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Cementerio mapuche bajo las aguas de la represa

El desastre de Ralko

El pasado 21 de abril, ENDESA informó a través de la prensa que había decidido cerrar en forma definitiva el ducto inferior de la represa Ralko. Comenzaba de esta forma el llenado de la Central Hidroeléctrica y la inundación de las tierras mapuche-pehuenche del Alto Bio-Bio. Hoy, el cementerio tradicional de Quepuka Ralko se encuentra cubierto por las aguas del lago y la indignación crece al interior de las comunidades. En el gobierno, en tanto, sólo priman las contradicciones y los tardíos mea culpas.

Por Pedro CAYUQUEO

“Las intensas precipitaciones ocurridas en los últimos días en la zona ocasionaron un llenado espontáneo del embalse, lo que obligó a la compañía a tomar la decisión de cerrar en forma definitiva el ducto inferior de la presa”. Con estas palabras Endesa-Chile, filial de la transnacional energética Endesa-España comunicaba -¿justificaba?- a mediados de abril ante la opinión pública su decisión de comenzar el llenado del lago artificial de la Central Ralko en el Alto Bio-Bio. Esto, a pesar de existir a la fecha una serie de acuerdos incumplidos con las familias pehuenche y resoluciones de organismos internacionales resguardando tanto los derechos territoriales como el patrimonio histórico de las comunidades. Entre estos últimos, el cementerio tradicional de la comunidad Quepuka Ralko, ubicado dentro de las 3.500 hectáreas de terrenos a inundar por la represa.

Hoy, dicho sitio catalogado como “sagrado” por los pehuenche y declarado bajo protección por el Consejo de Monumentos Nacionales, se encuentra cubierto por las aguas del lago artificial, así como también parte del antiguo camino en desuso y que bordeaba la márgenes del Bio-Bio. Endesa se había comprometido a trasladar las osamentas de los primeros habitantes del Cajón Cordillerano antes de proceder a inundar los terrenos, pero nada de eso se cumplió.

Actualmente, el llenado del embalse lleva una altura superior a los 50 metros sobre el lecho del río, en el punto en que se encuentra la presa (muro) de 155 metros de altura, y el cementerio se encuentra absolutamente destruido, cubierto por las aguas que avanzan a unos 4 metros por día. ¿Las razones para inundar sin previo aviso?. Evitar -ante la llegada de las lluvias- “potenciales riesgos en las instalaciones de la represa”, según señala sin escrúpulos el comunicado de Endesa-Chile.

La polémica por el cementerio es larga. Si bien las comunidades siempre reclamaron ante Endesa y el gobierno su existencia en las cercanías donde el rió Quepuka une su cauce al Bio-Bio, Endesa se negó durante años a reconocer su existencia, declarando que sólo se trataría de un panteón ceremonial y en ningún caso de un cementerio. Sin embargo, en febrero de 2001 y producto de movimientos de tierras realizados por sus propias empresas contratistas, quedaron al “descubierto” en el sector una gran cantidad de osamentas que dieron definitivamente la razón a las comunidades.

Contrario a lo planteado por Endesa y su corte de antropólogos asesores, efectivamente el lugar reivindicado por las comunidades correspondía a un antiguo cementerio y así lo dejó establecido el Consejo de Monumentos Nacionales, que acogió más tarde varias denuncias de los pehuenches por su posterior destrucción y el saqueo de su alfarería y platería tradicional por parte de los propios trabajadores de Endesa. Graves hechos que incluso llegaron a ser conocidos –aunque sin resultado alguno como era de esperable- por la Corte de Apelaciones de Concepción.

El mea culpa de Huenchumilla

La inundación de las tierras pehuenche pilló se sorpresa al gobierno. Eso al menos declararía más tarde el Ministro Secretario General de la Presidencia, Francisco Huenchumilla, uno de los gestores políticos de la negociación entre Endesa y las últimas familias opositoras al mega-proyecto. El 28 de abril y a través del diario La Tercera, Huenchumilla reconoció públicamente “errores” del gobierno en la inundación de las tierras pehuenche.

En concreto, Huenchumilla declaró que la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) pudo haber actuado de forma “más diligente de lo que se hizo. Sabemos que hubo un atraso en las medidas que se debieron adoptar para resolver el punto del cementerio. Por ello creo que aquí hay una responsabilidad y esperamos que se pueda subsanar por medio de medidas paliativas”.

El mea culpa de Huenchumilla, por cierto, no era gratuito. Ante los pehuenche, el personero tenía directa responsabilidad en lo ocurrido, por cuanto fue la máxima autoridad del Estado encargada de “convencer” a las últimas seis familias opositoras de aceptar los millonarios ofrecimientos económicos de Endesa, dejando incluso en muchos de esos acuerdos empeñada su propia palabra “como mapuche”.

Quizás por ello prefirió culpar directamente a la CONADI de todo lo acontecido en las últimas semanas en la cordillera, lo que fue sin embargo más tarde desmentido por José Luis Lincoñir, director de la CONADI en la VIII Región y blanco de las críticas del complicado ministro. Para Lincoñir, los responsables no serían otros que las autoridades del Consejo de Monumentos Nacionales, “poco diligentes” en exigir a la empresa el traslado final de los restos del cementerio.

“Hace tiempo se nos solicitó como Corporación un Informe de esa entidad para evaluar las alternativas respecto de qué se podría hacer con el cementerio. Nosotros enviamos un informe señalando que una de las opciones era poner una lápida de cemento en todo el sector y la otra era trasladar los restos a los cementerios hoy existentes. Nos manifestamos por la segunda opción, porque era la alternativa que respetaba de mejor manera el sentir de la comunidad, pero el Consejo nunca se pronunció”, argumentó Lincoñir.

Según nos señala el lonko de la comunidad Quepuka Ralko, Antolin Curriao, la responsabilidad sería compartida entre las autoridades y Endesa. Todos ellos al menos se reunieron con las comunidades un día antes del inicio de las inundaciones, prometiendo en conjunto una solución al sensible tema del cementerio. “Representantes de CONADI, Bienes Nacionales, CONAMA y la propia ENDESA llegaron el 20 de abril hasta nuestra zona para buscar una solución al traslado del cementerio, todos llenos de buenas intenciones”, recuerda el lonko Curriao.

En dicha ocasión -agrega- agendaron una nueva reunión para 8 días más tarde. Sin embargo, al día siguiente, el 21 de abril, la empresa española comunicaba públicamente que debido a las precipitaciones registradas en la cordillera, comenzarían el llenado que hoy tiene bajo el agua al cementerio. “Eso que dijeron era una gran mentira. Jamás hubieron tantas lluvias, fueron dos o tres días y nada más y el lago creció inundando todo el valle. Ahora, que el tiempo esta bueno, todavía sigue creciendo… Ellos cerraron sus compuertas y dicen que fue por el mal tiempo. Esto fue un atropello, una falta de respeto de Endesa y el gobierno hacia nosotros como pehuenche”, señala el lonko.

Cita en La Moneda

Ante tanta contradicción en las versiones oficiales, los dirigentes –acompañados de organizaciones mapuche y ambientalistas- decidieron partir a Santiago y comunicarse con el propio Presidente Lagos en La Moneda. Lo hicieron el pasado 30 de abril y si bien el primer mandatario no los recibió, si pudieron conversar con el Subsecretario de la Presidencia, Rodrigo Egaña. Encabezó la delegación Maria Curriao, dirigente de la comunidad e hija del lonko Antolin.

La reunión fue tensa. Y si bien la autoridad admitió en un comienzo el error cometido e indicó que se iniciaría una investigación al interior del gobierno “para determinar cuál de las instituciones no siguió sus atribuciones posibilitando que se pasara a llevar los derechos culturales, espirituales y religiosos de la comunidad”, finalmente prefirió no comprometerse con acciones concretas para revertir el grave atropello cometido por la empresa española.

“Yo no sé si tenemos la capacidad, como Gobierno, para detener el llenado de la represa”, señaló el subsecretario a los representantes que viajaron a Santiago en busca de una solución y no de justificaciones o retrasados mea culpas. Ante la insistencia de una solución definitiva en términos del traslado de los restos del cementerio a otro lugar o en su defecto proteger el área con una lápida de cemento, el subsecretario indicó que “por ahora hemos solicitado informes técnicos. No estamos en condiciones de dar una solución. No tenemos las competencias técnicas ni todos los antecedentes”.

“Nosotros hemos sido claros: Queremos desenterrar a nuestros seres queridos, trasladarlos a otro lugar, donde los podamos visitar y hacer una ceremonia mapuche para poder estar tranquilos. Nunca tomaron en serio este tema, sólo se concentraron en las permutas de tierras”, les señaló decepcionada la dirigenta María Curriao. Más duro fue el Consejero Indígena Urbano de la CONADI, José Llancapan, quien señaló que con estas situaciones el Gobierno seguía demostrando que en definitiva estaba sólo al servicio de la empresa española.

“¿Qué pasaría si sus padres estuvieran sepultados ahí. Actuarían de la misma manera o qué pasaría si los mapuche les saqueáramos uno de sus cementerios?”, les preguntó el dirigente. La respuesta todos la sabían con certeza.

Hasta el cierre de esta edición de Azkintuwe, los pehuenche no habían recibido aún ninguna solución de parte del gobierno o Endesa. “El descontento esta creciendo entre la gente”, nos advirtió con justificada indignación el lonko Curriao en nuestra visita a la zona. A continuación transcribimos algunas de sus palabras.

Lonko Antolin Curriao, Quepuka Ralko

“Nos han faltado el respeto como pueblo”

Llegamos a mediodía a casa del lonko Antolin Curriao. Lo encontramos como siempre, cordial, amistoso, recordando cada uno de nuestros rostros a pesar de los meses que separan nuestras esporádicas visitas a la zona cordillerana. El peñi Antolin es el lonko tradicional de la comunidad pehuenche Quepuka Ralko. Como tal, debió liderar por muchos años, junto a las emblemáticas hermanas Quintremán, la lucha contra los planes de Endesa-España en la zona. Finalmente, la maquinaria de la transnacional logró doblegarlos. “Doblegarnos, pero no derrotarnos”, nos aclara de inmediato, consciente quizás de su rol como contraparte frente al Protocolo de Acuerdo firmado con Endesa hace tan sólo un año atrás y del cual poco o casi nada se ha cumplido.

Está molesto el peñi Antolin. Él, un hombre de palabra, no logra entender como Endesa y las autoridades pueden decir una cosa y al rato, sin más, terminar haciendo otra en perjuicio de las comunidades. No lo entiende. Así como tampoco logra entender la “maldad” de una empresa extranjera que para asegurar sus inversiones, no dudó en las últimas semanas en inundar un antiguo cementerio pehuenche donde descansan desde tiempos inmemoriales los restos de sus abuelos y también los abuelos de sus abuelos.

“Esto peñi ha sido una gran tragedia para nosotros, un gran dolor. Porque aquí nosotros tenemos a todos nuestros familiares, es un dolor ver a todos nuestros deudos debajo de un lago. Es doloroso ver a todos nuestros familiares, a nuestros antiguos, debajo del agua peñi. Antiguamente, este era el único cementerio que existía en esta zona, aquí están enterrados peñi y lamngen de la zona de Quepuka y Ralko Lepoy. Al principio Endesa negó que este fuera un cementerio, decían que era un panteón, pero nosotros encontramos una escritura donde se dice que se trata de un cementerio indígena. Nosotros encontramos esos papeles y le demostramos que estaban mintiendo. Aquí están enterrados los Curriao, mi familia. Mi tatarabuelo, Manuel Curriao, está en este cementerio. Bernardo Curriao, bisabuelo, también. José Luis Curriao, abuelo. Tengo primas, sobrinos, harta familia tengo en este lugar. La gente de Lepoy también tiene mucha familia en este cementerio. Es doloroso ver lo que ha hecho Endesa con nosotros”, nos declara con evidente tristeza.

Para el lonko Antolin, las versiones encontradas del gobierno respecto de la inundación del cementerio sólo constituyen más de lo mismo. Es decir, mentiras. “Tan solo días antes de que esto ocurriera, vinieron los de la CONADI a visitarnos, dijeron que venían autorizados por Monumentos Nacionales para conversar con nosotros. Ellos dijeron que no nos preocupáramos, que el lago no se iba a llenar todavía, porque antes debía ser autorizado por Monumentos Nacionales, la CONADI y la propia comunidad. Bueno, nada de eso se cumplió, porque la empresa cerró sus compuertas y se inicio esta tragedia. Yo he conversado con algunos trabajadores de la empresa, algunos peñi, otros winka con quienes a veces conversamos, y ellos nos han dicho que la propia empresa cerró sus compuertas. No fue a causa de las lluvias como se ha dicho, si acá el tiempo no a estado tan malo. Ellos comentaron eso la primera vez, que había sido por las lluvias, pero esos días no había lluvias. Yo creo que se trató simplemente de una falta de respeto peñi, una falta de respeto no sólo contra nosotros, sino hacia todos los mapuche como pueblo”, nos dice.

“El gobierno no nos ha tomado en cuenta para nada, menos Endesa. Nosotros pedimos tener una reunión con el gobierno y Endesa para solucionar esto, para ver que solución nos daban. Se fijó esta reunión para el 28 de abril y nosotros bajamos a Ralko, pero no llegó nadie de Endesa ni de Monumentos Nacionales. Únicamente llegó la CONADI. Nosotros queríamos una solución a esta situación, pero no llegó nadie. CONADI dijo que iban a seguir trabajando, que iban a invitar nuevamente a Endesa y Monumentos Nacionales para otra reunión, pero hasta la fecha no tenemos todavía respuesta y el agua del lago sigue subiendo”, relata.

Le preguntamos qué pasará si Endesa ni el gobierno ofrecen una solución ante esta tragedia. El lonko nos mira, observa el lago desde la distancia y reflexiona. “Si no nos escuchan peñi, si no hay solución para esto que está pasando, vamos a tener que tomar otras medidas. No puede ser que no nos tomen en cuenta, que se nos falte el respeto. Eso no lo vamos a permitir. Acá se nos está pasando a llevar de manera muy grave peñi y la gente está muy descontenta. Y no sólo por el tema del cementerio, también por muchas otras cosas que Endesa no ha cumplido con la gente, por otras mentiras y engaños. Nosotros firmamos con ellos un Protocolo de Acuerdo. Se hablaba de vivienda, de posta, de ayuda a las familias y nada de eso se ha cumplido. Nosotros luchamos por eso, tuvimos que pelear con Carabineros, hasta enfrentamientos hubieron acá, graves enfrentamientos hubo en ese tiempo. Nosotros hemos peleado harto y si tenemos que volver a hacerlo, lo haremos. Nuestros antiguos no tuvieron miedo antes. Nosotros no tenemos miedo ahora. Menos cuando estamos defendiendo nuestro justo derecho”, señala categórico.

Periódico Azkintuwe, Mayo de 2004. Págs.. 5, 6 y 7.

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