Juan Agustín Figueroa, abogado, empresario
y latifundista
Agustín Figueroa: El Intocable
Por Luis Narváez y María Carla
Alonso / 08 de febrero de 2003
"El 22 de la Suprema". Así
lo definen algunos, por el grado de influencia que ejerce en el
máximo tribunal, integrado por 21 ministros. Pero, además,
este hombre transversal se pasea entre empresarios y políticos
de diversos colores, con quienes comparte negocios e ideas. Es la
mano derecha de Ricardo Claro y fue amigo personal de Pablo Neruda.
Hoy domina la fundación del Nobel. Esta es su historia.
Juan Agustín Figueroa, 70 años,
el Cucho como le dicen sus amigos y alumnos, Chino
para su esposa, es una persona afable y muy cordial. Su rostro no
denota problemas y siempre intenta tomar las cosas por el lado bueno.
Mientras recibe a LND en su despacho de calle Santa Lucía,
interrumpe la conversación para contestar una llamada telefónica
que refleja, en parte, su modo de ser.
¡Aló, Manuel, cómo
estás!. Te estaba llamando por el asunto aquél para
saber si tú conocías a alguien allí, como para
haber movido un poco la cosa.... Son detalles que sus enemigos
-que no son muchos- le enrostran a la hora de justificar sus innumerables
triunfos en tribunales, en los negocios y en el ámbito de
la cultura.
Está a la cabeza de la Fundación
Neruda, en la presidencia del directorio, por lo que su cargo lucirá
mucho más este año, cuando se conmemora el centenario
del natalicio del Premio Nobel de Literatura. Facetas desconocidas
de este abogado de la Universidad de Chile, casa de estudios en
donde desde hace 30 años es amo y señor de la cátedra
de Derecho Procesal. Pocos saben, además, que tiene una entrañable
amistad de más de 42 años con Ricardo Claro, el poderoso
empresario dueño, entre otras cosas, de la Viña Santa
Rita, la Compañía Sudamericana de Vapores y el canal
9, Mega.
Cercanos a Figueroa comentan que Claro, quien
no tiene descendencia, ve como candidatos a ser herederos de parte
de su fortuna -después de la Iglesia Católica- a los
hijos de don Cucho.
Pero al abogado, actual integrante del Tribunal
Constitucional en el cupo propuesto por el Presidente Ricardo Lagos,
no le ha ido nada de mal en los negocios, y en parte él mismo
explica que ha sido por la pequeña fortuna que
heredó de su padre, junto a sus hermanos, y porque empecé
a invertir en los mismos negocios (de Claro). Donde él ponía
un peso, yo ponía un décimo y efectivamente ha sido
extraordinariamente acertado.
De directorio en directorio
Con Claro se conocieron en 1952, cuando ambos
estudiaban derecho en la Universidad de Chile. Siempre hemos
andado juntos en la vida. Pero pensamos muy distinto. Él
es católico, yo soy ateo convicto y confeso. Su primera
incursión como socios fue en la empresa Elecmetal, industria
dedicada a la producción de insumos en acero y metales para
la minería, que hoy es la matriz de un importante grupo de
empresas como Mega, Cristalerías Chile, Envases CMF S.A.
(que fabrica botellas de plástico para Embotelladora Andina),
Mega, Metrópolis Intercom, El Diario Financiero y la Viña
Santa Rita.
En Elecmetal, Jun Agustín Figueroa
es la mano derecha de Ricardo Claro en el directorio. Su grado de
confianza llega a tal punto que sólo hace dos semanas, Figueroa
tomó el lugar de Claro para asistir a la ceremonia con que
Codelco, por primera vez en su historia, vendió una empresa
filial al sector privado e inició un proceso para desligarse
de aquellas labores que no sean exclusivamente las de extracción
y producción cuprífera. Queremos ser los más
eficientes en el mercado y servir a la actividad más fundamental
para el país como es la minería.
Así, con Claro y Figueroa a la cabeza,
Elecmetal tomó el control de la Fundición Talleres
al adquirir el 60 por ciento de la propiedad, operación que
alcanzó los US$ 9,2 millones. Pero además de su participación
en Elecmetal, Figueroa es vicepresidente de la Viña Santa
Rita; director de Cristalerías Chile, que fabrica todos los
envases de este material para bebidas alcohólicas y de fantasía.
Además, es presidente del directorio de Marítima Inversiones,
holding que controla la Compañía Sudamericana de Vapores.
Pero eso no es todo, también es director de tres empresas
más, entre ellas presidente del directorio de Termas de Puyehue
(que controla el Hotel y el agua mineral del mismo nombre, además
de las Termas Aguas Calientes) desde hace más de dos décadas.
Pero una de sus actividades favoritas, sin
duda alguna, sigue siendo el derecho. Su padre fundó, en
la década del 40, el estudio de abogados que hoy dirige.
Figueroa y Coddou asociados se cuenta dentro de los bufetes jurídicos
más caros del país, sólo igualables a los estudios
de Alfredo Etcheberry, Luis Ortiz Quiroga y Pablo Rodríguez
Grez. Sólo por consultas, los aranceles pueden llegar hasta
los $ 5 millones y el patrocinio en juicios de índole penal
o civil alcanzan varias decenas de millones de pesos.
Alberto Coddou, experto en derecho constitucional,
es su brazo derecho en este ámbito, que además les
permitió estar fuertemente ligados al ex Presidente Eduardo
Frei Ruiz-Tagle, ya que Coddou es su amigo y fue quien le prestó
su asesoría legal para hacer la reingeniería de sus
empresas cuando asumió la presidencia.
Figueroa también es íntimo
amigo, hace más de 30 años, de la presidenta del Consejo
de Defensa del Estado, Clara Szczaranski, a tal punto que en el
2000 estuvieron por asumir la representación de la abogada
para interponer querellas por injurias y calumnias cuando estuvo
en entredicho su participación en un juicio arbitral y el
uso de dependencias fiscales para labores privadas.
En su faceta política, en 1952, a
los 18 años, ingresó al Partido Radical. En plena
dictadura, conformó el Grupo de los 24, donde
trabajó junto a Enrique Silva Cimma sentando las bases de
lo que sería la Concertación de Partidos por la Democracia.
La única vez que ha ocupado cargos públicos fue entre
1990 y 1994, cuando asumió como ministro de Agricultura del
Presidente Patricio Aylwin. Por eso, la decisión del Presidente
Lagos de nombrarlo el año pasado integrante del Tribunal
Constitucional no fue casual, más aún cuando el propio
Figueroa reconoce que cinco de sus seis colegas integrantes son
viejos conocidos, compañeros de curso en la Universidad
de Chile como Juan Colombo, Eugenio Valenzuela, Hernán Álvarez
y el mismo Libedinsky.
De latifundista a huinca
Cuando en septiembre del 2003, la Corte Suprema
sentenció a los lonkos mapuches por el incendio que afectó
a la casa del fundo Nancahue (de 1.800 hectáreas), en la
comuna de Traiguén, de propiedad de Figueroa, abogados e
interesados en el caso indicaron a LND que ese hecho demostraba
la gran influencia que tiene Figueroa con los 21 ministros que integran
la Corte Suprema. Por eso mismo, algunos lo llaman el 22 de
la Suprema, por el grado de influencia y cercanía con
sus colegas amigos a quienes conoce desde tiempos de universitario.
El mismo lo admite: Efectivamente tengo una relación
estrecha con muchos ministros. Hemos hecho una vida en común
en la que se van creando vínculos de mayor o menor amistad.
Dentro de los más cercanos de Figueroa
están el propio presidente del máximo tribunal, Marcos
Libedinsky, José Luis Pérez, José Benquis y
Urbano Marín (ambos masones como Figueroa). En tanto, las
relaciones cordiales se dan con mayor intensidad con los ministros
Hernán Álvarez (ex presidente), Alberto Chaigneau
y Enrique Cury, entre otros. Por eso mismo, cuando en primera instancia
los lonkos mapuches habían sido absueltos de ser los autores
del incendio del 2001 en el fundo de Figueroa, el máximo
tribunal se encargó de dar vuelta el veredicto final en forma
drástica, condenando a los lonkos a 5 años de cárcel
por amenaza terrorista.
Figueroa, que también se hizo presente
en los alegatos, junto al Ministerio Público y el Ministerio
del Interior, descarta cualquier tipo de influencia porque en
la sala (penal) que resolvió, diría que sólo
con uno de los ministros tengo una relación más amistosa,
José Luis Pérez; con el resto es amable, pero no de
amistad. Según las partes involucradas en el caso,
salvo los propios mapuches, la resolución de la Corte Suprema
fue totalmente ajustada a derecho, pero Figueroa reconoce que los
ministros, cuando conocen a las personas involucradas en el caso,
quizá ponen mayor atención del asunto, mayor preocupación,
porque saben que como se resuelva va a ser analizado y criticado
por las personas cercanas a ellas. Ellos tienen a diario la práctica
de la imparcialidad, de manera que pretender, por estas relaciones
de conocimiento cordial, torcer lo que es la justa decisión,
eso no es imaginable.
Las disputas de la familia Figueroa con las
comunidades indígenas se remontan desde mediados del siglo
XX. En el año 1950 los padres del abogado compraron las tierras
a una familia italiana, que luego heredó junto a su hermana,
Aída Figueroa. Eran tiempos en que el poeta Pablo Neruda,
comprometido con la lucha de los pueblos indígenas, se dejaba
caer por esas tierras cercanas a su natal Temuco. Pero mucho ha
pasado en tribunales y poco se sabe de la extraña relación
que la familia Figueroa mantiene hoy con las comunidades indígenas
de Traiguén.
Juan Agustín Figueroa está
haciendo una política de buena vecindad con la
comunidad. Su estrategia se basa en dar trabajo a la gente en el
rubro forestal y también en invitar a los mapuches vecinos
a fiestas donde se matan animales y se ofrece vino. El último
festejo lo hizo en enero, cuenta Juan Pichún, hijo
del lonko condenado Pascual Pichún.
La actitud de Figueroa ha dado un vuelco
en los últimos meses. La idea de estrechar relaciones con
sus vecinos es una de las preocupaciones que mantiene alerta al
connotado abogado, como a su hijo, Juan Agustín Figueroa
Elgueta. Éste actualmente administra el fundo maderero junto
a Rafael Insunza, sobrino de don Cucho. Ambos encabezan un verdadero
lobby con los vecinos.
Según contaron a LND los miembros
de la comunidad mapuche, la estrategia que ha asumido Figueroa intenta
demostrar la bondad y el espíritu benefactor que caracteriza
a la familia, junto con dejar en claro que están dispuestos
a negociar a fin de no tener nuevos problemas. Figueroa da
trabajo a la gente pero le pone condiciones. Una de ellas es que
lo mantengan informado de las cosas que suceden al interior de la
comunidad. De repente le paga un sueldo mensual, que varía
entre 50 y 100 mil pesos, para que lo mantengan al tanto de lo que
pasa, asegura Juan Pichún.
A tal punto llega la oferta que se despliega
desde el fundo, que la nueva política de Figueroa ha logrado
dividir a la comunidad, produciendo cierto roce entre quienes están
a favor y en contra de Juan Agustín. La idea de fondo
era agasajarlos para que luego fueran sus soplones y le avisaran
donde estaban los hijos de los lonkos condenados, advierte
Gabriela Calpucoi, miembro de la organización KonaPeumán,
que apoya a la comunidad indígena de la zona de Traiguén.
Pero la división de la comunidad indígena
en torno al fundo de Figueroa no es reciente. Rodrigo Lillo, abogado
de Pascual Pichún, cuenta que la disputa interna ya se veía
durante el tiempo de la reforma agraria, en la década del
60, donde también había un interés de que se
expropiara ese fundo a favor de las comunidades mapuches. En
ese momento él reaccionó con mucha fuerza, y ya habían
mapuches que tomaban posturas contrarias ante la figura de Figueroa,
recuerda Lillo.
Acto de dominio
Otro antecedente relevante que marca su estilo
de hacer las cosas con los mapuches, es la acción que tuvo
Figueroa, desde la política, como ministro de Agricultura
de Aylwin. Mientras estaba en su campaña presidencial, el
entonces candidato firmó el Pacto de Nueva Imperial, documento
que dio origen a la Ley Indígena. Y fue precisamente Figueroa,
la pieza clave para llevar a cabo las políticas que afectaban
a los pueblos originarios.
Hugo Gutiérrez, abogado de Aniceto
Norín, explica que las comunidades indígenas vieron
en Figueroa la posibilidad de acercamiento con un hombre de la Concertación
y con fuertes vínculos en la zona, para pedir la devolución
de las tierras. Pero desde siempre, advierte el profesional, Figueroa
ha sido un latifundista y en eso no hay que equivocarse. Tiene una
posición determinada dentro de la sociedad y, si quiere seguir
sembrando árboles y criando su ganado, como ha sido hasta
hoy, seguirá con su posición de latifundista. Ese
carácter vale más en su fuero interno que cualquier
otro tipo de connotación.
Por ello a Gutiérrez no le extraña
que Figueroa haya utilizado sus influencias para que tanto el Ministerio
Público como el Ministerio del Interior invocaran la ley
Antiterrorista, que a la postre implicó la condena de los
lonkos. Él recurre a la ley Antiterrorista para lograr
condenar a los lonkos, pero eso no es apropiado. El relator para
los pueblos indígenas de Naciones Unidas, que estuvo en el
país el año pasado, criticó fuertemente la
circunstancia de que se aplicara la ley Antiterrorista para el pueblo
mapuche.
Juan Agustín Figueroa se defiende
al afirmar a LND que la condena fue ajustada a derecho y que no
se trata de aplicar el máximo de rigor de una ley, porque,
a su juicio, la ley no pretende ser rigurosa, la ley pretende
ser justa. Por ello no extraña que Figueroa sostenga
que es una discusión equivocada plantear un tema de reivindicación
con la entrega de su fundo. Nunca hubo un acto de dominio
por parte de los mapuches en esas tierras. Los mapuches eran un
pueblo recolector y cazador que recorrían determinadas regiones,
pero su cultivo agrícola era mínimo, eran tierras
que estaban ocupadas sólo por bosques, pero no había
una actividad de señor y dueño de los mapuches, eran
usufructuarios de los frutos que recogían allí o de
la cacería, sostiene Figueroa.
El benefactor
El Presidente Lagos tiene confianza en J.
A. Figueroa. Lo nombró miembro del Tribunal Constitucional.
En la foto a los pies de la tumba del poeta en Isla Negra al iniciar
las actividades del centenario del nacimiento de Neruda. Si de controlar
o dominar se trata, este hombre transversal, hasta en su faceta
de protector de las artes muestra sus garras. Actualmente preside
el directorio de la Fundación Neruda, entidad que integra
desde su creación legal en 1986 y a la que le dio su estructura
legal a petición de Matilde Urrutia, viuda del Premio Nobel
de Literatura.
En pleno gobierno militar, utilizó
sus influencias y experiencia como abogado para evadir las inclemencias
de un gobierno anticomunista y concretar la idea del propio poeta,
de perpetuar su patrimonio mediante una fundación. Fue así
como, tras la muerte de Matilde Urrutia, logró la personalidad
jurídica de la entidad, con lo que recuperó la casa
de Isla Negra de Neruda que había sido confiscada. Matilde
Urrutia era íntima amiga de Aída Figueroa y de su
esposo Sergio Insunza, quien fue abogado del poeta hasta el Golpe
de Estado del 73, año en que debió partir al
exilio.
En este momento, Juan Agustín hace
su magistral entrada al mundo del poeta, que luego se reforzaría
cuando la misma Matilde, antes de morir en 1985, lo designa como
miembro del directorio de la Fundación junto al pintor Mario
Carreño, el actor Roberto Parada, el escritor Jorge Edwards,
Flavián Levine y Raúl Bulnes. Posteriormente, a partir
de 1990 se amplió el directorio a ocho miembros, con Figueroa
como presidente. Tras la muerte de Carreño, Parada, y las
renuncias de Levine y Edwards, se incorporaron Marcela Elgueta,
su esposa; Aída Figueroa, su hermana; Jorge del Río,
miembro de su estudio jurídico; Ida González,Volodia
Teitelboin y Enrique Inda.
Pero no hay ningún familiar del vate
chileno. El único representante de la familia se alejó
de la institución el 2003. Bernardo Reyes, sobrino nieto
de Neruda y uno de sus herederos, fue marginado de la fundación
por el propio Figueroa. Según el abogado, Reyes había
sido contratado para hacerse cargo de la representación de
la fundación en Temuco, lugar donde residía. No obstante,
cuando éste decidió trasladarse a Santiago, dejó
de ser útil para la finalidad, argumenta Figueroa.
Pero Reyes tiene una opinión diametralmente
distinta de los motivos de su salida: Como argumenta el señor
Figueroa, por ahorrarse 200 mil pesos mensuales sacaron al único
familiar de Neruda de la fundación, que además está
vinculado al tema de la literatura. Eso es una tontera. Si
actualmente no hay familiares en la Fundación es, a juicio
de Figueroa, porque la voluntad de Matilde (Urrutia) fue mantener
esta área en personas ligadas a las actividades culturales
y con ciertas capacidades. Por ello, no designó familiares
en el directorio original.
Pero si de capacidades se trata, Bernardo
Reyes levantó, casi a pulso, una de las actividades más
importantes que organizó la fundación para promocionar
la literatura en la Novena Región. El Tren de la Poesía
tenía un costo superior a los $ 15 millones, pero la Fundación
sólo financiaba $ 2,5 millones asegura Reyes. Contrario
a esto, Francisco Torres, director ejecutivo de la Fundación
asegura que el financiamiento aportado con gastos administrativos,
eran unos $ 15 millones mínimo. El que debe dar
las explicaciones de porqué no estoy en el directorio de
la fundación es el propio señor Figueroa. Actualmente
tiene a su esposa, hermana y amigos en la fundación y quién
representa a la cultura y la literatura, hay un abogado, un publicista,
denuncia Reyes. Figueroa lo retruca al señalar que si
yo tuviera becados a todos los familiares de Neruda, que son ochenta
y tantos, se nos irían todos los recursos de la fundación.
Actualmente la Fundación se sostiene
con aportes de los derechos de autor de las obras de Neruda y con
los ingresos que generan las visitas a las casas-museo del poeta.
Pero Reyes sostiene que si bien ha existido una buena gestión
en lo administrativo, ha sido muy deficiente en lo cultural.
Critica que salvo dos talleres de literatura y el mismo Tren de
la Poesía, no hay más acción cultural. Figueroa
sostiene que la única razón de la polémica
surge cuando decidimos no mantenerle el contrato que teníamos
con él porque dado su traslado a Santiago no era funcional
para los fines.
La decisión de despedirlo fue del
Comité Ejecutivo, integrado además de Figueroa, por
su hermana Aída, Raúl Bulnes y Francisco Torres. El
director ejecutivo señaló que las atribuciones del
directorio son amplias hasta el punto de que si el directorio
en pleno quiere aumentar los cupos a más directores, puede
hacerlo; si quiere sacar directores, lo puede hacer.
Lazos familiares
Como buen abogado, Figueroa trabaja por principios
y también por dinero. Uno de los casos más extraños
que ha tomado fue el de los hermanos Luis y Mariano López
Gómez. Ambos de nacionalidad chilena residían desde
1974 en Costa Rica donde iniciaron un pequeño imperio financiero.
En 1999 huyeron del país hacia Chile dejando a tras el desfalco
más grande en la historia de ese país.
En 1994 hicieron quebrar al Banco Anglo Costarricense
(BAC) -algo así como el BancoEstado- al comprar bonos de
deuda externa venezolana a nombre de la subsidiaria del Anglo, AVC
Almacén de Valores Comerciales S. A. , para lo que utilizaron
de intermediaria a Ariana Trading and Finance, empresa de propiedad
de los López Gómez. El precio de los bonos en el mercado
internacional bajó dramáticamente lo que provocó
que ambos realizaran actividades ilícitas, como préstamos,
inversiones especulativas y emisión de certificados de inversión,
lo que en total arrojó pérdidas para el Estado costarricense
de entre US$ 200 y US$ 300 millones.
Juan Agustín Figueroa asumió
su defensa cuando se pidió su extradición para ser
juzgados y el mismo Procurador General de Costa Rica vino a Chile
a hacer gestiones para lograr la deportación. Ergo, la Corte
Suprema rechazó la extradición. Al preguntarle, el
abogado rehúye referirse al fondo del asunto. En cambio,
sólo se refiere a la forma: La razón es muy
simple, si la Constitución de Costa Rica prohíbe la
extradición de connacionales, no se cumple el principio de
la reciprocidad, por ende no se extraditaron.
En otro capítulo de su vida, un reportaje
de TV acusó a Figueroa de tráfico de influencias por
la forma en que la justicia había tratado a Vicente Correa
Yavar, su sobrino y único detenido hasta ese momento, por
el presunto homicidio de Rodrigo López Medel, quien murió
el año 1999 tras caer del piso 12 del edificio donde vivía.
Entre otras cosas que se dijeron, un acto
que habría reflejado las influencias de Figueroa era que
Correa Yávar, fue llevado hasta el anexo cárcel de
Capuchinos -donde sólo quedan personas imputadas de delitos
económicos- y no a la ex Penitenciaría. La explicación
que dio en su momento fue que se lo solicitó al director
de Gendarmería de la época, Hugo Espinoza, el traslado
de su pariente.
Hoy, en todo caso, las cosas no andan nada
de bien en lo más íntimo de su familia. La esposa
de Juan Agustín Figueroa, Marcela Elgueta, está en
estado vegetal en una clínica, como efecto de un ataque cardíaco
que gatilló una severa parálisis cerebral. Su voz
se quiebra y se enmudece al tocar el tema, son las cosas de
la vida, señala resignado, tapado de trabajo, entre
cuadros de Matta y Miró, oculto en su oficina, la misma desde
donde ha manejado su exitosa carrera.
* Reportaje de La Nación Domingo.
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