Carta abierta a Sergio Villalobos:

Cuando la historia se convierte en instrumento racial y colonial

Enrique Antileo* y Fernando Pairican* - 25 Marzo, 2014

En la historiografía chilena Sergio Villalobos tiene un lugar clave: es el creador de los Estudios Fronterizos en la década de 1980, un enfoque que por años ha guardado un lugar privilegiado en las investigaciones sobre el territorio y la sociedad mapuche.

villalobos-nazi

Además el mismo Premio Nacional de Historia es ante todo un hombre de la frontera. Nació en Angol en 1930, período en el que finalizaba “la reducción”, aquel proceso de despojo territorial que forzó el empobrecimiento del pueblo Mapuche y que legitimó la Ocupación de La Araucanía a través de la entrega de Títulos de Merced. Fue en esa época, que la sociedad vencedora, reforzó nuevamente el imaginario de la barbarie sobre los sobrevivientes: flojos, borrachos, sucios, delincuentes, entre otros apelativos.

Foto: Gentileza Radio del Mar

La importancia de Sergio Villalobos recae en su intento de validar y dar sustento “científico” a este imaginario, ocupando la historiografía como la arma de legitimidad.

Sosteniendo hipótesis raciales, el Premio Nacional es heredero de una tradición darwinista que fusionó con los debates de la Escuela de los Anales de los 60’ y buscó destruir los mitos históricos, para ingresar a los hechos, procesos y transformaciones globales. De esta síntesis nacen los Estudios Fronterizos. Bajo la dictadura, el Ministerio de Educación oficializó sus estudios, con toda esa carga de prejuicios contra el pueblo Mapuche que hablaban de la inexistencia de sus sujetos, que eran araucanos, mestizos, alcohólicos, calientes, envidiosos, ladrones y un largo etcétera de prejuicios bajo los cuales se educaron las infancias de Chile y Mapuche. Ese es el triunfo de Sergio Villalobos, su historia de vida, imágenes y visiones regionales de los vencedores elevadas a nivel de Estado que la sociedad ha naturalizado y asume como relato oficial. Su victoria son esos villalobos ocultos que van en la micro con nosotros, que son nuestros vecinos, que son nuestros compañeros de labores o de estudios, esos que en cualquier oportunidad nos refregarán el “indio” o “araucano” en nuestros rostros. Ahí el costo: la colonización ideológica del pueblo Mapuche y el triunfo de un neonacionalismo chileno blanco en oposición a nosotros, los indios y morenos. No por casualidad el Intendente Francisco Huenchumilla señaló: “a este país le hace falta mirarse al espejo”.

Villalobos es solo un nombre- quizás el más mediático y al que le da lo mismo ser “políticamente correcto”- de una larga lista de académicos que han trabajado incesantemente por denostar a los pueblos que han sido anexados al régimen colonial chileno. Todo país colonial tiene sus historiadores orgánicos, aquellos que justifican, avalan e intentan explicar los argumentos de cualquier masacre, invasión, asesinato o integración.

El racismo de sus frases en televisión y en el diario son la operatoria ideológica con que se valida la colonización del territorio mapuche por el Estado chileno. Todas sus palabras vienen y, por cierto, generan heridas en nuestra gente. “Para la nación chilena era un desperdicio que debía ser superado”, “defectos ancestrales”, “incorporar esos territorios era una necesidad para la nación chilena” “… un guerrero y un cazador, que vivía relajadamente y entregado al alcohol”, “no son mapuche, son araucanos” son ejemplos de un verborrea que nos inunda por años. Todos esos fuegos artificiales de la “cultura dominante”, “la integración”, “el reloj, el computador y los títulos profesionales”, no son más que fanfarronerías evolucionistas de la cultura que hace muchísimo tiempo fueron desechadas. También toda esa mirada positiva de los colonos alemanes, suizos, italianos, chilenos que llegaron a Wallmapu: otro acto de limpieza histórica. Por años dichos colonos corrieron cercos, dispararon y cometieron un sinnúmero de abusos con nuestra gente ante la impunidad total, en una de las épocas de violencia colonial más crudas posteriores a la guerra. Hablamos del periodo 1900-1960: infancia y juventud del historiador.

Sin embargo, en un proceso tan largo, complejo y violento como fue la ocupación de Wallmapu no es tan fácil minimizar los actos, borrar la historia y justificar la invasión. Se ocuparon nuestras tierras, no se respetó ningún acuerdo anterior, hubo muertos, presos, heridos. El ejército chileno despojó materialmente al pueblo mapuche, quemó sembradíos, viviendas y realizó un millonario saqueo de animales que engrosó sus arcas. Además se coordinaron con el ejército argentino, que por el otro lado también avanzaba vorazmente. Y sí claro, hubo parlamentos entremedio, pero en contexto de acciones militares. Y aunque algunos mapuche negociaron o pactaron, aunque no todos pudieron enfrentarse militarmente, lo que no se puede borrar es la ocupación y el colonialismo final.

El olvido no es una alternativa para las memorias de miles de mapuche que cargan con todas las consecuencias de la colonización hasta nuestros días.

En 1992, no fue un gesto simbólico menor – como no lo es su tribuna mediática actual y su sitial académico en la Universidad de Chile- que el premio nacional de Historia, recién retomada la democracia y un año antes de la ley indígena, llegara a manos de Sergio Villalobos. Aquel año que algunos celebraban el Quinto Centenario y nosotros, los “indios”, los 500 años de resistencia. Internacionalmente, Rigoberta Menchú era llevada como el símbolo de la Paz y comenzaba lo que algunos han llamado la “reemergencia indígena”.

Protestas, sublevaciones y rebeliones marcaron la última década del siglo XX y pusieron la autodeterminación como el paradigma de las luchas indígenas, abriendo una discusión sobre la hegemonía política y cultural de los Estados. Los Mapuche no quedaron ausentes, los proyectos de autodeterminación y autonomía comenzaron tomaron un fuerte impulso y hoy en día constituyen potentes pensamientos para el futuro. Tanto Sergio Villalobos, como la criminalización a la cuestión Mapuche son creencias del siglo XX que aún penan por estas tierras, nosotros estamos mirando hacia el siglo XXI.

*Miembros de la Comunidad de Historia Mapuche

 

Subir