelmapu o Gulumapu (Araucanía y Patagonia) como anteriormente se conocía el Wallmapu no sean los originales habitantes de esos territorios. La especulación de estos historiadores parecieran basarse solo en los relatos de portavoces criollos que promovieron la ocupación del territorio de la nación mapuche y que más tarde justificaran el genocidio de su población; es posible que exista también en estos individuos una dosis de ignorancia, amnesia selectiva o posiblemente formando parte de un contubernio económico estratégico de corte colonialista, porque como es de público conocimiento, el territorio Mapuche nunca formo parte de la Capitanearía General de Chile ni del Virreinato del Río de la Plata, por lo tanto los derechos territoriales heredado de España que ambas republicas invocan, es decir el uti possidetis (como poseéis podéis seguir poseyendo) no es aplicable al territorio de la nación Mapuche.

Es decir, la argumentación de aquellos winka que cuestionan si los mapuches son de Argentina o Chile es irrelevante porque dicho territorio no es ni argentino o chileno. Asimismo, la frontera que las nuevas republicas erigieron en el territorio mapuche nunca existió entre los mapuches y nosotros no la reconocemos valida, porque es ilegal y porque además de haber sido impuesta arbitrariamente, divide a la familia mapuche.

Mapa publicado cerca de 1830. En él se ilustra que tanto Argentina o Chile no tenían jurisdicción en el territorio Mapuche porque el territorio Mapuche no formaba parte ni de la Capitanearía General de Chile o del Virreinato del Río de la Plata. Ver mapa completo. clic aquí

En lo que se refiere a la delimitación territorial, la única frontera existente en los momentos de la declaración de independencia de las republicas de Chile y Argentina en 1810, era la línea divisoria establecida en el tratado de Killen de 1641 anteriormente mencionado. La frontera comprendía aquellos territorios que España administraba y mantenía jurisdicción de facto (de hecho) y los territorios que el pueblo Mapuche poseía por derecho natural e histórico o de jure (de derecho); en otras palabras España no tenía jurisdicción de la Araucanía y Patagonia ni de hecho ni por derecho y fue en ese contexto especifico y claro que los Mapuche y España celebraron el mencionado tratado de 1641. Los mapas del continente americano hechos por cartógrafos independientes de países europeos reflejaban esa realidad geográfica (ver mapa) en ello se demuestra convincentemente esa línea divisoria que por el gulumapu al sur del Bío-Bío al Pacifico y en el Puelmapu al sur del rio Colorado al Atlántico eran territorios mapuche y/o de los reche (toda la gente), ubicados en el extremo sur del continente, comunidades con algunas características regionales propias, pero que en general eran indivisible entre sí por la afinidad de valores culturales que los unía, incluyendo la utilización del mapuzugun como medio lingüístico globalizante, con los naturales modismos regionales, propio de naciones organizadas políticamente en cualquier parte del mundo.

Así se forjo la identidad nacional Mapuche

La nacionalidad mapuche no fue promovida, con juramentos a la bandera o con homenajes a los libertadores y padres de la patria, ni menos aun con adoctrinamiento cívico que incitan el chovinismo y la patriotería que caracteriza a las nuevas republicas; la nacionalidad mapuche fue el resultado de la interacción e interdependencia de las diversas comunidades las que durante siglos fueron forjando una identidad nacional solida, hermanadas por un idioma común, espiritualidad, costumbres, el az-mapu, az-mogen y el ixofilmogen* que representan principios y códigos de conductas que les orientaba el camino a la convivencia armónica entre individuos, su responsabilidad con su comunidad y la naturaleza. Por otro lado las agresiones militares que debieron confrontar conjuntamente y durante siglos, por los imperios Inka y español, fueron plasmando la unidad y los sentimientos de solidaridad entre los lof de diversas regiones. Las invasiones de potencias extranjeras fueron dotando con el ingrediente de cohesión necesario que les permitió luchar eficazmente por su sobrevivencia, en defensa de su territorio y libertad.

El patriotismo mapuche surgido de esa identidad nacional que se extiende hasta nuestros días, fue el resultado de un largo proceso de convencimiento de pertenecer a un pueblo y a un territorio al que originalmente le llamaban el mapu o rehue, posteriormente fue conocido como Araucanía y Patagonia, hoy Wallmapu.  La denominación de rehue al territorio mapuche, logro captar el afecto del mapuche común por su territorio, porque lo estaban identificando como un patrimonio sagrado al que había que respetar y hasta dar la vida en su defensa, ya que el rehue, en la cultura mapuche, tiene el mismo valor simbólico referido al de un altar en la cultura cristiana occidental.

A la fidelidad del mapuche por su territorio se suman la adscripción del mapuche a principios y valores levantados por siglos, tales como la libertad, el derecho a regirse y manejar sus propios asuntos, la defensa de sus derechos soberanos, libres de la tiranía, la esclavitud y interferencia foránea; la unidad de todos estos componentes fue formando la identidad nacional mapuche, que hoy se encuentra atacada y por lo tanto es necesario revitalizarla, a través de actos de celebración de nuestras fechas conmemorativas y fiestas nacionales. Los gritos de batallas nos deja ver ese sentimiento generalizado del mapuche: marrichiweu! (diez veces venceremos); Mapuche ñi mapuche! (la tierra de la gente es de la gente de la tierra).

La cohesión férrea de todos los reche y sus respectivas comunidades situadas en diversas regiones, cuyos nombres describen la ubicación geográfica y la toponimia característica del lugar, se conocen como: Williche, Lafkenche, Pewenche, Tehuelche, Pikunche, Wenteche, Puelche, Nagche, Mamulche, Ranquelche, etc; es decir, la totalidad de los mapuche, aucas o araucanos, como le denominaron los inkas y españoles. El conjunto de comunidades y regiones constituían un pueblo uniforme con sus características propias, además de una estructura organizacional de carácter local, regional y nacional. Su organización social parte desde la base misma, es decir del lof al mando del Lonko y otras autoridades de la comunidad.

Como es de público conocimiento las republicas de Argentina y Chile en contravención con los tratados internacionales celebrados con la Corona de España y a pesar que por más de medio siglo admitieron la existencia de la frontera con la nación Mapuche y por tanto su vigencia, procedieron entre 1860 a 1885 a invadirlo valiéndose lisa y llanamente de su superioridad armamentista en una guerra no declarada por los gobiernos criollos, ni provocada por los mapuches. La “Pacificación de la Araucanía” y “Campañas del Desierto” fueron operaciones militares genocidas orientadas a exterminarles como pueblo. El arbitraje Británico de 1902 les otorgo la ‘legitimidad’ del trofeo, al establecer la frontera y de esta forma ‘oficialmente’ las republicas de Argentina y Chile se repartieron el territorio Mapuche. La división del Wallmapu le negó al mapuche el derecho a circular y establecerse libremente dentro de su territorio, como lo habían hecho por cientos y quizás miles de años.

Los mapuches son ‘invasores’ – extranjeros de Argentina y Chile

Los argumentos en el que se basan, los promotores del odio, que tratan de convencer a la opinión pública Argentina que los mapuches son invasores de Chile, obedece al mito creado por la corriente de opinión de los seudo historiadores que mencionaba anteriormente, los que en la práctica cumplen el role de verdaderos agitadores políticos de inclinación ideológica neo-nazis. Una segunda corriente de opinión de historiadores winkas pareciera estar enfocada a construir una nueva identidad nacional enfatizando exageradamente el patriotismo y, naturalmente la promoción de una ‘identidad nacional’ que incluye la celebración del “Día de la Raza” (blanca) para fomentar una cultura criolla que es indistinguible con la europea. Este favoritismo entran en contradicción con otra corriente de opinión de historiadores que promueve una visión conciliadora manifestando que criollos e indígenas tienen una historia común y un futuro unido que construir, que el país es racialmente homogéneo, libres de discriminación, etc. Sin embargo todas estas apreciaciones apuntan a ignorar los derechos territoriales y a destruir la identidad cultural del pueblo Mapuche y otros pueblos indígenas del Cono Sur, mediante el proceso de asimilación, que en el pasado la llamaban civilización o cristianización, hoy lo ocultan bajo la carátula de integración, progreso y modernización.

La realidad nos muestra que existen dos culturas y dos procesos históricos diferentes la del pueblo Mapuche con sus raíces culturales pre-hispánica y la criolla copiada de Europa, cuyas celebraciones o conmemoraciones de sus héroes y hechos históricos no tienen nada en común; esta situación crea por definición antagonismos irreconciliables porque muchos de sus héroes como Trizano, Saavedra, Roca son considerados genocidas por los mapuches y sus banderas, símbolos de opresión.

Quizás los relatos de los “historiadores” contemporáneos, Sergio Villalobos de Chile y Rodolfo Casamiquela de Argentina, sean los mejores exponentes de esa corriente de pensamiento que nos ilustra esa mentalidad colonialista contemporánea, porque creo interpretan fielmente la mentalidad del dominador. Es de suponer que este sea el motivo por el cual sus teorías o ‘trabajos académicos’ son galardonados por el ‘establishment’, además de ser transmitida oficialmente por las instituciones educacionales contribuyendo sustancialmente con los ingredientes de transculturización de los pueblos indígenas. Por lo tanto, para ellos sostener teorías absurdas no les resulta vergonzoso porque saben que están interpretando la política delineada por el establishment o la institucionalidad y, porque además manifiestan la visión folklórica que se ha creado sobre los hechos históricos de los pueblos indígenas. Es por ello que lanzar al mundo teorías que sostienen que el mapuche es extranjero en su propia tierra o negar su existencia no les preocupa vulnerar la ética profesional porque saben que sus teorías no le serán cuestionadas, porque cuentan con el silencio pernicioso de la intelectualidad de esos países que se muestran indiferentes frente a la aberración.

Villalobos quien afirma que “los mapuches son inferiores y que merecen ser dominados” (1), levanta la teoría nazi de raza pura y segregación racial como fórmula de preservar los derechos e identidad de un pueblo, argumentando que por la mezcla genética los mapuches (que él insiste en llamarlos araucanos) ya no existen; por lo tanto argumenta “el Estado Chileno no mantiene deuda históricas” con gente inexistentes. Por su parte Casamiquela afirmaba que los mapuches no tienen derechos a reclamar territorio en Argentina porque son chilenos y se enfurecía con todos aquellos mapuches que según su teoría deberían autodenominarse Tehuelche. En declaraciones a la prensa vocifera: “Si se definen como Mapuches son chilenos y si son chilenos no tienen derecho sobre la tierra de la Argentina” (2). Casamiquela defendía su teoría con insultos gratuitos al mapuche y Tehuelche, señalando que no tienen “capacidad de análisis” y que poseen una “incapacidad particular […] para las abstracciones y las generalizaciones”, estos comentarios despertó (con justa razón) la ira de los mapuches del Puelmapu al que lo trataban de racista, su respuesta es reveladora: “Ellos me dicen que soy racista, si racista significa decir que los mapuches provienen de Chile, entonces soy racista” (3)

Como es natural estos argumentos son utilizados por elementos racistas, que mencionaba anteriormente, particularmente de la Argentina, para diseminar sentimientos anti-mapuche. Utilizando medios de comunicación afín a su ideología del odio afirman que los “araucanos” habrían invadido el “territorio argentino”, exterminado o araucanizado a los eoniken o Tehuelches que ellos llaman ‘indígenas argentinos’, mientras que por su parte la Corporación de Defensa de la Soberanía de Chile, afirma que los mapuches vienen del lado argentino habrían “desplazado a las tribus locales de origen chincha-chileno”.  Según la versión argentina, la embestida araucana habría ocurrido a la llegada y asentamiento español en 1541, en lo que hoy es el norte de Chile. Por su parte la entidad chilena asegura que los mapuches habrían invadido el “territorio chileno” uno o dos siglos antes de la llegada de los españoles. Quizás valga la obviedad mencionar que en ambos periodos históricos las republicas de Chile y Argentina no existían por lo tanto no podían tener territorio, es decir no pueden en ambos casos invocar tenencia de territorios de países siglos antes que se fundaran.

Lo insólito de estas teorías es el hecho que ambas ofensivas mapuche, contra los mencionados pueblos indígenas, habrían ocurrido durante el pleno periodo de expansión del Imperio Incásico, que como sabemos se empeño en conquistar el Wallmapu a los que los mapuches le opusieron una feroz resistencia y, en lo que se refiere a la versión argentina sobre el supuesto exterminio de los “indígenas argentinos” esto habría sucedido durante la así llamada “guerra de Arauco” sostenida por el Imperio Español (1541-1803) contra el pueblo Mapuche.

La versión de los winka argentinos carece de credibilidad porque se relatan episodios científicamente falsos y sin fundamentos tangibles, ya que como se sabe la guerra de agresión española, que se iniciara inmediatamente después de su  llegada al territorio Mapuche y, no obstante a los temporarios periodos paz, mantuvo a este pueblo en estado de guerra permanente.  Los historiadores winka definen a la civilización mapuche como atrasada, primitiva, básica y sus habitantes de salvajes, barbaros e incivilizados, pero luego lo transforman en súper hombres que no solo sostienen guerras victoriosas, en periodos distintos, contra dos de los más poderosos imperios de su época, el inka y el español, pero que además se habrían dado el lujo de abrir otro frente militar para sostener simultáneamente una guerra de exterminio y de asimilación cultural, en contra otros pueblos indígenas.

Hay que demonizar al mapuche, que algo queda

La embestida publicitaria de estos grupos minoritarios orientada a demonizar al mapuche pareciera contar, sino con el apoyo, al menos con el beneplácito de las autoridades gubernamentales locales. Los mapuches son presentados como agresores y expansionistas, tan malos o peores que los españoles, solo que más eficaces, ya que si aceptamos su versión veremos que en la actualidad no existen vestigios de la existencia de los pueblos “conquistados” por los aucas o araucanos como los Inka y españoles denominaron (en su época) a los mapuches. Hay que hacer notar que los pueblos al que a los mapuche se les inculpa haber sometido, no existen; los chincha-chilenos y Aokena nadie los conocen, excepto en la historiografía de dudosos historiadores winka.

Es de suponer que la terminología Aokena fue inventada por algunos cronistas winka (extranjeros) para denominar a los tehuelche, para crear la noción de la existencia de pueblos diferentes al mapuche, con los mismos propósitos de los nombres utilizados por los españoles o Inkas para denominar al Mapuche, esta conclusión no parece tan absurda si consideramos que la terminología tehuelche es una palabra mapuche, así como son los nombres de los lugares, las montañas, los ríos, los nombres de la flora y la fauna del territorio que supuestamente habrían habitados.  No hay que olvidar que 30 años atrás se nos enseñaban en los colegios que los Williches, wenteches y Pewenches (entre otros) eran pueblos distintos al mapuche y que entre ellos tenían poco o nada en común.

El otro objetivo que persiguen estos seudo historiadores, es enfatizar los episodios negativos no corroborados por fuentes independientes en contra de los mapuches; las supuestas guerras inter-tribales, la acción de los ‘indios amigos’, los ‘colaboradores’ y yanakonas (indios traidores) es el mejor argumento en contra el mapuche para empañar su imagen, incitar inexistentes resentimientos regionales entre mapuche, en otras palabras, ‘dividir para reinar’ para de esta forma facilitar el despojo y la opresión.

Resulta revelador que los estados chilenos y argentinos que por 150 años han implementado todo tipo de políticas en contra los mapuches, que incluye la utilización de métodos de exterminio, hasta ahora no han podido chilenizar o argentinizar a los mapuches.  Las invasiones militares denominadas como: “Pacificación de la Araucanía y “Campañas del Desierto” encabezadas por el General Roca y el Coronel Saavedra, no lograron exterminar completamente al mapuche, hoy los que sobrevivieron el holocausto de esa guerra genocida, luchan con más vigor que nunca por sus derechos de pueblo y la recuperación de su territorio. La estrategia de asimilación cultural por más de un siglo, que incluye la imposición de valores culturales de la sociedad opresora y la tergiversación de los hechos históricos, también han fracasados, porque los mapuches hoy como ayer reafirman con orgullo su identidad cultural.

La propaganda alarmista que condiciona el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas con la desintegración de la Argentina como estado nacional, solo logra transitoriamente engañar algunos incautos. Sin embargo, tras esta conjetura se esconde algo mucho más siniestro, que no puede ser otra que el tratar de disuadir el apoyo criollo e internacional a las justas reivindicaciones de las comunidades mapuches, adjudicándose de esta forma licencia para continuar violando los derechos humanos y seguir despojando impunemente al mapuche de sus tierras ancestrales.

Esta propaganda anti-mapuche también tiene eco en los tribunales de justicia de Argentina, siempre tan proclives a salvaguardar los intereses de los grandes estancieros y de los poderosos consorcios económicos; el hecho que hoy estén considerando como válida la desacreditada y anticientífica teoría de Rodolfo Casamiquela sobre la pretendida ‘chilenidad’ del origen de los mapuches del Puelmapu, es una prueba de los efectos de dicha campaña, que busca justificar el dictamen de sentencias adversas en contra de las comunidades indígenas que reclaman la restitución de sus territorios.

La prontitud con que actúan los tribunales argentinos para considerar los argumentos de Casamiquela como una teoría seria del derecho, a pesar que la historia y la ciencia antropológica la haya desestimado, demuestran que están llanos a transgredir las leyes nacionales e internacionales relacionados con los derechos de los pueblos indígenas y, es por tanto una evidencia del actuar mediocre de la justicia argentina, que bien se puede interpretar como una conducta cómplice y corrupta, donde la independencia e imparcialidad brillan por su ausencia. Los efectos de esta campaña de distorsión histórica lo confrontan hoy (por nombrar algunas) las comunidades de Lagunita Salada, Gorro Frigio y Cerro Bayo de Chubut, cuyos litigios de restitución de tierras llego a la Corte Suprema de Justicia y el argumento principal en su contra pareciera ser la tesis de “chilenidad” de los mapuches, a pesar de existir en el sector un cementerio de los ancestros de la comunidad mapuche que data de cientos de años de antigüedad.

Estos y otros historiadores parecieran desconocer los principios universalmente reconocidos y que están compilados en una serie de instrumentos internacionales de la ONU, tales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas, el derecho a elegir su nacionalidad o el derecho básico a la auto-identificación. Tampoco consideran importante los principios que señalan que: “Todos los individuos y los grupos tienen derechos a ser diferentes, a considerarse y ser considerados como tales” o, el derecho de todos los pueblos a la libre determinación.

Para estos historiadores los compromisos asumidos por Argentina y Chile en el plano del derecho internacional no tienen asidero en sus teorías, veamos lo que dice el siguiente articulo de uno de tales instrumentos: “Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación y respetaran ese derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas”. (4)

Sin embargo, estamos seguros que tarde o temprano la verdad y la decencia terminara por imponerse en ambas republicas y, esperamos en particular que el gobierno Argentino adaptará su política indígena a los estándares internacionales,  implementando medidas legales apropiadas que castiguen aquellos que promueven el racismo y la intolerancia.

Los seudo historiadores, están embarcados a revisar la historia para destruir todo vestigio de presencia histórica del pueblo expoliado, de sus autoridades tradicionales, de su organización social, borrar su memoria colectiva de sus batallas, de sus héroes y heroínas, sus fechas conmemorativas. Pretenden ignorar que el pueblo Mapuche fue independiente y soberano, que ejercía su libre determinación por un periodo superior a la existencia de las republicas de Argentina y Chile que este año se aprontan a celebrar su bi-centenario;  tratan de desconocer la existencia de la frontera que dividía a la nación Mapuche con los territorios administrados por España y posteriormente por las nuevas republicas.

En la historia oficial se menciona ligeramente o simplemente por omisión se evita detallar las decenas de miles de weichafe y kona (soldados y voluntarios) muertos en cientos de batallas en defensa de su nación. Poco se señala de la devastación, las masacres de la población civil, la esclavitud, las violaciones y los secuestros de niños, los escarnios y la humillación enfrentada durante siglos de agresión extranjera. Esta política genocida la siguen hoy aplicando, bajo otros pretextos y métodos, pero que apunta a un solo objetivo, hacernos desaparecer como pueblo. Estos revisadores de la historia no creen en la reconciliación histórica, la reparación o la justicia, ni en construir un país pluricultural y multilingüe, sino en sus mezquinas ventajas económicas y sus teorías racistas y xenofóbicas que siembran el odio contra el indígena.

También olvidan mencionar que fue la unidad del pueblo Mapuche la que les permitió desarrollar diversas estrategias para enfrentar exitosamente por siglos a los invasores, para negociar la paz, establecer fronteras, celebrar tratados internacionales (más de treinta) asignar embajadores y en 1860 crear una monarquía hereditaria, constitucional y parlamentaria con miras a lograr el reconocimiento internacional de su independencia. Los portavoces gubernamentales evitan valorar la importancia jurídica de estos acuerdos e instrumentos que nos legaran nuestras ilustres y sabias autoridades políticas; son las armas legales de gran calibre que los mapuches tenemos a nuestra disposición por su trascendencia internacionales reconocidas en las normas del derecho internacional, instrumentos que tarde o temprano el pueblo Mapuche las debe utilizar en su defensa.

Por otra parte se pretende convencer al mapuche que todos los habitantes del país, son ciudadanos con los mismos derechos e iguales ante la ley, pero la práctica cotidiana les señala lo contrario, son ‘ciudadanos’ pero… de última categoría. El trato vejatorio contra el mapuche, hoy hace que muchos mapuches renuncien a su nacionalidad y denuncian en las conferencias de Naciones Unidas sus deseos de viajar con su propio pasaporte Mapuche, ya que no quieren hacerlo, con el del estado opresor. Las razones son simples, los mapuches encontramos totalmente contraproducente que los criollos, nos obliguen adoptar la nacionalidad de sus estados, a pesar de ser estos mismos estados los responsables del genocidio de su población, los que hoy articulan el robo de sus tierras y recursos, que los empobrecen, discriminan y reprimen.

Resulta por tanto moralmente inaceptable que se arroguen un derecho, que claramente no les corresponde, pero que por valerse de un desprestigiado estado de derecho y las fuerzas de sus armas, imponen al pueblo mapuche su impertinencia. Desde el momento que los habitantes del Wallmapu reafirman su nacionalidad auto-identificándose públicamente, en cada momento y en cualquier parte como Mapuche, es una demostración clara que jamás hemos renunciado a nuestra propia nacionalidad ni tenemos la menor intención de hacerlo. De la misma manera que jamás hemos renunciado a nuestro derechos territoriales, la autonomía y libre determinación que hoy se nos reconoce en el derecho internacional.

Bibliografia:

  1. Language of the Land. The Mapuche in Argentina and Chile. By Leslie Ray. Copenhagen 2007 – Document No. 119. p.231 – International Work Group for Indigenous Affairs.
  2. Fuente: Periódico El Chubut / Azkintuwe Noticias – http://www.bolsonweb.com.ar/diariobolson/detalle.php?id_noticia=5535
  3. Idem
  4. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Parte I, Articulo 1.3
  5. Idem

Vocablos mapuche utilizados

  1. puelmapu = territorio mapuche entre la cordillera de Los Andes al Atlántico al extremo sur
  2. killen = nombre del lugar donde se celebro el tratado
  3. winka = blanco, extranjero
  4. gulumapu = territorio mapuche entre la cordillera de Los Andes al Pacifico al extremo sur
  5. wallmapu = nombre del territorio ancestral de la nación Mapuche
  6. reche = toda la gente, solamente gente
  7. mapuzugun = idioma de la tierra, idioma mapuche
  8. ad-mapu o az-mapu = conjunto de principios y normas que rigen a la sociedad mapuche
  9. ixofilmogen = normas que regula la coexistencia del mapuche con la seres vivos y la naturaleza
  10. lof = comunidad
  11. mapu = la tierra
  12. rehue = altar
  13. lonko = autoridad política
  14. chincha-chileno = nombre inventado por historiadores chilenos para referirse a los mapuche
  15. aokena = nombre inventados por historiadores argentinos para referirse a los mapuche-tehuelche.
  16. yanakonas = indios serviles, traidores
  17. weichafe = militar o guerrero
  18. kona = voluntarios del ejercito