Líneas del Conflicto I

Publicado por Munhti - miércoles, enero 09, 2008

Pese a que tenía la intención de dedicarme a las reformas jurídicas que, de una u otra forma, afectaron y afectan a la nación mapuche, no podré hacerlo al menos en esta ocasión. Sin embargo, no estarán del todo ausentes algunas referencias, pero más que dedicarme a su examen, pretendo hacer visible una línea de acción, un plan, una manera de obrar y ver las cosas que se arrastra de siglos y siglos atrás, particularmente con el pueblo mapuche, por su conocida capacidad de resistencia.

Como es sabido, no fue hasta 1881 bajo el gobierno de Domingo Santa María que el Estado chileno se hizo con las tierras pertenecientes a la comunidad indígena, pero el interés por las tierras, por las tierras y no por los mapuches como mano de obra, se intensifica especialmente en el decenio de 1850, a raíz de una crisis económica y la consiguiente necesidad de aumentar la producción de cereales y otras materias primas. La solución, sería la conquista de los territorios que poseen las comunidades mapuche y su aprovechamiento, sobre todo por parte de colonos, que vendrían a repoblar tierras ya pobladas (paradójico). Sucede que para el Estado los habitantes ancestrales de aquellas tierras no son suficiente, ni necesarios para su proyecto de construcción de la nación, por lo tanto, si no son asesinados son reducidos lo más posible a tierras poco aptas para el cultivo, de ahí la necesidad de traer gente a poblar las tierras. Pero sería engañoso pensar que solamente la necesidad económica agudiza el conflicto, existe el temor del Estado, el temor a que la nación mapuche se declare definitivamente independiente, pues "siguiendo las normas del Derecho Internacional (cf. Andrés Bello) los araucanos constituyen una nación y bien podrían suscribir tratados o pactar con otra nación extranjera." Es decir, existe miedo y ya estaba el precedente de aquel francés que fue proclamado Rey de la Araucanía y la Patagonia.

Me detendré un momento en el episodio que acabo de mencionar a la ligera, como aparece en la mayoría (sino todos) los libros de historia que llegan a nuestras manos. Efectivamente, los historiadores tan lindos y conservadores que se han hecho famosos y obligatorios para nosotros (Eyzaguirre, Frías, etc.), gracias a la dictadura, toman este episodio con humor, con ironía, siguiendo la senda que el Estado de aquel entonces, le quiso imprimir a la constitución de aquella monarquía. Pero, lamentablemente, sus actos delatan que aquello no parecía ser tan sencillo.

Orelie Antoine, abogado francés, fue declarado Rey de la Araucanía y la Patagonia. Insisto, fue declarado, ni se autoproclamó, ni engaño a nadie, ni mintió, ni estaba loco. Ante esto el Estado chileno reaccionó, incluso, ofreciendo recompensa por la cabeza del, por aquel entonces, Rey (el coronel Cornelio Saavedra, llegaba a ofrecer dinero de su propio bolsillo). La pregunta entonces, es de cajón, por qué si se trataba simplemente de un loco o un mentiroso tanto revuelo. La respuesta es simple, porque realmente no era así. Y eso puede ser corroborado por una serie de cosas: 1) En la proclamación de la Monarquía participan una serie de Toquis, de gran relevancia para el pueblo mapuche: El toqui Mañil, Kilapan y Kalfukura. 2) Las bases del Reino se sentaron el 17 de Noviembre de 1860, luego de deliberaciones del "Gran Consejo Nacional Mapuche", celebración conocida como "Futha Kallong" (Gran Parlamento). 3) No hay oposición conocida en el territorio de la araucanía ni en la patagonia. Ésta se unió tres días después al reino, es decir, el 20 de Noviembre de 1860. 4) La Monarquía no se detiene con la encarcelación, expulsión ni la muerte de Antoine, en efecto, hay una sucesión de reyes, que no mencionaré por espacio. 5) Las disposiciones de la constitución preservan gran parte de la organización tradicional, europeizando los nombres de algunos cargos.

En fin, resulta que el pueblo mapuche, más previsor y astuto de lo que cualquier criollo hubiera querido pensar, intentaba adquirir una forma de organización aceptada internacionalmente y así poder ser reconocida como una nación independiente. En efecto, desde 1641 hasta la llamada "pacificación" habían funcionado así, luego del tratado de Killin, contraído con los españoles. Pero el Estado chileno omite y desprecia cualquier tipo de organización de la nación mapuche, se extraña ante el hecho de que aquellos "indios" aceptaran al mando a un extranjero (olvidando el origen de los "padres de la patria" chilenos) y, de hecho, consideran inconcebible (los intelectuales siguen haciéndolo o, al menos, eso parece) que el pueblo mapuche pudiera redactar o, siquiera, entender la carta constitucional que regía la monarquía. Es decir, consideran que tratan con bárbaros, con incivilizados, con personas (si es que se les llama persona) incapaces de poder administrarse autónomamente, por tanto, pertenecen sus tierras y ellos al Estado chileno, que irá a reclamar con las armas algo que jamás le perteneció. Y no sólo eso, luego de irrumpir más allá del Bío-Bío, con la estrategia robada al gobernador español Ribera, comenzarán a comprar y a usurpar tierras por vías semilegales, sometiendo al pueblo mapuche a tratos injustos y a maquinaciones burocráticas que aquellos estaban lejos de entender, no por falta de capacidad, sino porque eran prácticamente imposible de entender, pues no estaban diseñadas para eso, no estaban diseñadas para esclarecer las reglas del juego a ambos participantes, sino para tratar de blanquear un proceso etnocida, en donde, prácticamente la única posibilidad era vender la tierra (bajo condiciones inciertas, nebulosas) o morir. No había mucho que hacer, así como ya lo había mencionado, se consigue aislar, arrinconar al pueblo mapuche en su propia tierra a sectores de esta, poco aprovechables, poco interesantes para el Estado de aquel entonces (ojo, no para el de ahora).

Sobre la Monarquía, creo, habrá bastante que decir en algún momento, el último de los monarcas llamado Príncipe Felipe el 4 de Junio de 1971, fue reconocido en un juicio en parís (por difamación) como legítimo heredero de cargos de Alteza Real, lo que a su vez reconocía la existencia del Reino. Sin embargo, y a pesar de que, según la misma fuente la monarquía sigue estando vigente, no se ha hecho uso de ella al nivel que podría hacerse. Quizás es cosa de tiempo.

Ahora, haré un salto gigantesco en la historia para llegar a Pinochet, y he de referirme, aunque sea de manera somera, a una ley promulgada el 22 de Marzo de 1979, en plena dictadura, la cual en uno de sus párrafos dice que tiene por objetivo "terminar de una vez por todas con el problema indígena." En honor a la verdad, y como muchos debe saber, en realidad Pinochet no quería terminar con ningún problema, sino que pretendía terminar con los mapuches mismos, con su condición de pueblo originario y si era necesario (necesario para el deplorable juicio de la deplorable junta de gobierno) aniquilar a quien se opusiera.

Fiel a su propósito, fiel a su credo en el neoliberalismo, pretenderá terminar con todo rastro de tierra comunal, para esto hará que la división de las tierras sea lo más simple posible, por lo cual, no importa tener la aprobación de la mayoría de los afectados, sino que simplemente basta con un interesado para que se proceda a su división, no dudando del uso de armas y militares. Esto se hará a través del llamado "Instituto de Desarrollo Agropecuario", cuyo director era Ricardo Hepp, quien además decretó para ese mismo año la disolución de 600 comunidades mapuche, y 400 los años venideros. Lo más terrible y singular de esta ley era el párrafo que señalaba que "a partir de la división, las hijuelas resultantes dejarán de considerarse tierras indígenas e indígenas sin dueños", resultando entonces, que los indígenas no tenían tierras y además dejaban de serlo.

No debería extrañar, es la típica forma de reaccionar ante el problema mapuche que históricamente han tenido quienes más se han hecho llamar patriotas, la construcción de esa falsa patria, a través, de elementos foráneos, eligiendo a conveniencia los elementos que han de componer o no la "amada patria". Para esto, Pinochet se encargó de fomentar la fundación llamada "Chol-Chol" cuya sede se encontraba en Washington. Esta fundación ya había sido creada por James W. Mundell en 1971 (sacerdote de la orden Maryknoll, Nueva York), pero sólo obtiene el permiso para operar en territorio chileno en 1979. Básicamente se supone que este organismo se encargaría de fomentar el desarrollo de la región mapuche, de su comercio, de su autogestión, claro, además de brindar créditos, que obviamente, sirvieron para hipotecar tierras pertenecientes a los mapuches y así el Estado poder asirse de ellas. Además, a la fundación le estaba permitido grabar películas y programas de televisión en territorio mapuche. Éstos la acusaban, en resumidas cuentas, de querer hacer las tradiciones comercializables introduciendo costumbres norteamericanas, eliminando las reales expresiones de la nación mapuche. Es decir, se había liquidado al mejor postor la creación de un pueblo que no incomodara al gobierno. Gobierno que por un lado desconocía o intentaba aniquilar la existencia misma de los indígenas, pero por otro intentaba crear una fantasía, una especie de teatro mapuche, una película de indios y vaqueros, haciendo patente de donde sacaron aquella estrategia, querían "agringar" a los mapuches, si es que no les era posible eliminarlos, es decir, los que quedarían serían una sombra, un chiste de lo que era el pueblo originario, una silueta inofensiva e incluso graciosa para fomentar el turismo, sin intervenir en el increíble remate del país que llevaba a cabo Pinochet y sus mafiosos o ayudantes.

En fin, existe al margen de estas formas de tratar el conflicto que son abiertamente asquerosas, otras más sutiles, pero no por eso menos asquerosas, como la de los gobiernos de la Concertación, pero por tiempo y espacio no diremos nada sobre ellos todavía. Sin embargo, a pesar de las diferencias, es importante notar la misma miseria intelectual, la misma venta de los derechos de los pueblos, la misma omisión de compromisos, del pasado histórico, etc. Ya habrá ocasión de decir algo al respecto, por ahora quería mostrar ciertas líneas que atraviesan la historia y que se constituyen como una misma visión y manera de obrar, con distintas aristas, pero básicamente utilizando herramientas similares. La fuerza y el robo seudo legal.

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Fuente: Arnette Rojo y Negro
Que toute liberté soit également juste

 

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