Las fronteras de nuestra nación
La modernidad
mapuche llegará sin duda
alguna, y más temprano
gracias a lo que hacen hoy día aquellos que serán llamados
los patriotas de esa Nacionalidad. Para eso faltan algunas décadas,
probablemente. Sin embargo, si la Nación Chilena permite y apoya
el surgimiento auténtico, desde sus propias raíces, de
una moderna Nación Mapuche en su seno, aquella nos hará más
ricos a todos y reforzará las fronteras de la Nación
de todos.
Por Manuel RIESCO* / Economista
Llovía fuerte en Villarrica, a orillas del lago, mientras iban
llegando los delegados al encuentro paralelo a la reunión de Ministros
de APEC, la que tenía lugar en la vecina Pucón por esos
mismos días. La mayoría de los delegados eran mapuches,
muchos de ellos campesinos con manta y todo, cuyas organizaciones prepararon
este encuentro, junto a organizaciones sociales de la región.
El inicio del encuentro demoraba ya varias horas, mientras los buses
en que venían los delegados eran detenidos por carabineros, quiénes
revisaban los documentos de todos los pasajeros y bajaban a dos o tres
personas de cada bus, supuestamente para verificar sus antecedentes.
Ni siquiera en la dictadura recuerdo algo así.
Cuando se pudo empezar, quienes presidían los diferentes paneles
y algunos de los expositores, hablaron en mapudungún y luego traducían
al español. En lugar de aplausos se escuchaban gritos ululantes.
Intervinieron delegados de toda la región, de la costa a la cordillera
y también del otro lado, de la zona mapuche que está en
Argentina. Las intervenciones eran por lo general inteligentes, bien
formuladas y argumentadas en lo principal, y con gran sentimiento. Muchos
de los oradores mapuches exhibían estudios de post-grado, no pocos
en universidades extranjeras.
Los debates continuaron hasta bien entrada
la noche y al día
siguiente se realizó una marcha por Villarrica, antecedida de
una ceremonia religiosa mapuche, celebrada en el sitio donde Pedro de
Valdivia instaló el primer fuerte español. Fue bien impresionante
ver a una joven mapuche agredir derechamente a un carabinero bien grandote,
con una fiereza digna de su antepasada Fresia, que comprobaba que el
tono durísimo contra los chilenos de las intervenciones de varios
loncos y werkenes, algunos de edad bien madura, no es ajeno al sentir
de su pueblo. Seguía lloviendo a cada rato, casi todo el tiempo.
Algunas de las intervenciones sintetizaron
el punto de vista de la mayoría
de los oradores más o menos de la siguiente manera: Los mapuches
controlaron hasta 1881 un territorio de unas 10 millones de hectáreas.
Ese año fueron conquistados por primera vez en su historia, por
el ejército chileno que venía de ganar la Guerra del Pacífico.
Paralelamente, en Argentina, los ejércitos de Buenos Aires invadieron
el territorio mapuche del otro lado. Acá fueron reducidos al 5%
de su territorio, unas 500 mil hectáreas. Estas también
las fueron perdiendo, gradualmente, mediante engaños, robos con
violencia y otros procedimientos, todos absolutamente ilegales, de modo
que hacia 1970 les quedaba bien poco.
La Reforma Agraria les reservó unas 200 mil has. expropiadas,
pero las mismas fueron rematadas en cambio a las forestales después
del golpe de 1973. Finalmente Pinochet les dio el golpe de gracia, al
derogar la legislación que al menos formalmente los protegía
y permitirles vender legalmente las tierras que les quedaban, las que
fueron a parar también mayormente a manos de las forestales. Eso
fue más o menos al mismo tiempo en que Salinas de Gortari hacía
lo propio en México, como resultado de lo cual, al decir del Sub-Comandante
Marcos “antes del decreto éramos un puñado, luego
fuimos miles”, refiriéndose al Zapatismo.
Sin embargo, concluían los expositores ¿qué son
poco más de cien años en la historia de un pueblo milenario?
No fuimos aniquilados, sólo conquistados transitoriamente. Mantenemos
nuestra identidad histórica, étnica, y cultural. Mantenemos
nuestra lengua, conservamos nuestros Dioses y nuestra religión.
Todavía mantenemos una importante presencia en parte del territorio
que fuera nuestro. Somos en definitiva un pueblo. Ahora disponen además,
podemos agregar, de una nueva generación de cuadros, jóvenes
intelectuales bien preparados – algunos fogueados en las diversas
artes de la rebelión contra la dictadura - inteligentes y articulados,
orgullosos de su nacionalidad y bien dispuestos a continuar en un nivel
diferente la lucha milenaria de sus antepasados. Para alguien que desconoce
completamente el tema mapuche, presenciar la escena mal descrita arriba
es impactante y lleva a algunas reflexiones.
Las fronteras de nuestra nación chilena son en efecto bien recientes.
Hasta bien pasada la mitad del siglo XIX, el control efectivo de nuestro
Estado no se extendía mucho más allá de la zona
que va desde Copiapó hasta el Bio-Bío, más o menos.
Eso no quiere decir mucho, es verdad, puesto que la mayoría de
los Estados modernos, y también el nuestro, son invenciones bien
recientes. Incluso los hoy orgullosos e imperiales Estados Unidos de
Norteamérica, recién por esos mismos años consolidaba
su control sobre el grueso de su territorio actual. Sin embargo, mencionarlo
parece relevante para recordar que no son las fronteras cosas inmutables,
sino casi lo opuesto y que deben ser vistas en perspectiva.
¿Cual será la evolución probable de nuestras tan
recientes fronteras, durante las décadas y el siglo que se inicia,
y a medida que tanto nuestro país, junto al resto de AL, y así como
el mundo en desarrollo en general, van dejando atrás su pasado
agrario y las turbulencias de la transición, y van adentrándose
por fin en la era moderna?. ¿Cual será la evolución
probable de la nacionalidad mapuche, actualmente concentrada en parte
en el sur, y en parte dispersa a lo largo de nuestro país, en
situación de pueblo conquistado?. No es posible, por cierto, dar
hoy una respuesta a problemas tan complejos, pero si puede ser oportuno
empezar a hacer estas preguntas, y proponer algunas ideas que quizás
puedan llegar a ser útiles para empezar a abordarlas.
Bien puede ser, por otro lado, que estos
problemas simplemente no tengan solución en el espacio de lo que son las actuales fronteras de
nuestra nación. En ese marco, como dijo José Aylwin, director
del Programa Mapuche de la Universidad de La Frontera, en una muy clara
presentación en que contextualizó la situación actual
del tema, quizás sólo cabe esperar un escenario de largos
y crecientes conflictos. Puede ser, en cambio, que los mismos problemas
encuentren en definitiva una solución en un espacio mayor. Así ocurre
muchas veces con problemas bien complejos y aparentemente insolubles.
Pareciera, por ejemplo, que las diversas
y antiquísimas nacionalidades
que conforman lo que es actualmente España, y que desbordan algunas
de ellas esas fronteras y se extienden al otro lado de los Pirineos,
aparentemente están encontrando recién ahora caminos, para
asentarse en sus territorios en forma crecientemente autónoma.
En la misma medida que paralelamente el Estado Español concurre
con el resto de los Estados de Europa a la formación de un nuevo
Estado supranacional, al interior del cual ese mismo Estado Español,
lejos de disolverse, refuerza su propia soberanía y poderío
a nivel internacional. ¿Podrá ocurrir por acá algo
parecido, dentro de algunas décadas?.
Parece crecientemente claro que al otro
lado de la cordillera, aquellos que algunos en nuestro país (como ciertos economistas que manifiestan
una opinión desmesurada acerca de la importancia de sus propias
personas) califican de “vecinos poco confiables”, están
en realidad construyendo aceleradamente la que será una de las
grandes potencias económicas mundiales del siglo XXI. Al menos
así lo estiman los analistas más serios, de los principales
centros de estudios estratégicos, de las principales potencias
actuales. Y por decisión estratégica de sus principales
actores, dicha potencia naciente vecina se está construyendo en
un espacio multinacional, a partir de lo que es hoy el MERCOSUR. Quizás,
si Chile se decide a concurrir junto a nuestros vecinos e iguales, al
proceso de construcción de d ha futura gran potencia, pudiese
ser que al interior de ese espacio supranacional mayor bien pudieran
encontrarse soluciones más armónicas a los problemas de
nuestras fronteras actuales, tanto externas como internas.
La afirmación de las nacionalidades ancestrales pareciera ser
un fenómeno bien propio de la modernidad más avanzada.
Es posible que el país que tiene mayor desarrollo de sus nacionalidades
seculares sea Suiza, que es asimismo uno de los países pioneros
de la edad moderna. Suiza realizó su revolución “burguesa” por
allá por 1528, cuando los artesanos y mercaderes de Berna derribaron
a los pequeños nobles de esos pobres territorios, y a la Iglesia.
Hoy cuenta con una estructura social moderna muy desarrollada, que se
refleja por ejemplo en tener varias de las suyas entre las diez mayores
empresas del mundo, y contar con 800 mil obreros sólo en la rama
de máquinas herramientas de su industria, siendo sólo siete
millones de habitantes en total. Están constituidos por una cantidad
grande de nacionalidades, casi una por cantón, que resguardan
celosamente su autonomía frente al gobierno federal. El país
mismo habla tres idiomas diferentes y una cantidad de dialectos locales.
La densidad de esa modernidad es tal que, por ejemplo, un suizo que vive
en Chile tiene asegurada su salud y pensión, por su cantón.
El tejido de su elite es extraordinariamente tupido, y la misma se sociabiliza
en el ejército, que es de todos los ciudadanos. Así devienen
en modernas estas sociedades donde en cada villorrio pueden escarbar
sus antepasados hasta el Neolítico.
Para los chilenos este tipo de sociedades
tan complejas y de raíces
tan antiguas nos son por completo desconocidas. No las entendemos. Es
porque somos hijos, muchos de nosotros, de inmigrantes pobres, más
tempranos o más tardíos. Menos aún las entienden
los argentinos o uruguayos, cuyas sociedades son en lo fundamental fruto
de la inmigración masiva de principios del siglo XX. Y para que
decir los estadounidenses, que son casi todos inmigrantes muy recientes.
Sin embargo, cuando la modernidad se haga general y en el curso del siglo
que se inicia llegue a las regiones más importantes del planeta,
que son aquellas donde vive la mayoría de la humanidad, esa modernidad
será más parecida a la Suiza que a la Estadounidense. Porque
en China, en India, y en África, como en Suiza, se va a poder
rastrear antepasados en cada lugar hasta el Neolítico. De esta
manera, el aporte que puede hacer a la nación Chilena el tener
en su seno a una Nación Mapuche es inmenso. Nos otorgará parte
de la densidad e historicidad milenaria que no tenemos.
Por cierto, como dice un interesante editorial
reciente de El Mercurio, nada de esto lo van a lograr los mapuches
mientras continúen siendo
campesinos pobres. La afirmación moderna de las nacionalidades
ancestrales la consiguen los pueblos una vez que alcanzan una estructura
social moderna. Por decirlo de otra manera, la nación Mapuche
será autónoma cuando existan empresarios mapuches, con
obreros y profesionales mapuches, universidades mapuches, con estudiantes,
profesores, intelectuales y artistas mapuches. Tal como ocurre hoy día
en Cataluña o en el País Vasco.. En esto el referido editorial
de El Mercurio está en lo correcto, a mi juicio.
Donde se equivoca El Mercurio, es que para
lograr lo anterior no es necesario expropiar a los mapuches de la poca
tierra que le queda, para
forzarlos a partir como trabajadores asalariados pobres, conquistados
y sometidos, como ha sido hasta ahora. Por el contrario, pueden avanzar
mucho más rápido hacia la modernidad si se les respeta
su tierra y se les otorgan desde hoy los crecientes grados de autonomía
que reclaman. Chile puede seguir el ejemplo moderno de Canadá o
Australia, donde existe ahora una política de Estado, que preserva
los territorios y la cultura de sus pueblos originarios, y les ayudan
a avanzar desde lo suyo actual hacia los suyo moderno.
La modernidad mapuche llegará sin duda alguna, y más temprano
gracias a lo que hacen hoy día aquellos que serán llamados
los patriotas de esa Nacionalidad. Para eso faltan algunas décadas,
probablemente. Sin embargo, si la Nación Chilena permite y apoya
el surgimiento auténtico, desde sus propias raíces, de
una moderna Nación Mapuche en su seno, aquella nos hará más
ricos a todos, y reforzará las fronteras de la Nación de
todos.
* Artículo publicado en El Mostrador.
Su autor es miembro del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo
Alternativo (CENDA).
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Enviado por:
noticias_mapuches3@hotmail.com
Fecha: 23 de Junio, 2004
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